Lunes, 2 de septiembre de 2013 | Hoy
FúTBOL › PESE A QUE AL FINAL SUFRIO UN POCO, BOCA GANO MERECIDAMENTE Y PUDO GOLEAR A VELEZ
Ribair Rodríguez, que jugó de central, abrió el marcador con un cabezazo. Empató Rescaldani y Blandi marcó el 2-1 definitivo. El regreso de Gago fue una de las claves del rendimiento del equipo de Bianchi ante un Vélez cansado.
Por Juan José Panno
Los optimistas dirán que Boca jugó fenómeno, que por fin Bianchi encontró un equipo y que a partir de ahora, con Gago en la mitad de la cancha y con el Negro Ribair de central, es posible entusiasmarse con un período de vacas gordas.
Los pesimistas dirán que se le ganó a un Vélez medio golpeado y físicamente agotado por el partido que jugó sólo dos y medio atrás contra Belgrano, por la Copa Sudamericana; y que, si bien se pudo ganar por una diferencia mayor, el equipo terminó sufriendo hasta el último minuto.
Los más entusiasmados con el rendimiento del conjunto de Bianchi repasarán la lista de situaciones de gol generadas y concluirán con que fueron muchísimas, y centrarán en la gran actuación del arquero Sebastián Sosa la explicación de por qué Boca no ganó por goleada.
Los más inconformistas pondrán el ojo en la falta de definición de las situaciones favorables, y recordarán que casi sobre el final del partido Cáceres tuvo el empate a su disposición y lo erró increíblemente, al tiempo que dirán que hubo un error compartido por Erbes y Ribair cuando permitieron que Rescaldani se filtrara para convertir el gol de Vélez.
Los defensores de Bianchi dirán que el entrenador hizo los cambios indispensables para que el equipo diera señales de vida.
Los detractores dirán que la formación salió medio de causalidad porque, al lesionarse Marín, hubo que ponerlo a Erbes de lateral (después de todo, el rival ponía un solo delantero) y apurar el regreso de Gago.
Los anti-romanistas dirán que Boca jugó bien porque hubo más marca en la mitad de la cancha y eso benefició el rendimiento de la línea de fondo.
Los riquelmistas –que en general tienen en Gago a otro de sus preferido– se frotan las manos pensando en lo que pueden generar los dos juntos.
Entre todas las miradas, las que se suponen imparciales procurarán suavizar los elogios, moderar los cuestionamientos y girar el análisis en torno a algunos puntos concretos.
1) Boca fue mucho más que el amarrete 2 a 1 del resultado final. Hizo un gol de movida (peinada de Ribair Rodríguez, primer gol en la división superior; hizo otro en una buena jugada de conjunto que resolvió bien Blandi; y pudo meter por lo menos cinco más: cabezazo de Ledesma, puntazo de Martínez, toque de Gigliotti debajo del arco, remate cruzado de Sánchez Miño, buscapié del Cata Díaz. Vélez tuvo su gol y la de Cáceres, nada más.
2) El equipo de Bianchi tuvo un mejor rendimiento individual y colectivo, y manejó bastante bien la pelota ante un adversario que no la encontraba y pegó mucho: tanto, que sus jugadores recibieron seis amarillas y una roja, todas por pegar.
3) Gago le dio limpieza a la salida, pero con el agregado de las buenas producciones de Ledesma, Joel Acosta y Sánchez Miño. De ese modo, los boquenses ganaron el duelo en el medio a Vélez, que sólo mantuvo a Allione como estandarte.
4) La gente, que llenó la Bombonera, respondió con aplausos sostenidos y un aliento parejito en todos los sectores del estadio (y no sólo en la segunda bandeja del arco de Casa Amarilla), en coincidencia con los mejores momentos del equipo. No pasa muy seguido últimamente.
En definitiva, ni tanto ni tan poquito. Para su propia realidad –y para la del pobre fútbol argentino–, Boca jugó un partidazo ante un rival que nunca le resulta fácil. Un triunfo como el de ayer puede pesar anímicamente para lo que se viene. Habrá que ver.
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