Lunes, 18 de octubre de 2010 | Hoy
FúTBOL › BORGHI NO CONSIGUE ARMAR EL EQUIPO DESDE EL MEDIO
El técnico de Boca ya probó de todo: jugar con enganche, sin enganche, con doble cinco y hasta con doble enganche, como ayer. Pero nada funciona. La apuesta mayor sigue siendo la del regreso de Riquelme a las canchas.
Por Facundo Martínez
Aunque Boca le ganó ayer a Huracán y sumó su segundo triunfo consecutivo, no alcanza ni mucho menos con lo visto, tanto en el Monumental de Victoria como en la Bombonera, para entusiasmarse con el futuro. Si bien es cierto que en este fútbol argentino los resultados mandan, al punto de que suelen bajar a los entrenadores uno detrás del otro como piezas de dominó, también se puede decir que los resultados a veces engañan. Este es el caso de Boca, que ayer dejó conforme a sus hinchas por la victoria, pero preocupados por la magra producción del equipo, que sigue sin encontrar la brújula y por momentos juega, a pesar de la jerarquía de sus integrantes, como un equipo de inferior categoría.
“Nosotros tenemos que buscar un estilo, una forma que nos dé seguridad para ganar. Recién después podríamos pensar en el resto”, admitió Borghi, quien aún no logra dar en la tecla para cubrir la ausencia de Juan Román Riquelme, al que Boca espera como si fuera el Mesías, el Salvador, y que recién podría aparecer frente a Argentinos, en el último encuentro previo al Superclásico que se jugará en el Monumental de Núñez. Borghi ha probado de todo, jugar sin enganche, con enganche, con doble cinco o incluso, como sucedió ayer, con dos enganches: Damián Escudero y Cristian Chávez.
Del primero quedó poca tela para cortar. Un par de arranques interesantes en la primera parte, todo muy para él y su gambeta, pero casi nada de claridad para hacer jugar a sus compañeros y ni siquiera un pase en cortada para perforar la vulnerable y lineal defensa del Globo. Del segundo, en cambio, se vieron más ideas, un poco de atrevimiento, desequilibrio, pausa y algo de desfachatez para enganchar aquí y allá y generar espacios vitales para que Boca apenas se acercara al arco que defendía Gastón Monzón.
Chávez fue el único de Boca que ayer aprobó el examen del partido ante Huracán, un equipo que, más allá de los intentos aislados de su delantero Rolando Zárate y de alguna que otra jugada encendida de César Montiglio, todo en la primera parte, se mostró siempre inferior y ni siquiera supo aprovechar la desidia y los errores de Boca en la zona de volantes. Poco y nada hicieron Jesús Méndez y Matías Giménez por las bandas, ni siquiera enviar centros más o menos dignos para las cabezas de Martín Palermo y Lucas Viatri, quienes igualmente tuvieron su premio y reconocimiento al marcar los dos tantos del partido.
Otro que zafó pero raspando fue Cristian Erbes, reemplazante de Sebastián Battaglia, a quien le tocó bailar con el bueno de Matute Morales, quien terminó anulado y entró tan poco en juego que casi pasó inadvertido. Si bien el juvenil volante de Boca no tiene suficiente claridad para complementar desde atrás la falta del talento de Riquelme, al menos hizo bien lo que le habían mandado: cortar los intentos de gestación de los volantes del equipo de Miguel Angel Brindisi.
Las victorias suelen dar tranquilidad a los entrenadores para trabajar en la semana y Boca tiene mucha tarea para hacer si de verdad quiere prenderse aunque más no sea tardíamente en la lucha, al menos para ir templando el equipo y su funcionamiento. Pero de ninguna manera puede quedarse con lo que le han arrojado los resultados, tanto frente a Tigre como ayer ante Huracán. Ese sería el peor camino para la seguidilla que se le viene: Independiente en Avellaneda, Argentinos en la Bombonera y River en el Monumental, un Superclásico en el que ambos equipos buscarán salvar el año, mal que les pese.
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