Si en 90 minutos se producen cinco goles el calificativo es casi cantado: partidazo. Pero si lo que pasó durante esa hora y media fue una sucesión de errores, imprecisiones, patadas, agarrones, rechazos a cualquier parte y casi nada de buen juego, el calificativo queda grande. En todo caso los cinco goles, ese 3-2 que bien pudo ser empate en 3 o 4-2 para River le dio un poco de color a la nochecita de Victoria.

River tiene buenas intenciones. Se planta en la cancha sacando pecho, decidido a ir al frente y más si enfrente tienen un rival que tímidamente empieza a buscar una estructura de juego, luego de la idea de algunas de sus figuras principales. Por esa vocación ofensiva fue que River, aprovechando errores del fondo de su rival, se puso 2-0 en apenas un ratito. La primera estocada a fondo nació en un buen quite de Ponzio en la mitad de la cancha y terminó con un doble error: el primero fue de Villalva que en lugar de patear cruzado al segundo palo, como mandaba la lógica, le dio al primer palo, facilitando la atajada de Javier García; el segundo error fue del arquero que, acaso sorprendido por el itinerario del tiro, opuso poca resistencia y la pelota, después de chocar en su cuerpo, se fue mansamente a la red.

En el otro gol de River, hubo errores de sincronización en la marca que le permitieron a Funes Mori recibir muy libre sobre la derecha, con tiempo para levantar la cabeza y meter el centro al segundo palo para la llegada de dos compañeros: Sánchez y Villava. El uruguayo llegó antes y de cabeza mandó la pelota a la red. Enseguida llegó el descuento de Tigre con un cabezazo de Orban (con bastante libertad para saltar) desde el punto del penal. No había pasado nada en el partido, todo era bastante desordenado, pero ya estaban 2-1 y eso abría las expectativas a una lluvia de emociones. Pero todo se puso nublado porque Lanazini no encontraba acompañamiento, porque el petiso Pérez García tampoco encontraba socios y la pelota iba y venía de un lado sin mucho sentido. Laverni, tal vez con el deseo de darle continuidad al juego, dejaba pasar algunas faltas y las víctimas se sentían autorizadas a responder en la jugada siguiente.

Y cuando la pelota quema, cuando los del medio se la sacan de encima y la tiran larga esperando un error y los que defienden no tienen mucho empacho en darle para arriba, cuando los que luchan por la posesión de la pelota lo hacen al límite, cuando no se levanta mucho la cabeza, todo se vuelve muy ordinario.

En el segundo tiempo hubo más de lo mismo y también dos goles. Uno para River, que entró dormido a la cancha y le volvió a dar espacios a Funes Mori para que iniciara una jugada que tras un par de toques y rebotes terminó con un pase de Lanzini a la red. Tigre volvió a descontar al ratito, cuando Barovero salió mal a descolgar un centro y le dejó la pelota servida a Ftacla para que la empujara al fondo del arco vacío. Dos errores, dos goles volvían a poner picante el partido. Porque esto fue lo mejor: la incertidumbre por el resultado, las variantes en el marcador.

Finalmente el 3-2 no se modificó y los hinchas de River se fueron felices por el triunfo y porque en el ratito que jugó el Chino Luna reventó un pelotazo en el travesaño.

Dos triunfos en tres partidos y la aparición de un crack como Luna, que ya dio señales de vida, estimulan a River para encarar lo que sigue. Tigre, entre tanto, seguirá buscando su fisonomía.

Estadio: Tigre.

Arbitro: Saúl Laverni.

Goles: 10m Villalva (R), 15m Sánchez (R), 20m Orban (T); 46m Lanzini (R), 60m Ftacla (T).

Cambios: 45m Rojas (5) por Cirigliano (R), 51m Ftacla (5) por Torassa (T) y Ferreyra (5) por Pío (T), 69m Luna por Villalva (R), 78m Aguirre por Lanzini (R), 79m Janson por Castaño (T).