FúTBOL › RAMON CABRERO, ENTRENADOR DE LANUS CAMPEON
Promete que sólo va a dirigir dos o tres años más porque “esta profesión no te deja vivir tranquilo”, y asegura que su límite es “no sufrir por el fútbol” más de lo normal. Subraya que prefiere haber ganado el torneo local a una hipotética conquista de la Copa Libertadores y revela que su mujer Noemí no quiere que dirija más “porque cada partido es una batalla”.
–¿Con el campeonato de Lanús se acabaron muchas mentiras del fútbol?
–En muchos momentos al fútbol lo han hecho y lo hemos hecho mucho más difícil de lo que realmente es. El fútbol es bastante más sencillo de lo que parece. Tenés que elegir buenos jugadores y tratar de jugar bien, eso no significa ser un lírico, no hay que confundirse. Porque trabajar, trabajamos todos, pero en definitiva, si vos no tenés buenos jugadores es mucho más difícil que se te den los resultados.
A pocos días de consagrarse campeón en el fútbol argentino, con las valijas listas para irse de vacaciones a Mar del Plata, el técnico de Lanús, Ramón Cabrero, recibió a Líbero para dedicarse a lo que más le gusta: hablar de fútbol. Con 60 años y luego de conseguir “lo máximo” en su carrera, mira hacia adelante y asegura: “Voy a dirigir sólo dos o tres años más. Esta profesión no te deja vivir tranquilo”. Además, reveló que su mujer “no quiere que dirija” y que le sorprende no estar candidateado para dirigir a los clubes grandes de la Argentina: “Para que pueda dirigir River o Boca quizá tenga que hacer más méritos de los que ya he hecho”. Sereno como siempre y fiel a sus convicciones, define a la profesión como “una jungla”, y aunque no se ve como un bicho raro dentro del ambiente, sostiene que el fútbol “es bastante más sencillo de lo que parece”.
–¿Se siente distinto al resto de los técnicos?
–No sé si distinto. Hay mucha gente que se maneja como yo. Como prioridad tengo siempre ir de frente. Si mi equipo juega mal, voy a decir que juega mal. Porque si yo me tengo que sentar con mis jugadores después de un partido en que jugamos mal y a la prensa le digo que jugamos bien, van a decir que vi otro partido o que les miento. Tenés que estar convencido de lo que decís, es así.
–¿En algún momento lo absorbió todo lo que rodea al fútbol?
–Sí. Todos los domingos me absorbe. Yo creo que esta profesión es una jungla y uno no sabe cómo va a salir. El fútbol perdió la belleza por eso. No es vida o muerte. Está el resultado por encima de todo, está la histeria por encima de todo, está el ganar o ganar por encima de todo y se pierde la esencia. Este tipo de cosas, sin dudas, desgasta mucho más rápido.
–¿Qué cosas no soporta?
–Por ejemplo, yo siempre digo que cuando las exigencias sean mucho más desmedidas que lo normal, me voy a mi casa. No pienso sufrir por el fútbol más que lo tengo que sufrir. Tengo 60 años y no vale la pena, yo no voy a cambiar las reglas, doy mi opinión. No voy a cambiar nada pero sí lo voy a decir. No creo que un técnico tenga que salir de la cancha siendo insultado por los hinchas. No veo por qué. O que quieran pegarle a un jugador o presionar a la dirigencia. Son cosas que se han hecho cotidianas y son barbaridades.
–¿Se hace difícil con 60 años manejar a un grupo con chicos de 18 o 20 años?
–No, no. Si algo se me hace fácil es la comunicación con los jugadores, soy muy sincero. Alguno, sin duda, dirá que no sé nada pero yo las cosas las digo de frente. Por ejemplo, cinco meses atrás Diego Valeri y Santiago Biglieri me vinieron a pedir para ser vendidos porque no tenían mucha continuidad en el equipo. Yo los escuché primero. “¿Quieren saber mi opinión? –les pregunté–, ustedes dos no se van ni loco. Yo no les prometo que jueguen, pero no puedo salir al mercado y comprar dos jugadores como ustedes.” Si vos te manejás así, no tenés problemas. Ahora, si tenés un doble discurso, si le decís a un jugador que va a ser titular y no lo ponés, se te complica.
–¿La diferencia generacional no afecta en nada?
–Sí, hay menos diálogo. Por eso tuve la suerte de relacionarme con Luis Zubeldía. Pero creo que no debe haber tanto diálogo entre el entrenador y el jugador, no es tan importante. El filtro debe ser el ayudante de campo o el preparador físico. Cuando llegan al técnico debe ser por un tema muy importante, por ejemplo, disciplina.
–¿Le molesta que sus jugadores no miren partidos de fútbol?
–No, es el momento que nos toca vivir. Es lo mismo que le quiera imponer a mi hijo que sea igual que yo cuando tenía su edad. Es inentendible que los chicos de Inferiores no se queden a ver las otras categorías, pero es así. Igualmente, a veces te saturás. Me pasa a mí a los 60 años y entiendo por qué los chicos se encierran con la computadora o a jugar a un juego. Por ejemplo, un sábado, yo no veo todos los partidos que pasan, te digo la verdad, quizá veo uno o dos.
–¿Qué fútbol le gusta?
–A mí me gusta el fútbol bien jugado, con un equipo ordenado. Siempre digo que el orden es fundamental, un equipo ordenado que juega mal puede empatar o ganar por poco. En cambio, un equipo que juega bien pero es desordenado, lo más factible es que pierda. La inteligencia del jugador pasó a ser superior a la habilidad. El fútbol ahora es muy táctico y un jugador inteligente es más importante que uno hábil.
–¿Qué les va a decir a los jugadores cuando se vuelvan a juntar luego de las vacaciones?
–Siempre voy a estarles agradecido. La realidad marca que en el fútbol no se puede conseguir nada sin buenos jugadores. Acá la alegría es doble porque se formó un grupo muy bueno, con varios grandes y con muchos jóvenes que crecieron en este club. Todo eso hace que no sea un campeonato normal, es el único en más de 92 años.
Producción: Mariano Verrina
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