FúTBOL › AVANZA LA TERCERIZACION EN EL FUTBOL DE PRIMERA
Los títulos son de nosotros, los jugadores son ajenos
Independiente salió campeón sólo con cinco futbolistas de su entera propiedad; a otros nueve les prestó la vidriera. En River crece la idea del fideicomiso para comprar jugadores y el Fondo de Boca sigue adelante.
Por Gustavo Veiga
Por imposición más que por convicción, por afán de lucro de un puñado y la resignada actitud de una mayoría, la savia del fútbol que son sus jugadores ya no alimenta a los clubes como en el pasado. Y no se trata de que sólo los empresarios o intermediarios de siempre hicieron su agosto. Ahora son los propios dirigentes quienes impulsan las fórmulas desesperadas del financiamiento. Independiente, el actual campeón, empieza a buscar la receta adecuada para que prosiga el efecto del shock económico que imprimieron los dólares de Daniel Grinbank. Boca se adelantó a todos con un fondo común de inversión que debe liquidarse definitivamente en septiembre del 2003, River explora la alternativa de un fideicomiso ideado por su vicepresidente, Julio Macchi, y ni que hablar de Racing, gerenciado y con un proceso de quiebra aún no levantado e incubado por desastrosas presidencias.
Si a estas cuatro instituciones, entre las más grandes, se agrega el caso de San Lorenzo, con un generoso pasivo que dejó la administración de Fernando Miele y hoy en convocatoria de acreedores, se comprende por qué la tercerización del fútbol es un fenómeno que llegó para quedarse por un largo tiempo. Los beneficiarios, hombres de negocios todos y en ocasiones representantes de capitales de origen difuso, están de parabienes. Los clubes quedaron a su merced y los futbolistas son la frutilla de un postre que todavía no terminaron de engullirse.
Hace un par de meses, el empresario Grinbank declaró, durante una entrevista que le realizó el periodista Ezequiel Fernández Moores, que la suya no iba a ser “una historia con final feliz” en Independiente. Aclaró, por si hacía falta, que su inversión en la institución era “un negocio” y que, no obstante, su “corazón rojo” había impedido que Lucas Pusineri terminara en River. Además de este volante, que resultó clave en el título conseguido tras ocho años de sequía, Grinbank cedió a Federico Domínguez y a Alejandro Montenegro. Los tres suscribieron con Independiente un contrato a préstamo hasta junio próximo.
Fernando Sciaccaluga, vicepresidente del club de Avellaneda, le señaló a Líbero: “Nosotros tuvimos la suerte de que Daniel es de Independiente, pero él no puede hacer beneficencia. Si se cumplen los contratos que firmamos, la gente no puede terminar mal con él. Acá en la Argentina existe demasiado fanatismo y si los jugadores que él aportó continuaran en el futuro en clubes del país, eso sería cuestionado. Una cosa fue la asociación con Grinbank y otra muy distinta es un gerenciamiento. Nosotros estamos lejos de tener una idea privatista”.
Cuando el empresario lo considere, Pusineri, Domínguez y Montenegro podrían mudarse a otra parte e Independiente no recibirá ni un centavo por ellos, excepción hecha de un resarcimiento económico que Grinbank debería abonar si los tres jugadores rescinden sus contratos antes de junio. Otro tanto ocurriría si Federico Insúa, cuyo pase le pertenece a una sociedad conformada por los intermediarios Cayetano Lavalle, Rubén Bouza y Marcos Franchi, es transferido al exterior.
Para evitar estas operaciones golondrina, con jugadores que emigran sin dejar rastros en las tesorerías de los clubes, en Independiente apuestan a las divisiones menores. Saben que eso llevará tiempo, “pero queremos hacer un trabajo profundo y muy serio, porque sin material futbolístico propio es muy difícil resolver las dificultades económicas”, sostiene Sciaccaluga.
