Lunes, 29 de septiembre de 2008 | Hoy
CONTRATAPA › SERGIO HERNáNDEZ, ENTRENADOR DE LA SELECCIóN ARGENTINA Y DE PEñAROL
Así vive el entrenador su continuidad al frente del equipo nacional. “Públicamente los dirigentes dijeron que van a ofrecerme el cargo, pero no hablé nada oficial, nunca existió la oferta formal”, aseguró a Líbero. “Ya ni me acuerdo de la medalla, salvo cuando alguien me la nombra”, señala.
Por Ariel Greco
Desde Bahía Blanca
“Sergio Hernández, entrenador de básquetbol. O entrenador de Peñarol.” De esa manera se catalogó el conductor de Peñarol cuando se le preguntó si había que presentarlo como ex o actual técnico de la Selección argentina. Y más allá de la ambigüedad, la respuesta es un fiel reflejo de lo que piensa hoy Hernández sobre su continuidad en el cargo, pese a que desde la Confederación Argentina de Básquetbol ya confirmaron que es el elegido para conducir el equipo hasta el Mundial de Turquía 2010. “Estoy cansado, con poca energía”, remarcó Hernández durante su charla con Líbero en Bahía Blanca, en una frase que trae a la memoria la que pronunció Marcelo Bielsa cuando dejó su cargo en la Selección argentina de fútbol en 2004. Tal vez sea un indicio fuerte. Aunque como no hay compromisos hasta el año que viene, ese tiempo le pueda servir para recuperar esa energía perdida.
–A un mes de la obtención de la medalla en Beijing, ¿cuál es su sensación actual?
–Esto va a mucha velocidad. A los tres días de llegar ya estaba sentado en el banco de Peñarol, con partidos, dos clásicos, este cuadrangular... Ya ni te acordás de la medalla, salvo cuando alguien te la nombra y volvés a aquellos días. Me hubiese gustado tener un poquito más de tiempo, porque siempre en la pausa está el efecto. Es cuando dimensionás lo que viviste. Yo no tuve esa pausa, pero bien. Es el recuerdo a nivel deportivo más lindo que tuve.
–¿Cómo valora haber dirigido a este grupo de jugadores que están en la historia del deporte argentino?
–Mi relación con los jugadores fue siempre muy buena, desde el primer día. Y a medida que vas sumando experiencia y conviviendo, vas madurando. En este torneo en particular tuvimos que poner tanta actitud, tanta concentración, tanta unión, tanta fuerza colectiva que nos hicimos más familia que nunca. Eramos uno. Para estos jugadores sólo tengo una frase: “Gracias, fue un orgullo dirigirlos”. Conseguir que un jugador entregue la vida y tenga el compromiso que tuvieron estos tipos, sólo genera palabras de agradecimiento.
–¿Se reprocha alguna decisión?
–Si tuviera algo que reprocharme, difícilmente se enteraría alguien. Igual, en cuanto a lo esencial del proceso, no hay nada. Tuve al cuerpo técnico y a los jugadores que quise. Si alguno de los que elegí no vino, ya no es tema mío, aunque me hubiese gustado contar con Pepe Sánchez y Herrmann, que son tremendos jugadores y grandes personas. Puede que haya pequeñas cosas que cambiaría, pero de lo trascendental no tengo nada que reprocharme.
–¿Siente que ahora será más valorado por lo conseguido?
–En todas las actividades, si conseguís resultados y tenés éxitos vas siendo más valorado. Siempre me sentí reconocido. Me sentí feliz por el básquet nuestro, por lo que logramos, no tanto por lo mío en particular en función del reconocimiento de los demás. Me alegra por mí, por mi familia y por el básquetbol argentino, que es mi pasión. Pero no podés quedarte. Soy muy exigente conmigo mismo y aprendí, algo que me dijo un viejo entrenador, que el competidor que más quiere ganar es el que ya ganó. Cuando probás lo que es ganar, no lo podés dejar.
–Se lo nota muy tranquilo, tanto en el banco como afuera, ¿la medalla le dio serenidad?
–Me dio experiencia. La verdad es que cada vez me pongo menos nervioso. Aprendí que los nervios no son buenos consejeros, que te sacan del partido un par de minutos y eso, tal vez, es vital para el resultado final. Prefiero estar más calmo para poder tomar las decisiones en el momento justo.
–¿Y ahora cómo sigue la historia?
–No sé. Todos saben lo mismo que yo. Públicamente los dirigentes dijeron que van a ofrecerme el cargo. Pero no hablé nada oficial, nunca existió la oferta formal. Cuando llegue, se verá.
–¿Qué factores pueden condicionar su decisión?
–No hay ninguno definido. Igual, lo primero que tengo que evaluar cuando me llamen es mi energía, mi voluntad, mi motivación. La Selección es un cargo sagrado en el que te tenés que morir por ir.
–¿Hoy se muere por ir?
–No, no. Yo no voy a contestar sobre supuestos. No voy a hacer lo mismo que la Confederación. El mayor placer que tuve en la vida a nivel deportivo fue dirigir la Selección argentina. Si fuera por el placer y el orgullo que significa, me quedaría a vivir. Pero hoy estoy cansado. Estoy cansado, con poca energía. Los Juegos Olímpicos son tremendos. Además jugué 85 partidos con Peñarol, llegando a todas las instancias decisivas, estuve tres meses con la Selección, fui al Sudamericano, a los Juegos. No me quejo, porque es lo que elegí. Pero reconozco que, hoy, la energía que tengo la puedo dedicar solamente para una cosa, que en este momento es Peñarol. Cuando llegue el momento de la Selección, analizaré eso. Primero mi energía y luego las condiciones lógicas que uno pretende de un trabajo, que yo creo que será el punto más sencillo porque la Confederación sabe lo que es mi idea, y yo tengo mucha confianza en ellos.
–Entonces, ¿cómo hay que presentarlo?
–Sergio Hernández, entrenador de básquetbol. O entrenador de Peñarol.
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