Con una actuación ampliamente superior, Vélez logró ayer en Liniers una importante victoria frente a un deslucido Independiente que, en lo que fue el debut de Daniel Garnero como entrenador, decepcionó por su falta de claridad a la hora de jugar la pelota y por su escasa ambición ofensiva. El uruguayo Santiago Silva anotó el único gol del partido y terminó siendo la figura en el equipo dirigido por Ricardo Gareca, donde también brillaron, por rapidez, desbordes y llegadas, Juan Manuel Martínez y Maxi Moralez, quien se retiró de la cancha en medio de una gran ovación.

El clima con el que los hinchas de ambos clubes recibieron a los equipos delataba las ganas de volver a ver fútbol tras el largo parate desde la finalización del Clausura, a finales de mayo. Y en el arranque del partido, en unos minutos de pura lucidez, ambos conjuntos se hicieron eco de esas ganas y ofrecieron un espectáculo interesante. Pero fue sólo unos minutos, porque después a Independiente se le aflojaron los tornillos y comenzó a funcionar mal, con desprolijidad, sin ideas, como si se tratara apenas de un prototipo de equipo.

Mucho tuvo que ver Vélez en el opacamiento de los de Avellaneda. La velocidad y los aciertos de Martínez y Moralez en el ataque marcaron la impronta de un equipo que, con el correr de los minutos, experimentó un crecimiento colectivo interesante, y así logró convertirse en un claro dominador del desarrollo del partido. Siete chances más o menos claras de gol, contra apenas tres de Independiente, pasaron hasta que los de Liniers lograron ponerse en ventaja.

Fue tras un zapatazo de Zapata para Moralez que picó por la izquierda y de primera sacó el centro que Silva, en lo que fue su tercer intento, cabeceó sobre el segundo palo, luego de ganarle la posición a Mareque, para poner el trámite 1-0 y desatar la euforia de los hinchas locales.

Si algo le faltó a Vélez fue claridad en los últimos metros como para liquidar el partido. La falta de reacción de Independiente le facilitó las cosas; sin embargo, las sucesivas fallas en el toque final hicieron que el partido se fuera al descanso sin más festejos.

La visita no cambió para la segunda parte y pese a que Vélez lo superaba por las franjas laterales, sobre todo por el lado de Vallés, el que más sufrió en toda la tarde, Garnero no desarmó su esquema táctico y mantuvo el doble cinco en el medio, con Battión y Pellerano, cuando el partido le pedía a gritos el ingreso de un enganche, Gracián o acaso Rodríguez, para que alguno se asociara con Mancuello, el único que intentaba hacer algo más o menos digno.

Para peor, la expulsión de Velázquez, a los 62 –Baldassi no dudó en sacarle la segunda amarilla por una falta desde atrás a Silva, con quien el defensor venía discutiendo–, terminó de complicarle los planes al equipo de Garnero. Es que, apenas dos minutos antes, el técnico había mandado a la cancha a Parra (por Cabrera, que no había hecho otra cosa que tirar un par de centros) y tenía tres nueve en ataque, pero no la pelota como para abastecerlos. Tras la expulsión, debió ingresar Galeano por Pacheco, que había hecho mucho menos que Silvera. Y para cuando entró Rodríguez (por Mancuello), el Rojo era todo impotencia.

Vélez hacía su juego, sobrio pero seguro. Le faltaba un empujón como para liquidar el partido. Silva se imponía en ataque y exigía a la defensa del Rojo. Moralez tuvo un mano a mano increíble como para el 2-0, pero Gabbarini respondió y sacó al corner. El arquero iba a confirmar su buena tarde cuando ya sobre el epílogo le ahogó lo que hubiera sido el segundo grito de gol a Silva.

Estadio: Vélez.

Arbitro: Héctor Baldassi.

Goles: 34m Silva (V).

Cambios: 60m Parra (4) por Cabrera (I), 66m Galeano por Pacheco (I), 75m Cristaldo por Moralez (V) y P. Rodríguez por Mancuello (I), 79m G. Díaz por Fernández (V), 84m R. Alvarez por Martínez (V).

Incidencia: 64m expulsado Velázquez (I), por doble amarilla.