Lun 16.04.2007
libero

FúTBOL

Valió más que un punto

› Por Daniel Guiñazú

El campeonato aparte terminó sin vencedores ni vencidos. A partir de lo cual bien cabe preguntarse si, haciendo las cuentas, perdieron los dos, o si el superclásico tan esperado y por demás conversado tuvo efectos neutros para los dos gigantes. Boca esperaba una victoria para afirmarse en su disputa con San Lorenzo por la punta del campeonato. Y River ambicionaba un triunfo que disimulara su eliminación de la Copa Libertadores a manos del Caracas Fútbol Club y lo potencie en la búsqueda del título, único objetivo que le quedó en pie tras el papelón sudamericano. Nada de eso sucedió. Y aunque un refrán futbolero dice que si no se puede ganar, es bueno no perder, el 1-1 dejó un regusto amargo en los paladares boquenses y un sabor algo más dulce en los hinchas de River.

De todos modos, el saldo a futuro que deja el partido de ayer fue positivo para los dos. El Boca que Riquelme condujo con maestría futbolera en el primer tiempo puede aspirar a llevarse el Clausura. Y el River que dio una prueba de carácter en la segunda etapa después de un comienzo impresentable demostró que está vivo, en la medida en que vuelva a jugar con esa fiereza bien entendida que exhibió para que no lo lleven por delante. Passarella no podía permitir que a su equipo lo barrieran como, de a ratos, lo barrió Boca. En el entretiempo habló claro, reacomodó algunas piezas, hizo correcciones. Y eso también vale de cara a lo que se viene. Daba toda la impresión de que el técnico también estaba confundido, a veces más que su propio equipo.

Una mirada pesimista de los boquenses podría criticar, además del resultado y la obstinación de Russo para ponerlo al Mellizo Guillermo apenas cinco minutos, cierta desorientación que cundió en el primer cuarto de hora de la segunda etapa. Y algunas actuaciones (Palermo, Palacio, Cardozo) que, si hubieran sido mejores, hubieran determinado un final más feliz, sin tanto para sufrir. Pero de ninguna manera estos desniveles alteran la opinión optimista. Boca venía de cinco victorias consecutivas. Y por el camino que recorrió en el primer tiempo, ganará mucho más de lo que empatará o perderá.

Una mirada pesimista de los riverplatenses podría reprobar ese primer tiempo desalentador y las oportunidades desperdiciadas en el segundo. Pero el repunte individual y colectivo abre una ventana para respirar un aire mejor después de tanto pesimismo en la previa. En el mismo lapso en que Boca sumó 15 puntos, River había embolsado sólo 7, con la salvedad de que River tiene suspendido su partido ante Colón, y además había quedado afuera de la Copa. Una derrota hubiera significado un mazazo casi decisivo para un plantel que todavía tiene el ánimo prendido con alfileres. Sin embargo, con lo justo, pudo rescatarse echando mano a todo aquello que no había puesto en varios partidos anteriores. Apareció por fin Mauro Rosales como el delantero fundamental que Passarella fue a buscar a Holanda. Marco Ruben demostró que la camiseta de la banda roja no le pesa, ni le va a pesar. Y Juan Pablo Carrizo ratificó que es el mejor arquero que hoy está jugando en el fútbol argentino. Datos suficientes como para que el superclásico de ayer se recuerde con satisfacción por el lado de River. Tal vez como el kilómetro cero de una imprescindible resurrección.

Recorrida ya la mitad de la ruta del torneo, y a punto de empezar a recorrer el trecho más decisivo, ¿qué les depara el programa a los dos? A Boca (23 puntos) lo esperan Newell’s (V), Racing (L), Argentinos (V), Arsenal (L), Quilmes (V), Gimnasia de Jujuy (L), Colón (V), Belgrano (L) y Lanús (V). O sea, viaja el próximo domingo a Rosario y en la antepenúltima fecha a Santa Fe, y visita en La Paternal a un Argentinos que batalla por huir de la Promoción; después tiene partidos accesibles, sobre todo de local. Y River (17) tiene por delante a Banfield (L), Central (V), Independiente (L), San Lorenzo (V), Estudiantes (L), Gimnasia LP (V), Godoy Cruz (L), Chicago (V) y Vélez (L), un fixture más exigente, pero con un plus: enfrenta a dos aspirantes al título como San Lorenzo y Estudiantes, a los que puede descontar la diferencia que le llevan.

Resulta imposible vaticinar qué es lo que puede llegar a suceder. La tendencia, fútbol contra fútbol, permite ser más optimista con Boca que con River, salvo que, a partir de ahora, Boca decaiga verticalmente y River repunte más de lo esperado. Pero es sólo una tendencia. Si Boca, como se supone, pasa a octavos de la Copa y sigue avanzando, aquella eliminación que hoy a River le arde en el alma, puede llegar a ser una ventaja. Dolorosa, pero ventaja al fin a la hora de salvar la ropa.

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