FúTBOL › ANALISIS PUNTO POR PUNTO DE LOS DOS GRANDES FRENTE A LA COPA LIBERTADORES
¿Quién gana la semifinal? Boca-River
River, que tiene un mejor presente futbolístico y más creatividad en el mediocampo, llega con el ánimo elevado. Boca cuenta con el respaldo de la historia, de los formidables antecedentes de su entrenador en este tipo de definiciones y de un arquero en un gran momento. La balanza muestra, en definitiva, un notable equilibrio que tal vez se quiebre simplemente por el azar. Los jueves 10 y 17 de junio los dos grandes del fútbol argentino se cruzarán en una especie de final anticipada que se juega en todos lados, incluidas estas páginas.
Por Juan Jose Panno y Adrian De Benedictis
El arco. Gana Boca. Abbondanzieri está pasando por un excelente momento anímico y futbolístico, seguramente el mejor de su carrera. La convocatoria para la Selección Argentina, muy merecida por cierto, le llegó como consecuencia de virtudes acumulados en competencias locales e internacionales, que lo ubican en el primerísimo plano entre los arqueros argentinos. Su presente reluce aún más frente al opaco rendimiento colectivo de Boca en sus últimos encuentros. Germán Lux, por su parte, tuvo su chance por la lesión de Costanzo y la viene aprovechando muy bien. Mostró algunas dudas al principio, en la derrota ante Santos Laguna, pero lentamente se fue afirmando y hoy ya nadie extraña demasiado al titular. Haber mantenido el arco cerrado en el superclásico del torneo local le dio más confianza. Aunque no está en el nivel de Abbondanzieri, les da mucha tranquilidad a sus compañeros.
La defensa. Gana River. Encontró un buen funcionamiento con el cuarteto Garcé, Ameli, Tuzzio, Ricardo Rojas. No le va a resultar fácil a Boca penetrar esa trinchera, especialmente si se refuerza con volantes que pasan poco al ataque, tal como ocurrió en el último clásico. Con Juan Fernández, River tenía más salida, pero quedaba desprotegido; con Rojas se asegura más marca. Boca tiene jugadores de jerarquía internacional, pero últimamemte sufre demasiado con el juego aéreo en las acciones de pelota detenida. Por esa vía le convirtieron varios goles. En el primer tiempo del partido del sábado, ante Arsenal, se produjeron algunas jugadas que dejaron en evidencia la falta de sincronización y motivaron discusiones entre los propios jugadores.
El mediocampo. Gana River. Tiene mucho más juego, con un esquema que en otros tiempos a Boca le había dado los mejores resultados: tres volantes y un enganche. River tiene a Gallardo y eventualmente a Montenegro, y Boca no encontró un enganche desde la ida de Riquelme. Es muy probable que, en el partido de ida, Astrada recurra a la fórmula que le sirvió en el superclásico por el torneo local: Mascherano-Husain-Lucho González y Gallardo más libre. Si no le va a bien, en el Monumental podría recurrir a Coudet con un dibujo más ofensivo. La formación de Boca dependerá de las lesiones de Cagna y Donnet. Si Cascini y Vargas andan bien, las posibilidades rivales se reducen y por lo tanto se amplían las perspectivas de generación de juego propias. En el medio Boca marca más, pero River juega mejor porque tiene a Gallardo y a Lucho González como eventuales armadores. Lo que ocurra en esta zona puede ser decisivo para el desarrollo del partido.
El ataque. Empate. Es cierto que Maxi López está pasando por un momento muy bueno, pero Boca tiene en la dupla Barros Schelotto-Tevez un extraordinario potencial capaz de explotar en los momentos más difíciles y en las circunstancias más adversas. Tevez está convirtiendo menos de lo que todo Boca espera, pero nadie olvida sus actuaciones en los momentos cruciales de la Copa del año pasado. De Guillermo ya se sabe todo lo que da, si juega más de lo que reclama. Cavenaghi viene de marcar dos goles en Cali y tiene en su mente el gol que le hizo a Abbondanzieri por el Clausura. López está agrandado, por lo que River es de cuidado si le dan espacios. Las dos duplas son de lo mejorcito de esta Copa.
