Los apuntes desprolijos del cronista son el mejor plano para reconstruir lo que fueron los noventa minutos entre Vélez y Racing. Hubo nueve amonestados y cuatro situaciones de riesgo. Y después, nada más. A las emociones y al fútbol bien entendido y bien jugado los barrió el viento frío que atormentó la cancha de San Lorenzo y la impotencia de dos equipos que fracasaron por motivos similares. A Vélez se lo devoró su intrascendencia. A Racing lo hundió su mediocridad. Para los dos, hacer un gol fue una condena.

Vélez soporta, entre el final del Clausura y las dos primeras fechas del Apertura, una serie negra de 11 partidos sin ganar. Y jugando como le jugó a Racing le resultará muy arduo superarla. Las ventas de Somoza, Gracián y Roly Zárate y la lesión de Castromán han resentido sin disimulo una estructura que alguna vez fue la mejor del fútbol argentino. Y la transición entre aquel equipo campeón de Russo y éste será dura y, a menudo, ingrata. Los cambios han sido muchos y bruscos. Las piezas nuevas (Moreno y Fabianesi, Papa, Batalla, Martínez) demorarán su adaptación. Y algunas de las que ya estaban (Mauro Zárate) vuelan inusualmente bajo.

Ayer, Vélez manejó la pelota con pulcritud. La hizo correr por los costados con Moreno y Fabianesi y Papa. Pero, de Batalla en adelante, le faltó poder para inquietarlo a Campagnuolo. Que haya fabricado una sola situación de peligro en toda la tarde (un mal rechazo doble de Crosa y Campagnuolo, que Papa remató y que el arquero mandó al corner) y que se haya pasado todo el partido tirando desde fuera del área sin acertarle jamás al arco, revela que a nadie nunca se le ocurrió nada importante y que el fracaso de los delanteros fue notorio. Russo quiso meter mano poniendo en el segundo tiempo a los pibes Escudero y Fernández Francou por Batalla y Martínez. Pero el cambio en serio no llegó nunca. Y Vélez se fue apagando hasta morirse de cero. Sin remedio.

Lo de Racing no fue mejor sino todo lo contrario. La firma Blanquiceleste armó un equipo con pretensiones de campeón. Y los hinchas renovaron su apuesta a la esperanza. Pero nada será posible si el fútbol no aparece alguna vez. En el primer tiempo, la Academia se arrimó a los tres cuartos de cancha recién a los 22 minutos. Y un cabezazo y una entrada por la derecha de Bergessio, que terminó con un disparo desviado, fueron las únicas excepciones a una regla invariable. Merlo puso tres volantes de marca (Torres, Matías Sánchez y Bastía) para no perder la pelota. Pero el trío no pudo conseguir ni sostener el balón y, así dadas las cosas, ni Moralez, ni Sava, ni Bergessio pudieron hacer milagros.

En el segundo tiempo, el viento a favor le permitió a Racing arrinconar a Vélez a base de pelotazos. De juego a ras de piso, ni hablar. Ni aun cuando Peralta ingresó por Moralez, porque Peralta nunca pisó el área de Sessa. Sólo los piques de Bergessio rompieron la gris monotonía. Merlo se conformó con poco. Dijo que no estaba mal haber empatado como visitante. Pero la gente, con su apatía tras el alivio del final, expresó otra cosa. Y no estaría mal tenerla en cuenta.

Cancha: San Lorenzo (local Vélez)

Arbitro: Horacio Elizondo

Cambios: 46m Arizala (5) por Maciel (R), 56m Escudero por Batalla (V), 61m Peralta por Moralez (R), 63 m Fernándes Francou por Martínez (V), 87m Fileppi por Sava (R).