FúTBOL › LAS CONSECUENCIAS QUE DEJó EL SUBCAMPEONATO EN LA COPA AMéRICA
La derrota en la final arrojó distintos análisis para el conjunto que dirige Gerardo Martino. ¿Hay que iniciar una nueva etapa para el plantel o continuar en la insistencia que llevó al seleccionado a otro encuentro decisivo?
› Por Juan José Panno
NO a la costumbre de querer romper todo cada vez que nos toca perder: se rompen códigos, convicciones, hasta la cordura se rompe castigando a los que consideran responsables de la derrota.
NO a la idea de que los partidos se ganan en las vísperas. Quienes daban por descontado el triunfo, consciente o inconscientemente alimentaban la idea de minimizar el eventual triunfo y maximizar los efectos de la posible derrota.
NO a la crucifixión de Messi. Por desconocimiento, por falta de sensibilidad y hasta por mala leche (y en algunos casos por todo eso junto), al primero que se coloca frente al pelotón de fusilamiento es a Messi. Por pecho frío, amargo, pesetero (y siguen las pavadas). Es verdad que no jugó bien, que no patéo bien los tiros libres directos y no estuvo a la altura de sus antecedentes. Pero veamos la película y no la foto. Se bancó las patadas (una de ellas criminal), se bancó la marca a presión de los rivales y la falta de compañía, en un equipo que colectivamente no jugó bien.
NO a la necia justificación de Messi. Sus apologistas resaltan que participó en dos jugadas de gol y fue el único que pateó bien su penal. Sí, esta bien, pero de él se espera más, porque su caudal futbolístico da para mucho más. Y además no es un pecado que haya jugado mal. Puede pasar, a cualquiera le puede pasar.
NO al resultadismo. Los resultados suelen contaminar los análisis. Chile fue más que Argentina porque Sampaoli planteó mejor el partido, hizo mejor los deberes y mostró mas convicción que Martino para ir a buscar el gol con la pelota en su poder. Pero nada de eso se habría dicho si Higuaín metía el tiro del final, o si en la definición por penales acertaban más los nuestros. La mala actuación argentina también se habrá relativizado.
NO a la idea de que el que está afuera siempre es mejor. Pasa en la victoria (a Menotti se le reprochaba que no había llevado a Maradona en el ’78) y mucho más en la derrota. Algunos suponen que la única razón por la que Argentina no salió campeón es que Martino no lo puso a Tevez, y olvidan la suma de factores (azar incluido) que se encadenaron para que Chile se consagrara.
NO a las soluciones drásticas, ni es necesaria la cirugía urgente. “Que renuncie Martino, ya”, dicen como si fueran imitadores de Capusotto. (¿Hay que aclararles que cuando Capusotto dice renuncie montonero Fulano lo dice en joda?) Martino deberá revisar lo actuado, ver en qué se equivocó, replantear eso de que “fuimos superiores” (porque no es verdad), y reiniciar su trabajo en silencio, sabiendo que no le va a resultar fácil remontar la cuesta. El año que viene habrá una nueva chance con la Copa América –si finalmente se juega– extra de Estados Unidos, y también en las Eliminatorias. Como diría el Bambino Veira, la base está y habrá que contemplar nuevas incorporaciones.
NO a la muerte, por un partido. La vida continúa.
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