En un día como el martes de la última semana de 2004 (de los Santos Inocentes para las efemérides), pero de años atrás, coincidiendo con el despunte de la segunda década infame, el desmentidor de abucheos y anunciador de indultos del sultanato de Anillaco, Fernando Niembro, le comunicaba a la población como chanza macabra de 28 de diciembre, que el califa, por estos tiempos huyente, había decidido, Pacto de Olivos mediante –¿o no?–, que la frutilla del postre de la obediencia debida y el punto final debían ser justamente los indultos. Por estos días, comunicadores desocupados, pero menos perversos que los voceros del menemismo, dedicaron su 28 de diciembre a desparramar por el mundillo futbolero pequeñas carnadas de pescado podrido, que crédulos de que, a esta altura de las vidas y de las muertes, casi cualquier cosa es posible, muchos “compramos” más distraídos que convencidos.
Que el gran Romario haya anunciado su retiro para casi de inmediato desmentirlo no sonaba demasiado descabellado dada la edad –dicen que treinta y nueve– y lo imprevisible que el brasileño desde siempre ha sido tanto en la vida como en la cancha. Que el Madrid en su desesperación galáctica hubiera iniciado negociaciones ante el Barcelona por el camerunés Samuel Eto’o tampoco sonaba demasiado alocado, aunque la cifra (150 millones de euros) hacía dudar un poco. Pero la noticia trucha tenía algunos valores agregados. Los fileteadores de información no se privaron de incluir, entre otros, el nombre de Walter Samuel en el paquete que el Barcelona pretendía por el actual compinche de Ronaldinho, dado que ciento cincuenta palos de euros no podían ser reunidos –decían, por lo menos– por el equipo ahora managereado por Arrigo Sacchi.
Información basura. Tanto la verdadera que anunció el anunciador del menemato en la década del noventa como la falsa y casi inocua de los “nadaquehacer” de estos días.