La eliminación de River de la Copa Libertadores provocó un pequeño sismo en la intimidad del club. Más allá del mal desempeño futbolístico, el clima en los pasillos del estadio Monumental no es el mejor. Las miradas apuntan hacia los directivos. El primer conflicto que les endilgan es la falta de reacción para mantener el plantel que había iniciado el año. De esa manera, el entrenador Daniel Pa- ssarella tuvo que rearmar el equipo con las pocas piezas que le quedaron para la revancha en Asunción. Por lo que se vio en la cancha, extrañó demasiado a los ausentes. A partir de ahí, River comenzó a transitar un período de incertidumbre, que sólo se enderezaría con la obtención impiadosa de un título en lo que resta del 2006.

Con la venta de Santana y el poco esfuerzo por retener a Montenegro y a Cáceres –jugó ante Libertad, pero ya se fue de la institución–, en River quedaron expuestos los inconvenientes económicos que atraviesa. La elevada deuda que mantiene con el capitán Marcelo Gallardo también es síntoma de la delicada situación. Sólo con la colaboración de dos grupos empresarios se pudieron concretar las incorporaciones de Belluschi, Ortega y Lussenhoff. Así, la deuda sigue aumentando, y recién podrá comenzar a saldarla con la venta futura de éstos y otros jugadores.

El presidente José María Aguilar sorprendió en la semana con el ofrecimiento a Passarella de continuar en el cargo hasta la finalización de su mandato. Si bien es un acto de respaldo hacia la figura del conductor, para allegados al cuerpo técnico no sería descabellado que Passarella abandone el cargo en el caso de que no consiga el próximo torneo Apertura o la Copa Sudamericana.

Desde la propia hinchada comenzaron a dudar de la gestión de Aguilar, y ya habrían decidido formar su propia fuerza política para poder postularse en las próximas elecciones presidenciales. Como los hombres conocidos como “Los Borrachos del Tablón” están asociados desde hace varios años a River, están habilitados para presentarse a ocupar puestos dirigenciales.