FúTBOL
Marcó el gol, aportó dinámica y recuperación y trajinó el partido a lo largo de los 90 minutos. Riquelme y Daniel Díaz completaron el podio del equipo de Russo.
› Por Facundo Martínez
Era un partido importante para Boca, que tenía la obligación de ganar para no perderle pisada a San Lorenzo y para reafirmar su buen momento futbolístico. Y así salieron los jugadores del conjunto de Miguel Russo a la cancha, motivados al máximo y con un plan notoriamente ambicioso. Y en menos de un minuto, tras una muy buena definición de Pablo Ledesma (que jugó para 9 puntos), Boca pasó a ganar el partido y a florearse al ritmo del olé que bajaba de las tribunas. Apenas opacó la producción del volante, que aportó dinámica y recuperación y no cesó jamás en la lucha por los espacios y la pelota, la pérdida de la pelota que contribuyó al gol de Rosales para el empate.
Por el primer tiempo que tuvo, Riquelme (8) debió llevarse todos los aplausos. Arrancó con la habilitación para el gol de Ledesma y, durante toda esa primera parte, fue dueño y señor del juego boquense, enloqueciendo por momentos a Ponzio y a Ahumada, que no lo podían parar cuando enganchaba. Su juego bajó considerablemente en el complementario, quizá por el cansancio y por la falta de apoyo de Cardozo (4), que jugó un partido de pesadilla: mal con la pelota y peor con la marca, no estuvo a la altura de las circunstancias.
Distinto fue el caso de Banega(6), que entró medio dormido y regalaba pelotas al por mayor, pero no dejaba de proponer ideas para atacar el arco de River. Aunque de tanto en tanto se iluminaba, encaraba y desparramaba rivales a su paso, terminaba abusando del traslado, lo que despertaba el murmullo de los hinchas que no le perdonaban el error. Fue su primer superclásico y eso puede verse como atenuante.
Los de arriba no hicieron demasiado. Palermo (5) entró poco en contacto con la pelota y no supo aprovechar las ventajas que daban los centrales de River, sobre todo Nasutti. En materia de definición, contó al menos con tres chances claras, pero no pudo batir a Carrizo, que tenía una tarde espectacular. Palacio (5) anduvo bien en la primera parte, aunque al igual que su compañero de ataque tampoco acertó en la definición. Y como no se le daba el gol terminó pinchándose y prácticamente fuera del partido.
Entre los de abajo, el trabajo del catamarqueño Díaz (6) fue de lo mejorcito. En la primera parte se animó a todo y no dudó nunca para salir jugando desde el fondo. Durante el mejor momento de River debió redoblar su esfuerzo y no escatimó el gasto para alejar el peligro de su área. Al igual que Díaz, Morel Rodríguez (6) jugó un partido sobrio y, mientras Boca ganaba, aportaba salida y algún que otro lujo para el entusiasmo. Cuando River mejoró, le costó frenar a Ruben y a Rosales, sobre todo cuando éste le ganaba las espaldas a Clemente Rodríguez (5).
Lo más flojo de la defensa fueron los laterales. Tanto Rodríguez como Ibarra (5) anduvieron bien en la primera parte, pero bajaron el rendimiento en el complementario, justo cuando Boca más los necesitaba. Sus subidas no aportaban sorpresa y cuando perdían la pelota dejaban muy expuestos a sus compañeros. Aunque anduvo un poco mejor con la pelota, Ibarra pareció sufrir la pronta amarilla de Pezzotta; el árbitro le perdonó la vida y no le mostró una segunda tarjeta por sus protestas desmedidas.
El arquero Caranta (6) no fue muy exigido. Y si bien no tuvo mucho para hacer en el gol de Rosales, la pelota rozó en Morel y lo descolocó, expuso a su equipo con una salida en falso, cuando más por desesperación que otra cosa corrió hasta el vértice del área para tapar un avance y terminó chocándose con un compañero, dejando el arco totalmente libre.
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