FúTBOL › LA SELECCION NACIONAL ES TAMBIEN COSA DE SPONSORS Y DE CACHETS
Gran venta Selección
Pasó la época dulce del superávit millonario. La AFA y la que fue su gallina de los huevos de oro, la Selección, buscan adaptarse a los nuevos tiempos. Sustitución de sponsors y partidos surtidos al mejor postor.
› Por Gustavo Veiga
La escena se repite desde el 4 de enero en el espacioso predio de Ezeiza. Obstinado, Marcelo Bielsa ensaya sus consabidas fórmulas tácticas. La escenografía es austera: conitos, cintas y decenas de pelotas. Entre esos adminículos, diecisiete jugadores se deslizan a punto de cocción bajo un sol tropical. Nadie repara allí en los carteles de publicidad que hierven. Son de los seis auspiciantes que por ahora respaldan a una Selección autóctona, de ocasión, que se prepara para enfrentar al que “esté dispuesto a pagar” por sus servicios. Ajenos a los sudores provocados por el tórrido verano, hay otros seres que transpiran, aunque no como los futbolistas. Lo hacen en sus despachos y oficinas. Son un puñado de dirigentes de la AFA que buscan mantener activo el producto más seductor que disponen para vender. Uno, el técnico, tiene el ceño fruncido de tanto insistir con la receta adecuada para ganar partidos. Pero quienes lo contrataron se inquietan porque se aleja un sponsor –Visa–, porque deben conseguir rivales atractivos en divisas, aunque no tanto en pergaminos deportivos y porque hay deudas que vienen de arrastre. Todo esto se da en el marco de un año tan deprimido como 2002 en materia de ingresos televisivos y, por supuesto, sin los millones de dólares que se hubieran recaudado con una colocación bastante superior al decimooctavo puesto conseguido en el último Mundial.
La información fue confirmada por Julio Alegre, integrante de la comisión de Selección y presidente de Estudiantes de La Plata: “Es posible que Visa no siga más”. Otra fuente precisó que la tarjeta de crédito estadounidense terminó su contrato en diciembre pasado y no lo renovará. “No sería grave porque estamos negociando con otras empresas”, minimizó Alegre, quien sugirió dialogar con Héctor Domínguez, el tesorero de la AFA que se ocupa de estos asuntos y está de vacaciones. Cierta vez, Julio Grondona confió que esperaba conseguir que un banco respaldara con publicidad al seleccionado. Hoy, con la salida de Visa, ya no habría anunciantes del mundo de las finanzas. Aunque trascendió que se acercaría Aerolíneas Argentinas.
Sin embargo, José Luis Meiszner, otro de los directivos que se ocupa de estos sensibles asuntos, comentó un hecho que tiene una arista alentadora. “La AFA extendió su contrato vigente con Adidas que finalizaba en el 2006, por un período de cuatro años más, hasta 2010. Eso significa que cobrará 6 millones de dólares por temporada, o sea un total de 24 millones más que recibiremos.” Además, la empresa alemana de indumentaria deportiva entregará un millón de dólares anuales en productos. La dificultad añadida que tiene esta situación es que la AFA comprometió la parte del convenio que vence en el 2006 para avalar el fideicomiso firmado con Futbolistas Argentinos Agremiados, gracias al cual finalizó una huelga por el pago de haberes atrasados, en mayo del 2001. Por ende, los 24 millones a los que aludió Meiszner deberían empezar a percibirse en el 2007.
A jugar se ha dicho
En una de las últimas reuniones del Comité Ejecutivo de la AFA que cerró el 2002, se determinó que la Selección Nacional jugaría a partir de este año contra todos aquellos rivales dispuestos a pagar un canon que contemple la ilustre reputación que la mayoría de nuestros equipos nacionales supieron conseguir. Según palabras de Alegre, “sin que esto implique dejar de lado el prestigio”. En eso están los dirigentes desde la inesperada defección deportiva en Japón y Corea. Saben que el cachet para un seleccionado lo determina el mercado y son conscientes también de otra cosa: no se abonará lo mismo por un seleccionado como el que hoy entrena Bielsa en Ezeiza, que por uno nutrido de las principales figuras que se destacan en el fútbol europeo. Por esa razón, la AFA recibirá mucho menos dinero por sus presentaciones del 31 de enero ante Honduras en San Pedro Sula, el 4 de febrero con México en Los Angeles y el 8 del mismo mes contra Estados Unidos en Miami, que por dos partidos contra Holanda enAmsterdam (12 de febrero) y Libia en Trípoli (30 de abril). La diferencia está en que estos últimos serán afrontados con la base del plantel que disputó la Copa del Mundo y que juega en las poderosas ligas de Inglaterra, España e Italia.
