Lunes, 17 de marzo de 2014 | Hoy
FúTBOL › AL EQUIPO DE BIANCHI SE LE ESCAPó LA VICTORIA DE LAS MANOS SOBRE EL FINAL
El conjunto xeneize jugó un buen primer tiempo, ganaba bien con un gol de Gigliotti y parecía encaminarse hacia una victoria seguro. Pero se metió muy atrás y sobre la hora Argentinos lo embocó con un espectacular zapatazo de Pisculichi.
Por Juan José Panno
Hace tres fechas, después de la derrota contra Vélez, los hinchas de Boca miraban de reojo el fondo de la tabla y empezaban a espiar los promedios, por las dudas. Luego de las victorias contra Olimpo y Racing y mucho más en el entretiempo del encuentro contra Argentinos, comenzaron a calcular cuánto tiempo se podía tardar en descontar los dos puntos que los separaban de los punteros. Así son las cosas en este irregular fútbol argentino, en el que cada vez se acortan más las distancias que separan a la gloria del desastre.
Al final de partido, con la chapa del 1-1 ya puesta, más que las tablas los hinchas de Boca se miraban las manos y las encontraban vacías, porque ésa es la sensación que les quedaba. El bombazo de Pisculichi, ese zapatazo aislado sobre el epílogo del partido que parecía resuelto que no estaba en la cabeza de nadie, dejó muda a la Bombonera repleta y abrió el camino de las explicaciones. Que fue sólo mala suerte, que la culpa la tienen los delanteros que no supieron liquidar el partido, que la responsabilidad es del técnico, que hizo un cambio miedoso y agrandó a Argentinos Juniors.
Por ahí se puede encontrar una de las claves del encuentro. A los 20 minutos del segundo tiempo, cuando Boca ganaba 1-0 y parecía tenerlo todo controlado, el DT sacó al pibe Acosta y mandó a la cancha a Rivero y trató de acomodar las piezas en el medio, ubicando a Rivero adentro y a Erbes sobre el costado. Bianchi explicó que sacó a pibe porque estaba golpeado en un tobillo y argumentó que con Rivero recuperaban más la pelota y llegaban de contra. Pero la verdad es que no fue eso lo que pasó. Sí ocurrió que los jugadores de uno y otro cuadro leyeron el mensaje, Boca se fue metiendo cada vez más atrás y Argentinos salió un poco de su letargo. Es verdad que los de Borghi no preocupaban demasiado, que sus ataques no parecían tener peso, que Orion casi no tocaba la pelota, pero antes del gol hubo una buena llegada que no se concretó sólo porque Sand se metió en el camino y le quitó el gol a Pisculichi.
Es el riesgo que se corre cuando se defiende cerca del área propia. Si Boca hubiera mantenido la presión del primer tiempo, si hubiera cuidado un poco más la pelota en el medio, si hubiera concretado las ocasiones de que dispuso, seguramente otra sería la historia.
El equipo de Bianchi, que en el balance de los 90 minutos mereció la victoria, fue claramente superior en los primeros 45. Ordenado por Riquelme, que cuando tiene aire limpia el juego de todo el equipo, llegó bien por la izquierda con los enganches de Zárate y Sánchez Miño, entusiasmó a los hinchas con la habilidad de Acosta e inquietó a su rival con la movilidad de Gigliotti, que jugó uno de sus mejores partidos en Boca.
El gol llegó como consecuencia del dominio y la colaboración fundamental de Nereo Fernández. El arquero creyó que se iba afuera un centro de Zárate y dejó pasar una pelota que capturó Acosta para dejarlo a Giglio-tti solo frente al arco vacío.
En todo ese primer tiempo Argentinos no se había arrimado hasta el arco de Boca. Sólo intentos tibios. Todo parecía encaminado para la fiesta y la gente lo disfrutaba. “Boca ganaba por puntos”, dijo Bianchi tras el partido. Pero faltaba la sorpresa, la entrada en escena de Pisculichi, autor de cuatro de los cinco goles que hizo en este torneo Argentinos. Fue para Boca como un golpe de nocaut. Nocaut técnico en realidad.
Estadio: Boca.
Arbitro: Diego Abal.
Goles: 36m. Gigliotti (B), 86m Pisculichi (A).
Cambios: 46m. Grana (4) por Marín (B). 61m. Cabral por Gómez (A), 73m. Rivero por Acosta (B), 72m. Lenis por Barzola (A), 79m. Ramírez por Rodríguez (A), 84m. Riaño por Erbes (B).
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