Lunes, 16 de noviembre de 2009 | Hoy
FúTBOL › CERCA DE 40 MIL PERSONAS DESPIDIERON LOS RESTOS DEL ARQUERO ROBERT ENKE
El suicidio del arquero de la selección de Alemania conmueve por las implicancias de la decisión. La tremenda presión que ejerce la búsqueda del éxito a toda costa tiene costos terribles. Los tabúes de la sensibilidad.
Por María Laura Aráoz
Desde Hamburgo
¿Es difícil ser futbolista profesional y al mismo tiempo una persona sensible? Robert Enke, arquero de la selección de Alemania, dijo el año pasado que no, que él no se consideraba especialmente sensible. El guardameta del Hannover ocultó durante seis años sus miedos detrás de una aparente fortaleza física y mental. No lo sabían ni sus compañeros del Hannover, ni de la selección, ni los dirigentes.
El caso de Enke destapó un tabú en el fútbol, un deporte de alto rendimiento en el que parece no haber lugar para problemas psíquicos. Un juego cargado de importancia social y un tremendo negocio en el que la depresión, una enfermedad que suele atacar a personalidades sensibles, es vista como debilidad o falta de carácter.
“Nadie va a estigmatizar a un deportista por tener gripe A, pero si tiene una enfermedad psíquica se dice que no es lo suficientemente duro”, constata Florian Holsboer, director del renombrado Instituto Max Planck de Psiquiatría. “Se pone a jóvenes sin gran experiencia de vida en el candelero y se los llena de dinero. Para abrirse camino hay que tener una naturaleza robusta y quizá los más sensibles, los artistas, no encuentren la forma de conectarse con el fútbol profesional. Me temo que los artistas sensibles serán cada vez menos en el fútbol”, pronostica el experto.
“Las enfermedades psíquicas no pueden seguir siendo un tabú en el deporte de alto rendimiento. Si alguien se lesiona los ligamentos y se le da de baja, con el mismo criterio debe poder estar de baja cuando no se sienta mentalmente bien. El fútbol tiene que aprender que las lesiones en el ámbito psíquico pueden darse al igual que las de rodilla”, urge. Pero además de sensibilizar a los directivos y jugadores, también habrá que concientizar a la opinión pública, advierten expertos.
El padre de Enke, el psicoterapeuta Dirk Enke, dijo al semanario Der Spiegel que “el miedo había jugado un papel fundamental” en la depresión de su hijo. “Si Enke hubiera hablado en público de su enfermedad –señala el sociólogo deportivo Günther Pilz–, me temo que no solamente hubiera sido utilizado por sus rivales sino de forma brutal e impiadosa por los hinchas que ahora salen a la calle a llorar su muerte.”
El presidente de la Federación Alemana de Fútbol, Theo Zwanziger, recordó que no sólo la depresión sino también la homosexualidad es un hecho que se oculta en el deporte. “La misma presión sufren, por ejemplo, los jugadores homosexuales”, destacó. Ayer, en el funeral de Enke, dijo: “El fútbol no es todo en la vida. El fútbol no debe ser todo en la vida. Creo que Enke hubiera llamado a los hinchas a mostrar más humanidad y valor cívico, a levantarse para oponerse a los tabúes que siguen existiendo en nuestro deporte profesional”.
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