Lunes, 13 de junio de 2016 | Hoy
FúTBOL › LO QUE DEJó LA SELECCIóN ARGENTINA EN SUS PRIMERAS DOS PRESENTACIONES EN LA COPA
Si bien desde los números la producción del equipo de Martino está cumpliendo un buen papel en el torneo –dos jugados, dos ganados, siete goles a favor y sólo uno en contra–, desde el plano del juego surgen algunos interrogantes.
Por Juan José Panno
Después de la goleada ante Panamá, con Bolivia a la vista para cerrar el grupo y más que eso con la mirada puesta en los cuartos de final, se abren un montón de interrogantes en torno de la Selección Argentina, sus posibilidades, su estilo, su relación con la gente y esta supuesta obligación de ganar la Copa América. Se intentará dar respuestas, algunas más sobre las tantas que pueden formularse sobre cuestiones tan subjetivas y opinables como estas:
El balance hasta ahora es positivo en los números, naturalmente. Dos jugados, dos ganados. Sólo dos de los 16 equipos lograron ganar en todas sus presentaciones: Argentina y Venezuela. Colombia también había ganado sus dos primeros partidos pero perdió el tercero. El equipo de Martino marcó siete goles y recibió sólo uno. Venezuela, el probable rival de los cuartos de final, hizo dos goles y no sufrió ninguno. Pero números al margen si se analiza el juego exhibido el panorama del conjunto argentino muestra claroscuros: en los dos encuentros anteriores se debieron padecer momentos de juego chato, híbrido, lento y carente de ideas, en el medio de algunos pasajes que abrieron el entusiasmo.
El equipo encontró triunfos, pero sigue recorriendo su laberinto, buscando su identidad. Martino tiene una clara y saludable idea de juego, la de tenencia de la pelota para abrir los espacios, pero no le resulta fácil llevarla a la práctica porque no cuenta con todos los jugadores que mejor la interpretan (las ausencias de Pastore y Biglia son vitales en ese sentido). Y porque las circunstancias del juego hicieron que los futbolistas se amoldaran mejor al traje de contragolpeadores. Contra Chile los goles llegaron en jugadas en las que se logró la recuperación de la pelota y no como consecuencia de juego elaborado. Sin embargo no había sido malo lo mostrado en la primera mitad del período inicial. El partido con Panamá fue raro porque se trata de un equipo duro de marca rigurosa al límite del reglamento y puso a los jugadores en la obligación de ganar arriesgando poco el físico para no sufrir lesiones. Lo que sí se sufrió fue el juego del primer tiempo, vacío, aburrido, previsible. Todo se aclaró con la aparición de Messi. Su fulgurante estallido (30 minutos en la cancha, 1 gol cada 10 minutos y como bonus una pelota magnífica en el quinto gol) fue saludada por sus apologistas y minimizada por sus ácidos críticos que aseguran que sólo juega bien ante rivales de menor categoría y resaltan que los panameños, con diez, estaban cansados.
Aunque golee la selección nacional no entusiasma demasiado. Un poco por esa tendencia tan nuestra de fanatizarse con el equipo propio y despreciar lo demás (nueve de cada diez hinchas de Boca están ansiosos con la Libertadores y nada los saca de ahí); porque no se llegó todavía a las instancias decisivas y porque el equipo no juega bien, o solo lo hace de a ratos. No faltan quienes creen que estos jugadores no rinde porque se trata de una manga de millonarios aburridos que no sienten la albiceleste. Pero no parece ser esa una razón valedera. Sí, tal vez, que están tan preocupados por ganar algo (y demostrar justamente que quieren la camiseta) que se apuran y se aceleran, lo que conspira contra la calidad de su juego.
El partido contra Bolivia, ya eliminado después de dos derrotas no va a ser medida de nada (seguramente no van a jugar los que tienen una amarilla (Rojo, Mascherano, Augusto Fernández y Gaitán) y apenas le pemitirá al DT ver que pása con los relevos. El torneo, ya se sabe, empieza en los cuartos de final. Habrá que ver ahí, si el equipo logra mantener los números positivos y mejorar su juego. Irremediablemente se considerará un fracaso que no se gane la Copa América porque el nivel de los rivales no es muy alto (México y Brasil son candidos a pelear muy arriba) y porque la cadena de frustraciones lleva a la gente –y a los mismos jugadores– a pensar que sólo importa el título. Sería buenísimo que aparezca el fútbol y si es con título mucho mejor.
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