Lun 03.12.2007
libero

FúTBOL › EL EMPATE EN LA BOMBONERA ALCANZO PARA QUE LANUS LOGRARA EL PRIMER TITULO DE SU HISTORIA

Campeón de la sencillez y la honestidad

En el ’96 había ganado la Copa Conmebol, pero nunca un torneo local. Y éste tuvo un sabor muy especial porque Lanús dejó en el camino a Boca e Independiente, que en algún momento se perfilaban como candidatos. Los temores de que tuviera que jugar un desempate con Tigre se disiparon con el gol de Sand y las noticias que llegaban de La Paternal. Lanús campeón después de 92 años. Lo tenía merecido. Nadie lo puede discutir.

› Por Pablo Vignone

En esa tercera bandeja aislada, para la cual se habían vendido cerca de 2800 entradas populares, había no menos de 6 mil almas con el fervor pintado entre globos blancos y banderas granates. Por algunas de esas generales, adquirida en ventanilla a 14 pesos, se llegó a pagar hasta diez veces ese precio en las cercanías de Arias y Guidi, un día antes del festivo peregrinaje hacia La Boca. Ese apretujado rezo tuvo premio en escalas, hasta el desahogo final, cuando los suplentes enarbolaban paños amarillos al borde del campo, superando la línea de Ramón Cabrero –alejado ya de todos los temores– para meterse en el campo cuando Chiquito Bossio le entregó en mano la pelota al árbitro Pezzotta.

Lanús se había consagrado campeón. Un honesto, justo, deseado campeón. Un monarca del fútbol destacado, precisamente, por la clase de su fútbol. No el que mostró ayer en la Bombonera, eso está claro. ¿Miedo, Cabrero? ¿Qué miedo podía tener un equipo que en su visita anterior a la Bombonera le había fregado el título al local? Ese, precisamente, era el temor. Eso fue lo que se apreció en el cuarto de hora inicial, con Boca respirando aires de revancha, frente a un Lanús menos timorato que el que no había podido siete días atrás con Argentinos, pero no tan atrevido como el que lapidó a Gimnasia entre semana. Después, casi siempre –salvo esos diez minutos posteriores al empate– se jugó el partido que más le convino.

“En La Boca no podés salir campeón”, gritaban los hinchas locales, más por una expresión de impotente deseo que como muestra de la realidad. En el campo, Lanús no dio casi nunca señales de ser superado por su rival, no mostró costados débiles. En ese sentido, el partido bien puede ser considerado una síntesis del transcurrir del torneo.

Sin embargo, si le faltó del medio hacia adelante la magia que se le elogió especialmente en la segunda mitad del certamen en cambio le sobró solidez y eficacia para cerrar los caminos de su arco, lo que esencialmente precisaba para dar este último paso hacia el primer título profesional en sus 92 años de historia.

Con los pibes que Cabrero crió en la hoguera de la Primera, con el excepcional Diego Valeri –acaso el jugador del certamen, aunque su jerarquía ayer sufrió lagunas– para mover al equipo, con la gambeta de Lautaro Acosta y la picardía de Sebastián Blanco –dos volantes de tremenda capacidad–, con la pimienta de José Sand, por cuyo gol por partido promedio Lanús le pagó 1,5 millón de dólares a River en junio pasado, Lanús cimentó su conquista.

¿Algún equipo desplegó mejor fútbol que el campeón en algún momento del torneo? Ninguno. Independiente, pese a ser puntero durante 14 de las 19 fechas del torneo; probablemente Tigre en ciertos partidos de este cierre (como contra Boca). Lanús ganó más partidos que nadie, usó la pelota con mucha mayor belleza que cualquier rival, y también –para eso están los números– con superior eficacia. Si Blanco hubiera podido doblegar a Caranta en esa jugada del final...

Para entonces hacía ya diez minutos que las seis mil almas se hacían eco de toda una ciudad entera, a kilómetros de allí, y redondeaban sus bocas con la o profunda del “dale campeón...”, haciéndose carne. Ya habían chiflado el ingreso de Dátolo (ex Banfield), estallado con el grito del gol tras el penal convertido por Barzola en La Paternal, puesto a resguardo los resquemores made in Cabrero, y largado la chancleta. Tres bandejas abajo, los pibes se abrazan. Lanús se asegura su inclusión en el pergamino de los campeones de la manera más digna en que puede hacerlo un equipo: jugando.


Estadio: Boca.

Arbitro: Sergio Pezzotta.

Goles: 37m Sand (L); 66m Palermo (B).

Cambios: 54m Dátolo (5) por González y Gracián (6) por Bertolo (B); 64m Boselli por Bueno (B), 85m Benítez por Velázquez (L), 89m Salomón por Valeri (L), 92m Sigali por Acosta (L).

Incidencia: 70m expulsado Vargas (B).

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