Viernes, 19 de junio de 2015 | Hoy
Por Karina Bongiovi*
Mi labor previa a la convocatoria por Ni Una Menos fue siempre generar una concientización de los diferentes tipos de violencia a nivel territorial-barrial, no circunscribiéndome sólo a la temática de género sino a la violencia como fenómeno sociocultural emergente y global. Participé de la movilización con la consigna “Justicia para Lulú”, la beba de Yanina González asesinada por la violencia física que ejerció sobre ella el femicida Alejandro Fernández. Ese día tuve la impresión de encontrarme en la Plaza Congreso con un evento de estirpe “folclórica”, donde la gente asistía sin real conciencia de la ley 26.485 ni de los incumplimientos sistemáticos que el Estado comete desde 2008. Lo más probable es que dentro del corto plazo quede en el olvido. Como ese dicho barrial, “las elecciones pasan y el hambre queda”. Por eso creo que la agenda de reclamos se sostiene con trabajo de concientización territorial, para que las propias personas sepan de qué manera responder ante situaciones de violencia. En las conversaciones surgió el desconocimiento de varios compañeros sobre la consigna Ni Una Menos, su causa y el porqué de la exclusión de otros tipos de violencia, como el gatillo fácil mayoritariamente sufrido por nuestros hijos varones. Y los medios montaron un circo procampaña electo-presidencial sostenido por personajes “famosos” que cosifican a la mujer e incitan a la violencia. Es muy complejo pensar las medidas que debería tomar el Estado porque yo sueño con ser libre, no quiero que nadie interfiera en mi vida. En las barriadas sobrevivimos al estilo “hermanas Jara-autodefensa”, porque el macho tiene el aval del Estado y a las víctimas nos estigmatizan. Con el aborto todo bien; digo más, soy abortera y mis compas de base también. Reitero la acción directa, nosotras abortamos sin tener que pedir permiso al Estado ni a las leyes. A través de las luchas logramos cerrar un destacamento, nos enfrentamos a los narcos, a los violentos y a los abusadores sacándolos de nuestro barrio. No es fácil enfrentarlos: hay que entrenar y generar mucho empoderamiento y organización.
* Militante barrial-territorial feminista
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