FúTBOL › ABURRIDO EMPATE 0-0 EN AVELLANEDA
Hacía falta mucho fútbol para apagar tanto calor, pero ni rojos ni granates pudieron aportarlo. Los de Falcioni dependieron demasiado de Agüero, que estuvo bien tomado. Los visitantes no se terminaron de animar.
› Por Daniel Guiñazú
A eso de las cinco de la tarde, el sol de Avellaneda era un azote despiadado que caía sobre las cabezas de miles de hinchas, más de un centenar de periodistas y veintidós jugadores. Era un suplicio a esa hora intentar algo aproximado a un partido de fútbol. Y fue un suplicio tolerar la obra futbolera que, a lo largo de dos horas que se hicieron eternas, perpetraron Independiente y Lanús. Es cierto: el calor fue un condicionante que no se puede dejar de considerar a la hora del análisis. Pero la bola de fuego dentro de la que ardió el espectáculo, poco y nada tuvo que ver con los problemas que rojos y granates mostraron para generar un juego más o menos interesante.
No fue culpa de la temperatura infernal que a Independiente no se le cayeran ideas. Que Lanús haya puesto dos ordenadas líneas de cuatro para asegurarse el empate. Que ninguno de los dos haya podido crear una sola situación de peligro mediante un armado colectivo. Que sobraran pelotazos y faltaran toques. Que Agüero no consiguiera imponerse una vez a la marcación zonal y encimada que le hicieron. Y que las mayores ganas de ganar que mostraron los rojos se diluyeran en un montón de esfuerzos individuales dispersos. Independiente sólo empujó hacia adelante. Y en el segundo tiempo, ni siquiera eso.
Lo que más debe preocuparle a Falcioni de cara al futuro es que el equipo se apague tanto cuando a Agüero no le sale ni una. No está mal que Independiente dependa tanto de su habilidad y atrevimiento. Los grandes jugadores, los que son capaces de decidir un partido con un par de gambetas, siempre transmiten su impronta. El problema es cuando no aparecen las variantes. Y eso ayer se notó más que nunca. Anticipado a veces u obligado en otras a recibir de espaldas con un defensor respirándole en la nuca, Agüero careció de repuestos. Armenteros y Bustos Montoya nunca dieron la talla necesaria para ayudar a resolver un partido enrevesado. Y lo mucho que corrieron Machín y Biglia en el medio no alcanzó para desmembrar a un Lanús que vino a llevarse un punto metiendo suela de la mitad hacia atrás y lo consiguió sin agitarse demasiado.
Un único momento tuvo Independiente para cambiar la historia. Al final del primer tiempo, el árbitro Pezzotta le anuló un gol a Bustos Montoya luego de que el asistente Claudio Rouco primero marcó una posición adelantada que no existía y luego enmendó su error habilitando lo que ya había sido inhabilitado. Antes y después, su juego flotó envuelto en una nube de sopor e intrascendencia. Si Lanús hubiera querido algo más de lo que quiso, si hubiera soltado más gente que Aguirre y Leto por los costados, si le hubiera tirado menos pelotazos a Lagos y Graf, la decepción quizás hubiera sido mayor. Como todo quedó en cero, la mejor opinión fueron los silbidos. Hacía falta mucho fútbol para apagar tanto calor. Pero Independiente no fue capaz de refrescar la tarde.
INDEPENDIENTE-0 Ustari-7 Méndez-5 Abraham-5 Cáceres-6 L. Alvarez-5 Machín-6 Herrón-5 Biglia-6 Armenteros-4 Agüero-5 B. Montoya-4 DT: J.C. Falcioni | LANUS-0 Bossio-6 Graieb-5 Gioda-6 Romero-5 Velázquez-5 Aguirre-6 Salomón-5 Pelletieri-5 Leto-5 Lagos-4 Graf-5 DT: R. Cabrero |
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