La oferta de Al Saadi Khadafi, el hijo del líder libio y vicepresidente de la federación de fútbol de su país, supera incluso a la que se pactó con los holandeses. Un millón de dólares contra ochocientos mil. Sea como fuere, los dirigentes argentinos están entusiasmados por explorar estas nuevas relaciones que ya contaban con un par de antecedentes. Diego Maradona y Carlos Bilardo estuvieron en la nación africana y el técnico hasta condujo a la selección de Khadafi junior en el primer semestre del 2000. Otro dato relevante de esta política que apunta a jugar en cualquier lugar del planeta es que se habría concretado un acuerdo con los japoneses para disputar un partido por temporada durante cinco años, a razón de 750 mil dólares por cada uno. Pero no todas las asociaciones ofrecen los mismos dividendos que Japón y Libia, y eso ya lo comprobaron en la AFA durante estos días. El ente que controla el fútbol en Ucrania había firmado un preconvenio del que luego desistió cuando comprobó que le resultaría imposible abonar el canon pactado para jugar con nuestro seleccionado.
“La idea es que el seleccionado se autofinancie y que todos los clubes del fútbol argentino acepten las convocatorias de jugadores a la Selección porque de ese modo se cotizan más. Asimismo, se evitará sacarles a las entidades europeas las figuras que contrataron para que no dejen de comprar en el mercado local”, analizó el panorama Carlos González, presidente de Lanús. Por su parte, Alegre descartó que el objetivo de jugar contra quien pague en divisas “signifique que vamos a enfrentar a equipos de clubes. Eso será muy difícil y sólo podría ocurrir en partidos de similar envergadura al de los 100 años del Real Madrid”. De ese modo, no se repetiría la experiencia de disputar un amistoso como el que se perdió con el Espanyol de Barcelona.
Meiszner evoca una anécdota que expresa el sentimiento optimista que guía a los hombres más afines a Julio Grondona: “La Selección Argentina cobró un millón de dólares por el partido que jugó con Japón en noviembre pasado, mientras que Brasil, el mismo día, por visitar a Corea recibió 700 mil”. Habría que comprobar si otros países ponderan de la misma manera a los campeones mundiales. Parece poco probable.
Números de la nostalgia
Lejos quedaron los superávit en serie que la AFA y el seleccionado nacional arrojaron durante los años ‘90, convertibilidad mediante y cuando el país comenzaba a sufrir los efectos de una gangrena terminal, incubada bajo la aparente medicina de un puñado de cirujanos menemistas. El 30 de junio de 2001, casi seis meses antes del derrumbe de la Alianza que completó la devastadora cirugía, la Asociación cerró su ejercicio 2000-2001 con una ganancia de 2.614.413,69 pesos que incluso resultó superada por el superávit del equipo conducido por Bielsa: 3.109.110,14 de pesos. Esa cifra surgía de la diferencia entre los ingresos generados por la Selección ($ 15.424.329,76) y los egresos ($ 12.315.219,62).
La situación varió sustancialmente cuando, el 25 de octubre del año pasado, la AFA comprobó que en su último balance los números eran en extremo diferentes. Un déficit de 20.725.084,31 de pesos ratificó lo que se presumía: se les habían prestado a los clubes alrededor de 43 millones de pesos para abonar deudas con sus respectivos planteles vencidas al 30 de abril de 2001. Esa carga resultó determinante y pese a que, para el tesorero Domínguez, la participación en el Mundial de Corea-Japón “arrojó un superávit de alrededor de 10 millones de pesos para esta Asociación, en parte debido a las diferencias de cambio generadas por los francos suizos establecidos por la participación”, las cuentas quedaron en rojo. Sólo así se explica por qué concluyó un largo período de despilfarro, condimentado por la racha de quiebras que afrontaron numerosos clubes y entre las que se destaca el caso más reciente de Ferro.
Las consecuencias de semejante hecatombe aún se perciben hoy. Y ni siquiera la alhaja más valiosa que siempre guardó el cofre de nuestro fútbol nacional –la declamada Selección de todos– moderó los efectos de la crisis. Para colmo, Bielsa y sus muchachos no estuvieron a la altura de las circunstancias y la procesión de los dirigentes se bifurcó en dos caminos. El lamento deportivo por la despedida prematura del Mundial y la desazón por las cuentas que quedarían pendientes durante un tiempo. Porque, pese a una eliminación ya asimilada, “hay que pagarles lo viejo y lo nuevo a los jugadores”, se escuchó decir en las refrigeradas oficinas de la AFA, que lejos están del lugar donde el seleccionado comenzó a edificar un nuevo sueño entre carteles de publicidades que no abundan.
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