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El partido de Boca se asemejaba más al de Olimpo que al de Unión. El cero a cero que parecía cantado iba a alargar las caras, a dejar el gustito amargo de tener que reconocer lo difícil que le resulta al equipo ganar fuera de la Bombonera; el cero a cero era un resultado que abría grandes interrogantes, pero a los 42 minutos se aclaró todo. Viatri recibió la pelota de espaldas en la entrada del área, con un rival colgado del cuello, giró y metió el pase a ras del piso, a lo Riquelme, para Mouche, quien tocó suave y preciso sobre la salida de Peratta, colocando la pelota en la red y al equipo en la punta de la tabla.

Ganó Boca y entonces los defectos se minimizan, la preocupación por defender y no regalar espacios pasa a ser sinónimo de equilibrio, y se estrechan los márgenes de análisis y de autocrítica. Los números cierran por donde se los mire.

- Tres jugados, dos ganados, uno empatado.

- Cinco goles a favor, ninguno en contra.

- Hacía 77 fechas que Boca no estaba en la punta de un campeonato.

- Hace 13 fechas que Boca no pierde (6 triunfos y 7 empates), con un 63 por ciento de efectividad.

En los 90 minutos del partido jugado en el Parque Independencia hubo de todo: pasajes interesantes; momentos de plomo; mucha marca y lucha en el medio; demasiado “siga, siga” del árbitro Gabriel Favale, generando el fastidio de los hinchas de Newell’s, sobre todo; y algunas llegadas repartidas en cada tiempo que pusieron la cuota de emoción mínima e indispensable para evitar el embole. Y si no hubo más goles fue, entre otras cosas, porque los dos equipos tuvieron bien cubiertos sus arcos.

Uno de los puntos más destacables de este Boca que viene corriendo con viento a favor está en las manos y en el cuerpo de Orion. El arquero responde muy bien en las pocas veces que le toca intervenir y ése es un mérito muy apreciado en los equipos grandes. Ayer se lució en la llegada más clara de los rosarinos (mano a mano con Figueroa) y también en un remate violentísimo de Sperdutti, pero además dio mucha seguridad en los pelotazos cruzados, esos que en tiempos no muy lejanos eran un verdadero martirio.

A medida que pasan los encuentros con el arco invicto, crece la serenidad del arquero y eso se va transmitiendo a sus compañeros del fondo, para felicidad del técnico Julio César Falcioni.

Newell’s dominó en algunos momentos el juego y entusiasmó a los suyos en algún tramo del segundo tiempo, pero no fue más allá de una buena circulación en la zona central del campo.

Boca llegó un poco más. Un remate de Viatri bien desviado por Peratta en el primer tiempo debe enganchárselo con un cabezazo del mismo Viatri que salvó Pellerano, y un tiro tremendo de Chávez que desvió el arquero. Y el gol, claro.

Aquí es necesario detenerse en Viatri. Juega porque no está Palermo; pero él siente tanta admiración por Riquelme que trata de imitarlo, se tira atrás y seguramente disfruta más cuando le consigue meter un pase como el que le dio a Mouche que cuando emboca una de casualidad, metido en la zona quemante. A Boca le falta un referente de área (Viatri se tira atrás y Cvitanich se abre sobre la derecha) y tal vez por eso le cuesta llegar al gol. El que encontró ayer la llave fue Mouche, que juega poco, pero rinde más que Erviti. Claro que a Falcioni la idea de tres delanteros no se le debe cruzar por la cabeza por cuestiones de equilibrio. Y, mientras el equipo siga allá arriba, ¿quién se lo va a discutir?

Estadio: Newell’s.

Arbitro: Gabriel Favale.

Gol: 86m, Mouche (B).

Cambios: 66m, Aquino por Figueroa (N); 68m, Mouche por Cvitanich (B); 75m, P. Pérez por Bernardi (N); 83m, Sánchez Miño por Erviti (B); 86m, Camacho por Sperdutti (N); 89m, Erbes por Chávez (B).