Viernes, 4 de marzo de 2011 | Hoy
Fue el mismo año en que estalló la Guerra Civil española –“si el fascismo avanza en España estamos perdidos en América”, escribió entonces VO a su amiga María de Maetzu– que se fundó en Buenos Aires la Unión de Mujeres Argentinas que Victoria presidió durante dos años, con una serie de puntos básicos que se imprimieron en volantes de notable actualidad: los derechos civiles y políticos de la mujer, el incremento de leyes protectoras de mujeres en la industria, la agricultura o el servicio doméstico; amparo a la maternidad, protección del menor, desarrollo cultural y espiritual de la mujer, la paz mundial, la disminución y prevención de la prostitución. Dos años más tarde, Ocampo se retiraba de ese activismo sin abandonar nunca su ideal feminista; la UMA fue refundada en 1947 en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. Esta es la historia de esa agrupación pionera que todavía sigue generando actividades y conciencia.
Por Maria Ines Brassesco *
El origen de la UMA se vincula, de modo inseparable, al desarrollo de la conciencia y de las luchas de las mujeres y nuestro pueblo por la justicia social, la democracia, la plena independencia económica, la soberanía política y la paz mundial.
Al nacer en 1947, encuentra un momento especial para los reclamos de los derechos de las mujeres. No surge de la nada, asume y continúa una trayectoria de las que pelearon en las filas de los ejércitos libertadores, las que apoyaron de mil maneras las campañas de Belgrano y San Martín, las que fueron sus enlaces, exploradoras soldados, cocineras, informantes o enfermeras en las guerrillas del norte.
Hace suyo el mandato de miles de mujeres de nuestro pueblo que contribuyeron a crear la riqueza del país, en la ciudad y el campo, continúa y valora el esfuerzo de las pioneras que en la docencia, la literatura y las profesiones universitarias abrieron surcos a nuestra participación.
Hace suyo el reclamo de paz de la Asociación Femenina Antiguerrera reclamando interrumpir la matanza en la guerra del Chaco Boreal; así como el anhelo del movimiento de ayuda a la República Española, pronunciándose contra el fascismo y la guerra desde decenas de filiales de la Junta de la Victoria.
A principios de 1947 los diarios publican un llamamiento suscripto por más de 160 obreras, escritoras, artistas plásticas, docentes, campesinas amas de casa, estudiantes, convocando a participar de una reunión nacional de mujeres, que tendría lugar en Buenos Aires, los días 11, 12 y 13 de julio. Las mujeres señalaban que “aspiran por igual a conquistar el lugar que por derecho propio les corresponde en una sociedad democrática y progresista”.
El llamamiento planteaba: “Nuestro propósito es agrupar todas, sin diferencias religiosas, sociales y políticas, hermanadas en la tarea de obtener nuestros derechos como trabajadoras, madres y ciudadanas. Asegurar el bienestar de nuestros hijos y colaborar en el desarrollo progresista de nuestra Argentina, democrática y soberana, contribuyendo también a garantizar la paz para todos los pueblos del mundo, único clima donde las mujeres podremos conquistar nuestros derechos”.
Una larga lista de adhesiones van llegando a la secretaría, instalada en Migueletes 2384, Capital Federal. Son movimiento, centros costureros y agrupaciones femeninas, comisiones contra la carestía de la vida, juntas pro defensa de la mujer y el niño, sindicatos de empleadas domésticas, juntas femeninas de algunos sindicatos, Casa de la Mujer y otras entidades de la Capital y las provincias.
El 11 de julio de 1947, con la presencia de 250 delegadas, se inicia, en Paraná 555, Capital Federal, las deliberaciones de la Reunión Nacional que dio nacimiento a la Unión de Mujeres de la Argentina.
a) Reivindicaciones de las mujeres: defensa del hogar, la familia y el porvenir de la infancia. Los derechos de las trabajadoras: igual salario por igual trabajo; la patria potestad compartida; el divorcio vincular; la conquista del voto femenino.
b) La contribución de la mujer al desarrollo progresista y democrático de la patria y la paz universal.
c) Constitución de una organización femenina de extensión nacional. En relación con el último punto se indica el propósito de crear una organización amplia y flexible “un centro común que nos ayude a impulsar nuestras luchas” donde estén representadas la mayor cantidad posible de agrupaciones femeninas, de todas las provincias del país. Cuyo nombre sería Unión de Mujeres de la Argentina, nombre que según el criterio de las asistentes es el más adecuado por expresar los sentimientos y aspiraciones motivados por la necesidad de un movimiento amplio que acoja a miles y miles de mujeres que habitan nuestra patria.
La lucha y vigencia de la Unión de Mujeres de la Argentina recorrió cada provincia de nuestro país, estuvo presente en la solidaridad con los y las trabajadoras en lucha, con los presos, los desaparecidos, los organismos de derechos humanos. En nuestra casa, en la clandestinidad se fundó Abuelas de Plaza de Mayo.
En cada acontecimiento nacional, latinoamericano e internacional, la UMA estuvo y está presente, hizo de la lucha por la paz su bandera principal, supo interpretar las reivindicaciones y problemas de las mujeres de nuestro país, no faltó un solo 8 de marzo, con su volante y su flor roja a la salida de las empresas donde trabajaban mujeres; esta acción, les valió a muchas militantes la detención. Era subversivo la celebración del 8 de marzo, estamos hablando de fines de la década del ’40, todo el ’50, ’60, hasta que en 1975, Año Internacional de la Mujer, dicho día fue rescatado por las Naciones Unidas, adquiriendo popularidad. Hoy, el neoliberalismo intenta vaciarla de contenido y convertirla en día de mercado.
A mitad del primer lustro de los 80, UMA abraza la teoría de género y el principio de la autonomía del movimiento social, no sólo de mujeres sino del movimiento social en general. Autonomía que no es independencia ideológica, política. Autonomía que implica no confundir movimiento social con partidos políticos, con estados, gobiernos o financiadoras que encorsetan y privan de decisión al movimiento social, solo por el hecho de brindarle financiamiento.
Autonomía que implica la idea de la construcción de un movimiento nacional y popular de mujeres, con visibilidad, con poder de decisión, de acción, capaz de formar parte del proceso de transformación de la sociedad, que no sea la prolongación o apéndice de otros organismos.
Movimiento que decida desde la perspectiva de género deconstruir una sociedad patriarcal la asimetría de poder entre varones y mujeres, vinculada a la cuestión de clase, alertando sobre lo formal de la igualdad de oportunidades y trato, cuando nos encontramos frente a diferente situación de instrucción escolar, empleo, vivienda, etc., etc...
Al preguntarme por la existencia, persistencia, de esta organización podría decir sin temor a equivocarme que es producto de su vigencia. Vigencia como resultado del acto fundacional, sus fundadoras ubicaron la necesidad de un movimiento de mujeres en la realidad social, económica, política, en el contexto de una sociedad, no a la mujer aislada, sino como parte de esa totalidad, buscando la reivindicación, el problema que las une dentro de una sociedad no igualitaria, con diferencias sociales, económicas, políticas e ideológicas.
Sin temor a equivocarme, creo firmemente que la incorporación del análisis y perspectiva de género como eje ideológico fundamental, junto con la construcción de la paz, la ciudadanía genérica y la integración latinoamericana y caribeña hacia el camino de la Patria Grande Latinoamericana son el aporte de los nuevos vientos que corren en nuestra América y el mundo.
* Presidenta de UMA. Educadora popular, docente, periodista, licenciada en Comunicación Social.
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