FúTBOL › IRREGULARIDADES EN LAS DESIGNACIONES DE LOS ENCARGADOS DE REPARTIR JUSTICIA
Desde el momento en que se modificó el sistema de designaciones, pasando del sorteo por bolillero a la designación directa, la falta de transparencia ha sido denunciada por los mismos pitos. Todo apunta al titular del Colegio de Arbitros, Jorge Romo, amigo de Julio Grondona, cuyos conocimientos arbitrales, dicen quienes lo tratan, no resisten el examen más elemental.
› Por Gustavo Veiga
Es difícil de explicar, pero el hombre continúa en su cargo. El torneo Apertura no terminó (aún falta jugarse el clásico Racing-San Lorenzo), tiene un campeón (Estudiantes) y será recordado por sus tremendas irregularidades. Sin embargo, Jorge Enrique Romo sigue como presidente del Colegio de Arbitros. Parece no importar que se lo acuse por falta de transparencia en las designaciones, que apoye con su firma a la oposición en la última elección del club Lanús –del que es socio–, ni que junto al juez Mariano González Palazzo componga la mayoría boquense en ese organismo clave de la AFA, que completan un representante de River y otro de Racing. Al íntimo amigo de Julio Grondona no lo mueve nadie de su puesto desde el 9 de enero de 1991. Javier Castrilli no logró conmoverlo con sus denuncias en octubre del ’98, ni la Asociación Argentina de Arbitros a fines de noviembre de este año. Tampoco logró intimidarlo Abel Gnecco, el responsable de la Escuela Arbitral que lo quiso tomar a golpes de puño. Ni siquiera lo incomodaron las sospechas de corrupción que salpican el ambiente y que Angel Sánchez esparció en febrero del 2006.
Hincha de Boca y vecino de Lanús Este, Romo vive a cinco cuadras del estadio granate desde hace décadas. Antes de que el oficialismo liderado por Alejandro Marón ganara las elecciones en su club el último domingo 10, el presidente del Colegio de Arbitros se presentó en la sede social de la calle 9 de Julio y estampó su firma para respaldar a la lista opositora encabezada por el contador Oscar De Martino. Con tan mala fortuna que su rúbrica era la número 500, o sea la que completaba la cantidad necesaria de avales para que “Etica Granate” pudiera presentarse al comicio que finalmente perdería, con 790 votos. Esa coincidencia numérica lo dejó aún más expuesto.
Cuando la conducción de Lanús se enteró de semejante actitud, no salía de su asombro. Sus directivos decidieron no difundir el episodio que, finalmente, superaría los límites del club. Romo, amigo de algunos opositores, les había prestado la firma como un favor, incomprensible para un hombre que preside un cuerpo de la AFA donde debería dominar la imparcialidad absoluta. Aunque, claro, está comprobado que eso no es así. Los lunes, el presidente del Colegio de Arbitros atiende varias horas a los dirigentes que le piden sacar o poner a determinado referí. “Es como un delivery arbitral”, describió uno de los integrantes de ese organismo que lo denunció a fines de noviembre, por escrito y con su firma: Edgar Otero, el representante de la Asociación Argentina de Arbitros (AAA).
“Desde el momento en que se modificó el sistema de designaciones, pasando del sorteo por bolillero a la designación directa, existe una falta total de transparencia en las mismas”, reveló el comunicado que también rubricó Jorge Ferro, el secretario general de aquel sindicato. La AFA, mediante otro texto, respondió que las acusaciones eran “falsas y contradictorias” y después se llamó a silencio. Eligió un estilo más diplomático que el de Gnecco, quien allá por febrero había desafiado al ahora retirado Sánchez a “que diga quiénes son los corruptos”, cuando aludió a una actividad cruzada por las sospechas de deshonestidad arbitral.
Romo –un comerciante de materiales ferrosos, que tiene su empresa en Quilmes y que de ese modo conoció a Grondona– prosperó en el fútbol a un ritmo lento pero sostenido. En 1983 era miembro de la comisión de relaciones públicas de la AFA, un cargo decorativo, pero hace quince años preside el Colegio y de allí pasó en el 2002 a la Comisión de Arbitros de la FIFA, gracias a lo cual viaja por el mundo siguiendo campeonatos de todo tipo y asiste a determinados cursos en calidad de observador. Quienes tratan con él sobre cuestiones semejantes argumentan que sus conocimientos arbitrales no resistirían el examen más elemental.
“Reglamento hay uno solo y todos lo conocemos, pero se interpreta de una manera en Africa y de otra en Asia. Que son distintas a las de Sudamérica y Europa...”, afirmó el 14 de enero de 2004 en una entrevista donde demostraba toda su sapiencia y que reprodujo la página web de la Confederación Sudamericana de Fútbol. Aquí, en la Argentina, el único reglamento que asimila Romo es el de las presiones dirigenciales. Actúa a pedido de los clubes y eso se traduce en asombrosas estadísticas donde quedan al descubierto cuáles árbitros o jueces de línea dirigen más seguido a determinados equipos. Un tema que bien vale una próxima nota.
La AAA se quejó de esto el 27 de noviembre “porque expone a nuestros afiliados a ser asociados en forma sospechosa a los mismos (por los clubes), generando dudas sobre su honorabilidad”. El revés de la moneda son las nunca asumidas recusaciones. Al sargento Daniel Giménez lo rechazó Estudiantes como árbitro de la final con Boca. Romo suele defender a este cuestionado referí afiliado al Sadra, a quien distintas instituciones defenestran. Pero no es el único en esa situación y las impugnaciones son moneda corriente desde hace años. En octubre del 2001, hace poco más de cinco años, una estadística revelaba que el fallecido Fabián Madorrán no había dirigido a River durante 91 partidos, Giménez a Unión en 74 encuentros y Claudio Martín jamás a Newell’s y Central. ¿Quién era el responsable del Colegio de Arbitros? Romo ya había superado los 10 años como presidente.
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