CONTRATAPA › A PROPóSITO DE TRIBUNA SEGURA, EL FLAMANTE PROGRAMA CONTRA LA VIOLENCIA EN EL FúTBOL
Con la lógica de que todos son violentos hasta que su DNI demuestre lo contrario, el Gobierno puso en marcha un nuevo sistema que termina de sepultar aquel otro de ingreso biométrico a los estadios motorizado por Julio Grondona y que empadronó a miles de espectadores que ni siquiera saben qué fue de aquella información que aportaron. ¿Solución o nueva distracción?
› Por Miguel Hein
“Hay que terminar con los violentos en el fútbol” se proponen desde hace años gobernantes de todos los colores, uniendo sus voces al coro de los directivos de los clubes que se declaran impotentes ante la complejidad del problema, pero que no trepidan en sostener la paz cediéndoles incluso la comercialización del merchandising de las entidades para que obtengan los recursos que les posibiliten hacer el aguante a los colores. Aquellos y éstos han lanzado ideas y puesto en marcha acciones que siempre parten del mismo paradigma: controlemos a todos los que asisten a los estadios y a partir de ésos podremos individualizar a los díscolos. A esta altura de lo visto, oído y filmado, con barras individualizados a lo largo y ancho del país, incluso más de una vez puestos a disposición del Poder Judicial, esta lógica no hace más que tornar injustos sistemas que empiezan de cero cuando autoridades policiales, judiciales y políticas tienen identificados digamos al 99 por ciento de los que lucran con la violencia en el fútbol.
El último invento se llama, paradójicamente, Tribuna Segura. Rige solamente en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y consiste, muy escuetamente, en que efectivos de la fuerza de seguridad usen teléfonos celulares 4G para escanear el documento de identidad del ingresante y constaten si el espectador X puede acceder o debe permanecer afuera porque hay en vigencia una restricción para su concurrencia. Algo paradójico: Tribuna Segura fue puesto en marcha por Patricia Bullrich, ministra de Seguridad del gobierno de Mauricio Macri, que tuvo su experiencia como dirigente del fútbol con dos mandatos en la presidencia de Boca, uno de los clubes en los cuales los dueños de la violencia tienen nombre y apellido y, sin embargo, siguen entrando a la Bombonera del mismo modo que cualquier hincha, documento de identidad en mano y, por supuesto, también sin él. Como se ve, Tribuna Segura se sustenta en la lógica de que da lo mismo ser santo que pecador. Esta concepción sólo aumenta el pesimismo acerca de que haya una verdadera búsqueda de erradicar la violencia.
Encima, el peso de la historia no ayuda. Vale recordar el anterior intento de controlar la violencia en los estadios. Se llamó AFA Plus, aquel sistema de ingreso biométrico nacido bajo los designios de Julio Grondona que se publicitaba como “A favor de la seguridad. A favor de la familia. A favor del fútbol”. Este engendro no nato tuvo sus orígenes en 2009, cuando el portador del anillo que rezaba “Todo pasa” firmó con Telecom un convenio para que esa empresa proveyera el almacenamiento de la información que se iba a recolectar a partir del sistema cuya autoría intelectual correspondía a la Universidad Tecnológica Nacional. Pasaron cuatro años hasta que los futboleros fuimos conminados a adherir a este engendro so pena de ver impedido el ingreso a las canchas. Como tantos otros, en 2013 invertimos con mi hijo Mauro algo más de tres horas en una larga cola para empezar el trámite. Recuerdo que nos preguntaron hasta si éramos usuarios de tarjetas de crédito. Amén de profesión, obra social, banco con el que operábamos, red de cajeros bancarios que usábamos… Y otros excesos propios más de una consultora de marketing que de alguien preocupado en prevenir la violencia en una cancha de fútbol. Ni hablar de la cantidad de fotos: con lentes, sin lentes, retirándose el flequillo de la frente, mirando hacia arriba, hacia abajo, hacia el costado derecho, al lado contrario. Luego nos tomaron las huellas dactilares de los diez dedos. Recuerdo haber pensado: menos mal que estamos para hacer una credencial, porque si viniéramos acusados de un delito no sé qué más nos piden estos muchachos. Aquello de ingreso biométrico servía para justificar cualquier cosa. Hasta el hecho de que para retirar tu AFA Plus debías ir personalmente, porque su obligación era constatar que tu pulgar derecho no fuera el del señor Juan Sebastián y que tu pulgar izquierdo no correspondiera a Mengano. Digo los pulgares, porque también podía ser los meñiques, el índice o el dedo que a ellos se les hubiera ocurrido que ibas a usar –ni el dedo eras dueño de elegir– cuando te enfrentaras a esas especies de porteros eléctricos que habían adosados a las paredes cercanas a las puertas de ingreso, pegaditos a unos molinetes más altos que el más alto de los mortales. Obviamente, los clubes invirtieron en esas reformas en los ingresos unas sumas que sólo ellos saben si recuperaron.
Cuarenta millones de dólares después, con Grondona durmiendo el sueño eterno, sin nadie que haya dado explicaciones –ni siquiera Armando Pérez, encargado por Luis Segura, a la sazón presidente de la AFA, de hacer todo para poner en marcha AFA Plus en 2017, mejorándolo– y menos que las haya pedido, hay que meterse la credencial del AFA Plus en esa parte de nuestra humanidad donde el sol nunca llega y darle un lugar privilegiado al DNI tarjeta porque es la llave que abre la puerta a un espectáculo futbolístico. No a una Tribuna Segura, porque como muestran los videos, los barras siguen cómodos en sus lugares. Tanto como lo estaban aquellos barras que cuando retiré la AFA Plus ingresaban al estadio caños de plástico de unos dos metros de longitud para que al otro día sirvan de mástiles para las miles de banderas que iban a blandirse cuando el equipo local saliera a la cancha.
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