FúTBOL › MUNDIAL 2002: EL ANTI-AÑO DE LA SELECCION
Hay una sola manera de jugar
Por Diego Bonadeo
Que los jugadores de la Selección Argentina –por lo menos varios de ellos– digan que Marcelo Bielsa es el mejor director técnico que hayan tenido jamás no significa otra cosa más que eso. Que, según quiénes lo dicen, Bielsa es el mejor técnico que tuvieron. Tal afirmación únicamente supone que Bielsa es mejor que los otros que cada uno de quienes esto dicen han tenido como entrenadores. Hasta aquí, Bielsa por los jugadores de la Selección Nacional. O, por lo menos, por algunos de ellos.
Angel Cappa, amigo de Jorge Valdano como Bielsa, pero más en sintonía futbolística con Valdano que con el técnico de la Selección, insiste hasta el cansancio –y no sin razón– que hay una sola manera de jugar al fútbol: bien.
¿Qué quiere decir entonces que “Bielsa es la síntesis”? ¿La síntesis de qué? Por un lado, y a riesgo de ser temático, insistente, remanido y demás, Bielsa no juega. Por otro lado, para que haya síntesis debe haber más de un elemento a sintetizar. Cuando se dice que Bielsa es la síntesis, se pretende inventar un equilibrio en la conducción de un equipo de fútbol, entre –por lo menos– dos maneras diferentes de entender el juego. Los distraídos de nunca y los intencionados de siempre insistirán en que las dos maneras pasan por los apellidos de Menotti y Bilardo. Otros podrán decir Babington y Russo. Así, hasta agotar el padrón de la Asociación de Técnicos. Y también habrá quienes insistirán en que la antinomia es obsoleta. La cuestión es evitar todo debate –volviendo a Cappa– respecto de qué quiere decir jugar bien. Hasta aquí, Bielsa por los opinólogos.
La larga antesala de casi tres años que precedió al mundial de Corea-Japón con las eliminatorias, la Copa América y los amistosos como antecedentes a evaluar marcaron un sinfín de contradicciones; no respecto de los resultados, sí en cuanto a las posibilidades de juego no concretadas, para un plantel que debió jugar mucho mejor de lo que jugó. De todos modos debe convenirse en que Brasil ganó una de las copas del mundo menos pronosticables desde 1930, no porque Brasil no fuese candidato, sino porque Francia y Argentina, dos de los numerosos puestos para pelear definiciones se quedaron afuera en la primera rueda y por la aparición de selecciones –caso Senegal– cuya llegada a semifinales no parecía estar en los cálculos de nadie.
En cierto modo este discepoliano todo es casi igual, nada es mucho mejor marca una realidad de fútbol del mundo que se refleja cada fin de semana, por ejemplo, en los torneos europeos en los que son casi todos extranjeros –sudamericanos, africanos o europeos de otros países– las grandes figuras de las ligas española, italiana e inglesa. Pero la participación del seleccionado nacional, integrado casi en su totalidad por futbolistas que juegan en Europa, todavía hoy, a más de medio año de la eliminación, sigue provocando desencuentros. Por lo menos para la discusión entre quienes, en nuestra sociedad futbolera, continúan debatiendo sobre convocatorias y rendimientos. No vale detenerse ahora y aquí en actuaciones individuales o colectivas, ni en anécdotas. Quizá sí sea conducente quedarse en algunos casos puntuales.
La regularidad de Nelson Vivas en los partidos previos al Mundial hizo que su ausencia por lesión fuese de las más notorias de este equipo. Con Sorín ya definitivamente alejado del fondo, Vivas era lo más consistente de la defensa argentina, pese a la solvencia de Samuel en la marca, con las extremas limitaciones del ex defensor de Boca cuando de jugar la pelota se tratara. A nadie puede sorprender que Simeone haya sido el habitual futbolista de dientes apretados y músculos tensos, y a todos debiera llamarnos la atención que uno de los mejores de los últimos tiempos, como Verón, haya sido uno de los peores en Corea-Japón. El Piojo López fue el Piojo López aunque, esta vez, la impredictibilidad le jugó en contra: el que mete los goles que no se meten y el que tira afuera los que deben ir adentro se quedó con los que van afuera. El saldo quizá deje parala discusión que Sorín y Aimar fueron los mejores. Mientras tanto Saviola, Riquelme y Gabriel Milito, entre algunos otros, a esperar el 2006.