Lunes, 22 de julio de 2013 | Hoy
FúTBOL › ENTREVISTA A HORACIO ELIZONDO, EX áRBITRO MUNDIALISTA
El referí de la final de Alemania 2006 está en contra del sorteo de los jueces, ya que considera que se deben priorizar los rendimientos. Además cree que el referato argentino no mejorará mientras lo manejen los dirigentes de los clubes.
Por Leonardo Castillo
–Cuando dejó el arbitraje, hace ya siete años, ¿se imaginó que podía forjarse una carrera en los medios de comunicación?
–La verdad que no, pero las cosas se fueron dando de esta forma. Antes de dejar el arbitraje venía analizando alternativas para después del retiro. Me veía más en la parte formativa, capacitando a las nuevas generaciones de árbitros, y de hecho cumplí esa función en la AFA y luego en la FIFA. Haber terminado mi carrera poco tiempo después de haber dirigido la final del Mundial entre Italia y Francia me abrió muchas puertas, entre ellas la de los medios y las redes sociales. Es una variante que me permite seguir cerca del aspecto formativo, explicativo en torno a las cuestiones reglamentarias del juego, que es algo que realmente me apasiona. Lo que me interesa es transmitir conocimientos y los medios ofrecen una buena posibilidad para hacerlo.
–¿No extraña el arbitraje?
–No. Fueron 23 años de mi vida, los disfruté con mucha intensidad y siento que llegué a lo más alto, como dirigir una final en una Copa del Mundo. La decisión de retirarme fue muy meditada. Comencé a barajarla a partir de 2002, pero me fijé una serie de metas para irme en el mejor momento. Muchos me decían, allá por 2006, que estaba para seguir, y a lo mejor con chances de ser el árbitro argentino en Sudáfrica. Pero decidí que lo mejor era poner un punto final y colgar la pilcha de referí cuando estaba encumbrado. Ahí es cuando hay que dejar. Por eso siento que me retiré a lo campeón y dejando una buena imagen.
–Hace años se decía que los mejores eran Elizondo y Baldassi, y que cuando se retiraran el arbitraje argentino iba a experimentar una crisis porque no había recambio. ¿El fútbol argentino está padeciendo eso?
–Para analizar el presente del arbitraje nos tenemos que remontar unos años en el tiempo para darnos cuenta de que algo pasó entre lo que debe ser la correcta planificación del arbitraje y los objetivos que se trazan los dirigentes. En los ’80 había árbitros en calidad y cantidad. Cuando había un partido difícil, no existían problemas a la hora de las designaciones porque eran cinco o seis los que estaban capacitados para hacerse cargo de esas paradas complicadas. Eran los tiempos de Bava, Calabria, Loustau y Espósito, pero después de ellos no hubo grandes referentes. Hubo un declive. Y de ellos saltamos a la dicotomía Castrilli–Lamolina, que no fue sana para el arbitraje. Y lo digo porque el reglamento es uno solo y no puede variar, más allá de los estilos, en función de los apellidos. En medio de esa discusión bizantina surgió mi camada. Baldassi vino poco después y le hizo un gran aporte al arbitraje argentino. Pero desde 2010, cuando él se retira, no hubo recambio, se perdieron los referentes. Desde entonces tuvimos árbitros con experiencia, pero tocaron un techo. Ahora asistimos al surgimiento de una camada nueva. Les tengo fe a hombres como Abal o Delfino, pero hay que darles tiempo.
–Pero falta menos de un año para el Mundial de Brasil y aún no está claro quién será el árbitro que represente a la AFA.
–Y eso es producto de la falta de recambio que hubo. Por eso no está claro todavía quién va a ir al Mundial. Pero creo que después de Brasil vamos a tener árbitros mejor capacitados. Es un proceso de maduración, pero se va a dar. Ahora, si me preguntan, lo veo con chances a Pitana, que viene de arbitrar su primera final de Copa Libertadores.
–¿Cómo debería entonces manejarse el arbitraje?
–El fútbol argentino lo manejan los dirigentes, y por eso tenemos tantas discusiones. Ellos tienen una mirada distinta a la que tenemos quienes dirigimos alguna vez. Defienden los intereses de sus clubes, y está bien que así sea, pero al hacerlo chocan con los formadores. Los entrenadores son los que eligen los jugadores en función de cómo están, no los dirigentes. Con los árbitros debería pasar lo mismo. Los formadores de árbitros deberían tener la potestad de decidir quién está mejor capacitado. Los dirigentes determinan cuáles son los árbitros que deben actuar y eso a la larga desacredita y crea suspicacias. Pero si las cosas se hacen de esta manera, debe ser porque todos están de acuerdo.
–¿Por esto dejó la Dirección de Formación Arbitral?
–Me fui de la DFA, a fines de 2009, porque pasé a la FIFA. Terminé mi contrato y punto. Conozco y trato con gente de AFA, pero con (Julio) Grondona no tengo relación. De todos modos, mi paso por esa función me enriqueció mucho en todos los sentidos. Me sirvió para entender cómo eran las cosas del otro lado del mostrador. Llegué para entrenar a los árbitros, con la idea de cambiar un paradigma, pero adentro me di cuenta de que no tenía ni voz ni voto. Entendí que había cosas establecidas. Mi visión era otra. Por eso opté por seguir mi camino.
–¿Está bien que haya dos sindicatos de árbitros?
–Tuve actividad en el gremio de la AAA, fui secretario adjunto, y en ese momento intentamos crear una federación con la gente del Sadra, pero no llegamos a un acuerdo porque había muchos resquemores, muchos recelos. Pero hoy debemos avanzar en esa dirección. Hay que lograr una unidad, la división no nos sirve a los árbitros a la hora de reclamar nuestros derechos. Es más: la unidad nos permitiría unificar criterios formativos.
–¿Analizar en los medios el trabajo de sus antiguos colegas le costó algún sinsabor?
–No, al contrario. Siempre me manejo con respeto a la hora de evaluarlos. Lo que noto es que las nuevas camadas van siendo más receptivas a las observaciones. La mejor forma de sobrellevar las críticas es saber escuchar, capacitarse y estar cada vez mejor preparado para cuando llegue la hora de tomar decisiones. La presión es siempre interna, el árbitro lucha contra sí mismo para superarse. Quien mejor entendió esto en el pasado campeonato fue Saúl Laverni, un tipo de experiencia que demostró mucha madurez en partidos complicados.
–¿En qué situaciones se debe aplicar la tecnología en el juego?
–Es útil si se utiliza para medir, pero hay que emplearla con un criterio que no afecte la subjetividad del árbitro. Debe emplearse para saber si una pelota entró o no al arco. En un segundo paso se podría utilizar también para determinar si una falta es fuera o dentro del área. También para observar una situación de violencia y en algunas jugadas de fuera de juego, no en todas. Cuando un jugador interfiere con una posición ilícita molestando a un adversario, debe pesar el criterio del árbitro.
–¿Los árbitros deben ser sorteados para despejar suspicacias?
–No, tienen que dirigir los más capacitados. ¿Un técnico sortea quiénes son los once que deben jugar? ¿Por qué hay que hacerlo con los árbitros?
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