Los suplentes. Empate. Boca tiene mejor cubierto el arco, aunque salvo una lesión de los titulares no hay chances de que jueguen ni Caballero ni Saccone, y también está un poco mejor atrás porque Perea y Crosa pesan más que Tula y Nasuti, y están parejos Jerez y Fernández. River está hipotéticamente mejor en el medio con Montenegro y Coudet, con relación a Villarreal y Cardozo. Casi seguramente estos cuatro van a entrar en algún momento de los dos partidos. Villarreal le asegura a Boca marca y alguna eventual llegada, como lo está haciendo Mascherano en River. Cardozo es el reemplazante natural de Cagna con un mejor manejo; Montenegro puede jugar como volante o de punta, y Coudet es, en realidad, suplente sólo por cuestiones circunstanciales. En ataque, si no llega Salas, Boca aparece mejor parado con la dupla Barijho-Cangele. Si Salas está en condiciones de jugar, la cosa se empareja un poco.
Los técnicos. Gana Boca. Bianchi tiene una amplia historia de finales que lo respalda. Sabe cómo arreglarse con lo que tiene y fundamentalmente posee una gran capacidad para motivar a sus jugadores. Viejo zorro, el entrenador de Boca sabrá cómo corregir los errores cometidos por sus jugadores en el último enfrentamiento ante River. A Astrada las cosas le vienen saliendo fenómeno y consiguió demasiado en muy poco tiempo, pero nadie desconoce que tiene apenas cinco meses de experiencia como conductor de un equipo. Ya se sabe, de cualquier manera, que los técnicos no juegan y que ningún partido se define por los dibujitos que cada uno haga en el pizarrón.
La historia. Gana Boca. En la Bombonera jugaron por la Copa Libertadores ocho partidos, de los cuales Boca ganó cuatro y empataron los cuatro restantes. En el Monumental jugaron nueve veces, con cinco triunfos de River, tres de Boca y un empate. Con esta particularidad: Boca hizo más goles que River en los encuentros jugados en Núñez. Bianchi, como entrenador de Boca, nunca perdió una definición mano a mano con un equipo rival por la Copa Libertadores. No es poco como antecedente, aunque no decisivo, por supuesto. Boca tiene en sus vitrinas tres Copas que ganó con su actual técnico. El último duelo entre ambos fue en cuartos de final del 200O. River ganó en el Monumental 2-1 y Boca se impuso en la revancha por 3-0.
El ánimo. Gana River. Porque se impuso en el último clásico sin dejar dudas; porque lleva dos puntos en el torneo local y se encamina hacia el título y porque atravesó los cuartos de final con una actuación muy convincente y sin angustia. El cuadro de Astrada tiene una elevada autoestima. River va a la primera semifinal de banca, aunque en el último superclásico iba de punto. Bianchi y sus jugadores se recuestan mucho en la idea de que es mejor no ser considerados favoritos. Boca venía muy caído, pero su producción en el segudno tiempo del partido contra Arsenal le dio un poco más de aire. En este rubro, la diferencia es notable en favor de River.
El oficio. Empate. De un lado están Guillermo Barros Schelotto, Burdisso, Schiavi, Cagna, Cascini y Abbondanzieri. Del otro lado, Gallardo, Ameli, Tuzzio y Salas, si es que puede jugar. Ameli fue fundamental para su equipo en el chamuyo con el árbitro Pezzotta. Habrá que ver si Martín y Baldassi, quienes dirigirán las semifinales, se muestran tan permeables a los reclamos. Cascini, en Boca, también suele adoptar el rol de malo de la película, aunque últimamente los jueces lo tienen cortito. La responsabilidad de medir los tiempos, de saber cómo cambiar en el momento necesario y de aprovechar las instancias favorables (que de todo eso se trata el oficio), puede ser cubierta por varios jugadores de ambos bandos.
El azar. Acaso el factor más importante de todos. Una pelota que pica mal, un rebote desafortunado, un error del árbitro o de sus colaboradores, una mano fuera de lugar, un pase en falso, un toque inesperado, pueden variar la historia de cualquier partido y romper con cualquier prevención y cualquier pronóstico. Mucho dependerá también de cómo se levanten ese día los jugadores de cada equipo, y cómo soplen los vientos futboleros. Eso de que Bianchi tiene el celular de Dios, o de que Astrada anda con el suertómetro abierto, es puro mito.