Lunes, 17 de abril de 2006 | Hoy
CONTRATAPA
Es lo que opina el ingeniero Enrique Scalabroni, el compatriota que más sabe de F-1 y que está intentando transformar su escuadra en una de la máxima categoría. “Me moriría tranquilo si lo consigo”, exagera.
Por Gonzalo Espariz
Es el argentino que más lejos llegó en los despachos de la Fórmula 1, y lleva décadas fuera del país. La Argentina ama el automovilismo, y la Fórmula 1 en especial, pero el diagnóstico del ingeniero Enrique Scalabroni es tan válido como demoledor: “No creo que la Argentina pueda recuperar su Gran Premio”. La Fórmula 1 visitó por última vez el autódromo de Buenos Aires en 1998. Desde entonces, lo más cerca que tuvieron los argentinos a la Fórmula 1 fue en el Grand Prix de Brasil, que sigue celebrándose con éxito.
“Brasil tiene capacidad en los pilotos, con programas que apoyan. Ellos, cuando salen afuera, quieren ser los mejores. Ya lo demostraron en el fútbol. La Argentina sigue estando dividida en comunidades, la italiana, la española... Todos conviven, pero cuando llega el momento cada uno piensa por su lado. Brasil partió antes y tiene el concepto nacional, que ahora lo empieza a tener la Argentina”, analizó Scalabroni.
La otra gran diferencia estriba, claro está, en el dinero. “Es difícil, porque la Fórmula 1 está basada en donde está la estructura financiera y económica, donde hay industria, y donde hay una razón para el marketing. Antes sí había razones, pero hace mucho que eso ya no existe más, y por desgracia muchos argentinos no se dieron cuenta.”
“No hay industria del automóvil. Quizá no se justifican los costos, si algún día llegan a justificarse... Hay un problema económico, y ahora es incluso más difícil, por el tipo de cambio.”
La estructura de conexión de la Argentina con las competencias internacionales está prácticamente deshecha, y por eso Scalabroni propone que se den los primeros pasos.
“No creo que se pueda recuperar el Gran Premio de Fórmula 1. Lo importante es no perder una competencia internacional, aunque no sea la Fórmula 1. Quizá sí la A1GP, el Mundial de Turismo o alguna prueba tipo Le Mans.”
El panorama es algo mejor en pilotos: José María “Pechito” López (22 años) está corriendo por segundo año consecutivo en GP2, la antesala de la Fórmula 1, y ya realizó varios ensayos con el equipo Renault; y Esteban Guerrieri (21 años) disputará el campeonato Europeo de la Fórmula 3. “Sus condiciones naturales son muy buenas, si no, no estarían compitiendo en categorías internacionales.”
Sin embargo, el problema del dinero vuelve a actuar como freno para dar el salto. “El automovilismo argentino nace cuando (Juan Domingo) Perón invierte mucho en el deporte como promoción. Si no, Fangio y Froilán González no podrían haber venido a Europa. Luego los tomaron compañías europeas. Ojalá les suceda eso a los pilotos argentinos, porque allá ahora no hay medios. El problema es que la Argentina no tiene industria, tiene campo.”
La Argentina no tiene un piloto en la elite desde que Gastón Mazzacane condujera un Minardi en el 2000 para ser luego despedido de Prost en el 2001 tras sólo tres carreras, un caso que duele especialmente a Scalabroni. “No fue culpa de él. Le hicieron un contrato imposible. Si estaba medio segundo detrás de su compañero, no corría más. Si lo hubiera firmado Barrichello cuando estaba con Ferrari, ¿cuánto haría que hubiera dejado Ferrari? O cualquier otro segundo piloto. No sé si tenía condiciones o no, puede ser, porque no le dejaron demostrar nada.”
La tercera opción para el regreso de la Argentina al primer plano del automovilismo mundial es la fundación de un equipo. La FIA pretende abaratar drásticamente los costos para la llegada de nuevas escuderías a partir del 2008, pero a la cuestión económica se une en este caso el problema físico.
“La Argentina tiene un problema, el de toda Sudamérica, que surgió cuando se separaron los continentes: está muy lejos”, afirma con humor. “No sería factible operar desde la Argentina en un campeonato que tiene la mayoría de sus carreras en Europa. Luego hay problemas políticos, económicos, perola distancia es una limitación muy grande. Es más fácil para un hombre venir a Europa que dirigir toda una estructura desde allá.”
En esas circunstancias, la vuelta de la Argentina a la Fórmula 1 es un círculo que comienza y se cierra en un nombre: Enrique Scalabroni. El ex ingeniero de Williams, Ferrari y Lotus, entre otros, dirige el equipo BCN Racing de GP2, y quiere llevar a la “joya de sus ojos” a lo más alto.
“El objetivo es poder llegar a la Fórmula 1. Yo, como persona, podría ir, tengo una o dos propuestas por año. Pero quiero dejar algo hecho. Tengo 55 años, ya estoy más bien del lado de la vejez. Me moriría tranquilo si dejase a este equipo en la F-1.”
Pero entre sus planes y sueños no entra morirse próximamente. “Espero que eso suceda después de los 100 años, porque uno crea el equipo en Fórmula 1 y no es suficiente, hay que hacerlo ganar. Después hay que hacerlo ganar campeonatos. Y después, muchos campeonatos...”
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