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Lunes, 7 de octubre de 2002

FúTBOL › MARCO EL SEGUNDO GOL DE LA VICTORIA 2-0 ANTE VELEZ

El Mellizo resuelve más de un problema en Boca

No sólo hizo el tanto del triunfo: su recuperación también aleja los fantasmas de la falta de gol en la delantera del equipo, lo que dejará dormir un poco más tranquilo al Maestro Tabárez. Tevez había marcado el primer gol, pero el equipo visitante había cercado al local en el complemento, y el gol de Guillermo acabó con ese dominio.

 Por Pablo Vignone

Tres meses de estéril discusión fueron lapidados en siete minutos. Los que fueron del 67 al 74. Los que mediaron entre el ingreso del Mellizo Guillermo Barros Schelotto –que hacía su tardío debut en el Apertura– y el gol del Mellizo, un golazo que liquidó el partido, no sólo porque le puso la cifra sino porque descomprimió la presión de la olla en la que Vélez quería cocinar el estofado de Boca. El Maestro Tabárez respira: no sólo por la victoria sino por el panorama que se le abre. Se acabó, parece, la disputa. Que Bracamonte, que Sosa, que...
No es cierto, como se escuchó, que Boca jugó su mejor partido del torneo. Sí que armó quince minutos intensos, prolijos, bien jugados en el arranque, con Delgado parado como lanzador y Tevez como delantero franco. Ese cuarto de hora de juego asociado se pareció mucho, de acuerdo, a lo mejor de Boca en el torneo, por protagonismo y por capacidad resolutiva. Por eso el equipo de Tabárez emergió en ventaja de ese veranito conjugado al calor (34 de sensación térmica) de la tarde.
Delgado había pegado un bochazo en el palo un ratito antes de que Dudar dudara, Clemente Rodríguez habilitara a Tevez, punzante por la izquierda, y el delantero definiera, bien entrado en el área, poniéndola entre Sessa y el primer palo. Si Fuentes, que no falló en toda la tarde, hubiera dado el paso adelante, acaso habría sido otra la historia... Pero no fue, y la victoria parcial no resultaba injustificada.
La producción bajó hasta pasada la media hora, porque Boca no pudo mantener el ritmo y lo cambió por el pelotazo franco, y porque Vélez adelantó la línea de volantes, parada demasiado atrás, para disputar el partido más en el medio. Se discutirá si Ischia hizo bien dejando a Gracián en el banco; la picardía fue tener a Jonás Gutiérrez comprometido con la marca cuando era el único que podía generar fútbol, con Nanni ausente y Husain lastimado.
Así, el partido se emparejó y perdió calidad. Pero seguía siendo Boca el más peligroso, aunque la cabeza de Bracamonte desperdiciara dos claras chances para aumentar. Lo habrían insultado el doble si el bueno de Gutiérrez le hubiera puesto el frentazo abajo a un centro de Valdemarín que habría significado un sorpresivo empate.
Esa indefinición mereció un breve debate: ¿debía dejarle Bracamonte su lugar a Sosa en el complemento? El ex Udinese se había quejado en la semana de falta de oportunidades y nadie habría lamentado que el cordobés saliera de la cancha.
De hecho, los hinchas de Boca no lo lamentaron, porque tenían otra idea en mente. Tenían ganas de Mellizo. Lo vivaron cuando cruzó la cancha para sentarse en el banco antes de empezar el segundo tiempo, y lo pidieron a los gritos cuando Vélez, bien entrado el cuarto de hora, había arrinconado al equipo local contra Abbondanzieri, llenándole el partido de preguntas a la defensa boquense, que no hacía pie del todo.
No se sabe si Tabárez los escuchó o si la idea era original. Lo concreto es que ordenó el cambio, dejó bufando a Sosa y le puso pimienta a un Boca semidormido o semiagotado, en el que Cascini recuperaba de a dos, pero entregaba una a los rivales, en el que Ibarra perdía con Gutiérrez y ya no era salida, en el que a Burdisso lo salvaba la altura de Schiavi, en el que Delgado ya no pensaba. Y lo hizo estornudar, y lo salvó.
Fiel a su costumbre, al Mellizo lo envolvió primero la polémica, cuando lo amonestó –mal– el tibio Favale por entorpecer un saque de Sessa. Y luego lo arropó la magia: Delgado vio el hueco a espaldas de Somoza y Bustos, y la puso milimétrica para Tevez; el pibe arrastró la marca y lo buscó a Guillermo, que entraba por la izquierda, queriéndole ganar el cierre a Fuentes y Uglessich. Como no hizo Sosa nunca, ni Bracamonte en las últimas cuatro fechas, el Mellizo metió el freno, se corrió al medio y la colocó en el segundo palo de Sessa. Partido liquidado, problema resuelto. En ese orden.

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Guillermo celebra su gol con Ibarra y Pinto.
 
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