Lun 21.12.2015
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FúTBOL › BARCELONA, ENTRE RIVER Y BOCA

La mirada de los otros

› Por Juan José Panno

Los hinchas de River están tristes por la derrota y por la contundencia de los números, pero están orgullosos porque su equipo llegó hasta esta instancia, mientras los de Boca se iban comiendo los codos en un año en el que padecieron la eliminación propia, la consagración de su clásico rival en la Copa Libertadores y hasta se indigestaron con la victoria ante el Sanfrecce Hiroshima en la semifinal.

Los hinchas de Boca están exultantes (ni los del Barcelona celebraron tanto) porque zafaron de la catarata de cargadas que les hubiese caído por la cabeza si se llegaba a dar (en fútbol todo es posible) la victoria de River. Si los de Gallardo hubieran obtenido el triunfo más importante de su historia, los boquenses no lo habrían tolerado.

Los que están en el medio de la grieta recuerdan el pronóstico de que de 10 partidos este Barcelona le gana 9 a River y se dio la lógica.

Los hinchas de River resaltan lo bueno del planteo de su DT en el primer tiempo, quitándole espacios al Barcelona, con Mora retrasado y Sánchez y Viudez en la segunda línea de cuatro.

Los hinchas de Boca destacan que en los primeros 45 minutos con su planteo conservador River sólo pateó al arco dos tiritos de media distancia, una papa para Bravo.

Los que están en el medio de la grieta saben que al Barcelona si le jugás con muchas precauciones te vacuna y si le jugás un poco más abierto te vacuna igual. River hizo lo que pudo con una apuesta menos timorata, más digna que la de San Lorenzo cuando se enfrentó al Real Madrid. Pero no alcanzó para llegar a los penales.

Los hinchas de River argumentan que el árbitro es gran responsable de la derrota parcial porque Messi bajó la pelota con la mano en el gol (un roce casi imperceptible, en realidad) y porque estuvo muy duro con las amarillas a Kranevitter y Ponzio en el inicio del partido.

Los hinchas de Boca dicen que si el iraní hubiera dirigido en los superclásicos de la Copa, River terminaba con ocho jugadores.

Los que están en el medio de la grieta sienten que quedó demostrado que es una falacia eso de que los argentinos marcan mucho mejor que los europeos. Lo que en realidad pasa es que en otras latitudes se permiten mucho menos las faltas y agarrones tan comunes en el fútbol nacional. El Barcelona está tres goles por encima de sus rivales de Liga y también de River, Boca y cualquier equipo argentino.

Los hinchas de River elogian la audacia de Gallardo que en el segundo tiempo mandó a la cancha a Martínez y a Lucho González por Ponzio y Mora a riesgo de quedar mal parados en las contras rivales. Y subrayan que el arquero sacó un buen cabezazo de Alario y Martínez metió un tiro en el palo.

Los hinchas de Boca dicen que el baile de a ratos fue fenomenal y que los catalanes les podían haber hecho diez pero les perdonaron la vida.

Los que están en el medio de la grieta marcan que las situaciones de gol de River llegaron cuando los rivales habían bajado un cambio y querían que todo terminara pronto, y también aseguran que la diferencia podía haber sido más grande si Neymar y Messi no se hubieron mostrado egoístas en tres o cuatro jugadas que quisieron resolver ellos cuando se imponía un pase más.

Los hinchas de River no se cansan de elogiar el aliento incondicional de los hinchas (aun con el 0-3). El más grande sigue siendo River Plate, dicen.

Los hinchas de Boca se agarran de que los hinchas de River lo silbaron a Mascherano y son irrespetuosos con la propia historia.

Los que están en el medio de la grieta toman como dato que el mundo entero se rindió hasta ese fenómeno de millares de hinchas enfervorizados.

Los hinchas de River recuerdan que en 1984 Barcelona (sin las estrellas de estos tiempos) le ganó 9 a 1 a Boca en un partido por la Copa Joan Gamper. ¡Nueve a uno!

Los hinchas de Boca recuerdan que cuando su equipo se enfrentó a un grande español en una final de este tipo ganó 2 a 1 y se regodean con el dato de que van 3 a 1 en Copas Intercontinentales.

Los que están en el medio de la grieta y los amantes del buen fútbol en general dicen que valió la pena el madrugón para ver una vez más a este fantástico equipo que es el Barcelona, que tiene un supremo respeto por la pelota, juega de a ratos maravillosamente y da la sensación de que puede llegar al gol cuando quiere y como quiere, como ocurría en tiempos ya olvidados con la Máquina de River, el San Lorenzo del 46 y otros grandes equipos de nuestro bendito fútbol.

Pero aquí y ahora el más grande sigue siendo Barcelona.

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