FúTBOL › EL ANALISIS DEL SORPRESIVO LIDER DEL CLAUSURA
A la sensación Talleres le cierran los números en todos los frentes
Los cordobeses marchan primeros, se están clasificando para las Copas y quedaron cerca de eludir la zona de Promoción. Además, el equipo juega bien, tiene individualidades en gran nivel y dos goleadores en estado de gracia.
Por Daniel Guiñazú
Resulta una tentación casi irresistible afirmar que estamos en presencia de un torneo Clausura mediocre porque, cumplido un tercio de su desarrollo, un equipo que pelea por no irse al descenso es el único puntero. Pero conviene no apresurarse en el juicio. Y evaluar bien lo que se piensa y lo que se dice. Puede no ser tan así. En principio, algo aparece claro: este Talleres sensación, que juega en tres tablas simultáneas (la del descenso, la de posiciones y la anual) y en casi todas le va bien (todavía está en zona de Promoción, pero se encuentra primero en la del Clausura y se clasifica, por ahora, para la Libertadores 2005 y la Sudamericana 2004), es además de un equipo ordenado y muy bien puesto en la cancha, un buen pescador en aguas revueltas. Los hombres que dirige Juan José López están aprovechando, de manera inmejorable, que los grandes candidatos al título (como siempre, Boca y River) tienen la atención dividida por partida doble entre el campeonato y a la Copa, y que a los otros grandes, los que están al margen de la Libertadores (San Lorenzo y Racing), les cuesta ponerse en marcha.
Pero no es sólo la defección ajena lo que ha catapultado a los cordobeses a esta felicidad impensable e inmensa. Es posible que si Boca o River (o Independiente o Vélez o Central) estuvieran más enfocados en la realidad local y no tuvieran que andar regalando energías entre semana por los canchas de Sudamérica, a Talleres no le sería tan sencillo mantenerse donde está. Pero hay méritos indiscutibles. Y uno es más importante que cualquier otro: el orden. Talleres es un equipo ordenado, siempre. Atacando como lo atacó a Gimnasia hasta ganarle en el Chateau, contraatacando como lo hizo para derrotar sin dudas a Central el sábado en Rosario, o defendiéndose a brazo partido, como ante San Lorenzo, en el único partido que hasta ahora empató.
Pero, además, Talleres tiene varios jugadores que valen y que están pasando un momento individual más que bueno: un arquero cada vez más confiable (Marcos Gutiérrez), una línea de tres (Erpen o Avendaño, Maidana y Víctor López) a la que resulta imposible ganarle las espaldas, cuatro volantes (Ariel Donnet, Serna, Salas y Velázquez) que saben cuándo conviene ajustar las marcas bien en mitad de cancha, cuándo hay que retroceder y juntarse con los defensores y que tienen resto para soltarse y sorprender más arriba, y –sobre todo– dos delanteros en estado de gracia: Aldo Osorio y el uruguayo Víctor Píriz Alves llegaron por descarte, porque los dirigentes no podían conseguir nada mejor que ellos. Y hoy forman, después de Cavenaghi y Salas, la pareja de ataque más poderosa del campeonato. De los 15 goles del equipo, entre los dos marcaron 8. Además de esos 15 tantos, 7 llegaron de cabeza, señal elocuente de que a Talleres las mejores noticias le llegan por la vía aérea.
Talleres dejó de ser la grata sorpresa, el equipo al que todos miraban con piedad y desdén. Ahora ya es una realidad, el líder del torneo, el enemigo al que todos querrán alcanzar. Si el carácter del equipo es lo suficientemente firme como para soportar la presión de ir en punta y de jugar cada 15 días a estadio lleno en Córdoba, si las lesiones y las suspensiones no van minando a un plantel que parece corto y sin muchas variantes para el entrenador, el candidato a irse al descenso hasta no hace mucho se recibirá de candidato a campeón. Si las piernas empiezan a pesar demasiado y las mentes no pueden adaptarse a la nueva situación, esta campaña promisoria y estos 16 puntos sobre 18 posibles, serán, con el tiempo, un recuerdo dulce y triste a la vez. Vélez, el sábado en el Chateau, y Boca, dentro de dos domingos en la Bombonera, son los próximos capítulos de esta historia por la que nadie daba nada. A Talleres no le queda otra. Tendrá que hacer camino al andar.