Vélez se repuso en la punta y va derecho a transformar las cinco fechas finales del torneo Apertura en un apasionante embalaje mano a mano con Estudiantes, el otro ocupante del extremo más alto de la tabla. A diferencia del equipo que dirige Alejandro Sabella, el que conduce Ricardo Gareca parece tener más fútbol y mejores delanteros, pero menor solidez defensiva. Ayer, ante Lanús, volcó sobre el impecable césped del estadio José Amalfitani todas sus virtudes y todos sus defectos. Por eso ganó bien por 1 a 0. Pero sufrió algo más de lo debido.

Tiene un plus Vélez, un as bajo la manga que puede llegar a aparecer en cualquier momento: Maxi Moralez. Su enganche o hacedor de juego no termina de ponerse a punto en lo físico (Cristaldo lo reemplazó anoche antes de la primera hora del partido). Y el equipo y, sobre todo, Juan Manuel Martínez y Santiago Silva, los picantes delanteros velezanos, lo sienten porque la pelota les llega menos de lo necesario y sin tanta claridad. En el primer tiempo, Moralez estuvo desajustado en lo que mejor le sale: el último pase, la pelota filtrada entre líneas para la llegada de sus compañeros. De allí que Vélez, en ese rato, haya dependido más de explosiones individuales que de un verdadero juego de conjunto.

Sólo cuando Martínez se recostó sobre las bandas y encaró a Grana y Lugo, los laterales granates, encontró la posibilidad de fabricar llegadas. A los 42 minutos, de un desborde de Martínez por la derecha, sobrevino un cabezazo de Silva que exigió una buena atajada de Caranta. Fue la única situación de Vélez en la etapa inicial, cuando el triunfo y la punta quedaban más lejos de lo previsto y la ansiedad de la gente carcomía las tribunas de Liniers.

Pero a falta de Moralez, otros se hicieron cargo de la situación. Y en los primeros 20 minutos del segundo tiempo, Augusto Fernández bien abierto por la derecha, Papa soltándose por la izquierda, la movilidad y el atrevimiento de Martínez y la decisión de apretar más arriba aún a Lanús y de hacer correr mejor la pelota, detonaron una superioridad mucho más marcada de Vélez y un mayor ajetreo para Caranta. A los 59 minutos, Ricardo Alvarez le demostró a Gareca que su puesto es el de volante por la derecha y no los otros que el técnico pretende inventarle: recibió de Cubero, cortó hacia adentro y despachó un soberbio zurdazo cruzado que pasó entre las manos del arquero de Lanús para convertirse en el 1-0. Después lo tuvieron y lo desperdiciaron Martínez y Papa. Lanús, a todo esto, miraba. Cada vez más metido atrás, cada vez más impotente para sostener la pelota. Cada vez menos confiado en sí mismo.

Recién cuando, a los 64 minutos, Zubeldía canjeó a Aguirre por Lugo y rearmó su mitad de la cancha pasándolo a Ledesma a la izquierda, Lanús se dinamizó y reapareció en el partido. Y con poco, le desnudó algunas fisuras al fondo de Vélez. Barovero mandó en gran forma al corner un zurdazo de Romero, un cabezazo del uruguayo Regueiro se fue al lado del palo derecho y, por último, Aguirre y Romero se lo perdieron en la misma jugada. Estuvo bien que Vélez haya ganado. Y no hubiera sido lógico que Lanús empatara. Pero no anduvo tan lejos de que esto último sucediera. Una señal clara de que Gareca todavía tiene tuercas que ajustar en medio de la alegría de los hinchas por la punta recuperada.

Estadio: Vélez.

Arbitro: Pablo Lunati.

Gol: 57m, Alvarez (V).

Cambios: 58m, Cristaldo (6) por Moralez (V); 64m, Aguirre por Lugo (L); 72m, Razzotti por Alvarez (V); 78m, Bella por Martínez (V) y Lagos por Romero (L); 84m, Castillejos por Regueiro (L).