Fondo con otro nombre
Julio Macchi es el vicepresidente 1º de River y al mismo tiempo preside el Banco de Valores que, vaya curiosidad, es la sociedad depositaria del Fondo Común Cerrado Boca Juniors. Hombre experimentado en el mundo de las finanzas, ideó para su club la fórmula del fideicomiso. Un mecanismo que guarda similitudes con la cartera de inversiones concebida en Boca por Mauricio Macri y aprobada por una asamblea extraordinaria derepresentantes el 18 de octubre de 1996. Se trata en ambos casos de patrimonios que buscan rentabilidad, aunque se administran de distintas maneras. Mientras el fondo distribuye cuotas parte, el fideicomiso emite certificados.
Pese a la convicción con que Macchi difundió su propuesta a principios de diciembre, en River hay quienes le dieron relativa importancia. Carlos Ferreyra es el presidente del departamento de Hacienda del club y explicó que “se trata de una alternativa que será sometida a estudio. Es una idea del vicepresidente Macchi, pero si vendemos a Martín Demichelis al Bayern Munich, no vamos a necesitar fondos”. El pase se concretaría a cambio de un ingreso para la tesorería del club cercano a los 5 millones de dólares libres de impuestos. Al contador Ferreyra no lo seducen demasiado estas soluciones, aunque admitió que un fideicomiso es mejor que un fondo común de inversión.
En River no quieren ni parecerse a Boca hasta en las recetas financieras pero, más allá de los matices diferentes que presentan estas inversiones sujetas a riesgo, Macchi enunció un discurso similar al de Macri cuando el ingeniero buscaba cautivar cuotapartistas. “Los inversores pondrán dinero y ganarán sobre el capital aportado. Lo que recibirán en una futura venta será proporcional a lo que colocaron en una compra compartida con el club.” Sea como fuere, los dirigentes verán reducido su margen de maniobra, ya bastante acotado por la proliferación de intermediarios.
A gerenciar, que se acaba
el fútbol
Mientras tanto, en Boca no se ha modificado la cartera de inversiones del Fondo que debería liquidarse en septiembre del 2003. Si no hubiera ventas, la institución se vería obligada a recomprar los futbolistas que aún son patrimonio de los inversionistas. Se trata de Guillermo Barros Schelotto, Cristian Muñoz, César La Paglia, Martín Andrizzi, Javier Villarreal, Antonio Barijho y José Pereda, quien estaría por rescindir su contrato con Boca. En el balance trimestral del fondo cerrado al 30 de junio de este año, los valores ajustados de los siete ascienden a 6.597.336,98 pesos.
Santiago Urdapilleta, el presidente de la Xeneize, la sociedad gerente del Fondo, cerró el balance del año con una reflexión poco optimista: “El valor de los jugadores bajó muchísimo y no se sabe qué hacer con ellos”. Consultado sobre si creía viables otras fórmulas de inversión para el fútbol, dijo que “no hay otras variantes, salvo la del gerenciamiento”. Esta herramienta, la más extendida en nuestro popular deporte, se implementó por lo general sin demasiado éxito en clubes urgidos de dinero. Hoy, Racing en Primera División, Belgrano de Córdoba en la “B” Nacional y Platense en la Primera “B” Metropolitana, son apenas tres ejemplos, en tres categorías distintas, de cómo delegaron las instituciones la administración del fútbol en manos de terceros, ajenos a esas sociedades civiles.
Nadie tomó en cuenta el artículo 249 del reglamento general de la AFA, convertido en letra muerta: “Queda total y absolutamente prohibido, bajo pena de nulidad, la cesión de contratos a favor de personas físicas o de empresas o entidades que no intervengan directamente en la disputa de torneos oficiales de la AFA”. Poco importan los parches que se colocaron después para guiar a los inversionistas con la zanahoria del gerenciamiento bajo la tutela de la asociación presidida por Julio Grondona. El Grupo Exxel, el primero que se sometió a esas normas, invirtió 11 millones de pesos en Quilmes y cuando los resultados deportivos no acompañaron, hizo los bártulos y abandonó el club.
Sería conveniente que los dirigentes tomaran en cuenta una máxima latina que dice: “Nadie pregunta cómo te has hecho rico y todos te reciben mejor si saben que lo eres”. Así evitarían más de un desengaño.