El esquema que dibujó Ricardo La Volpe y que los jugadores intentaron sobre la cancha se puede codificar como 4-2-2-2; 5-3-2 o 3-3-2-2 y hasta podría agregarse algún símil número telefónico de parecida característica. Las diferentes lecturas obedecen a la flexibilidad de los movimientos y también a ciertos momentos de desorientación de los jugadores, preocupados por responder a los mandatos. El equipo se paró con tres fijos en el fondo (Silvestre, Díaz y Morel), Ibarra un par de metros por delante del trío y Dátolo como lateral volante, mucho más volante que lateral. Cuando los ataques de Colón eran demasiado anunciados, Dátolo se metía en la línea de final y Morel se desplazaba un par de metros hacia su derecha con la intención de cerrar todos los caminos. Pero como en su doble función Dátolo respondía fundamentalmente a su instinto ofensivo, muy pocas veces quedó formada la última línea con cinco. Y tampoco con tres, porque Ibarra se salió pocas veces de la cueva. Se podrá cuestionar a La Volpe que le da más importancia a la táctica que a los jugadores (hace poco le preguntaron si Riquelme podría tener lugar en este Boca y dijo un “no” tajante porque no le gustan los enganches), pero nadie lo podrá acusar de no pensar prioritariamente en el arco de los contrarios. Ayer se encargaron de generar fútbol Gago por el medio, Marino por la derecha y Neri Cardozo por la izquierda, en tándem con Dátolo. Cuatro mediocampistas, ninguno que pueda considerarse clásico jugador de contención. Con Basile jugaban Battaglia, Gago y Bilos, y un poco más adelante Insúa. Parecido, pero Battaglia equilibraba el potencial ofensivo. Ayer, Boca no tuvo enganche, pero Marino y Cardozo se alternaron en la posesión de la manija y Gago aportó lo suyo desde más atrás. Todo esto obligaba a rápidos retrocesos cuando la pelota era de Colón, que la manejó bastante mientras sus jugadores tuvieron aire en el primer tiempo. La falta de solidez del fondo de Boca en algún pasaje del período inicial se explica más con las torpezas o errores individuales (como el penal que cometió Díaz por cruzar a destiempo) que con el funcionamiento colectivo.

De todas maneras, los números de La Volpe que más les interesan a los hinchas de Boca no son los de las tácticas sino los que obtuvo desde que asumió el cargo: 29 unidades por 9 victorias, dos empates (Godoy Cruz y Racing) y una derrota (River), números que le sirven al entrenador para guardar el helicóptero en el hangar y ponerse a pensar en el título. Si Boca supera a Belgrano en Córdoba y después a Lanús podría llegar a los 50 puntos (87,70% de eficacia), lo que lo convertiría en el campeón de mejor puntaje en torneos cortos. Con Bianchi, en el ’98, Boca logró el cetro invicto, pero sumó 45 puntos, dos menos que San Lorenzo, que llegó a 47 en el 2001.

Si Boca finalmente se consagra, todo Estudiantes lamentará la desgracia de haber tenido a semejante rival en un torneo en el que consiguió diez victorias consecutivas y sumó puntos que en otras circunstancias le hubieran sobrado para obtener el título.

Y si Boca se consagra campeón seguramente no olvidará al Coco Basile, con quien en este mismo torneo el equipo consiguió un ciento por ciento de efectividad (5 ganados en las cinco primeras fechas). Lo de Basile es lo único que nada podrá cambiar. Lo demás todavía está por verse.

Estadio: Boca.

Arbitro: Héctor Baldassi.

Goles: 17m Cardozo (B), 23m G.Hernández (C); 50m Marino (B), 61m y 90m Palacio (B).

Cambios: 68m Ledesma por Marino (B), 74m Malandra por G.Hernández (C), 76m Bravo por Enría (C), 79m Acosta por Esmerado (C), 87m Franzoia por Dátolo (B).

Incidencias: 72m expulsado Rivarola (C).