CONTRATAPA
La ruptura del contrato que unía a la AFA con TSC fue, sin dudas, la noticia deportiva del año que se va en la Argentina. Aunque algunos vicios se mantienen y el objetivo final, el saneamiento de los clubes, continúa siendo una meta poco clara.
› Por Gustavo Veiga
Televisión Satelital Codificada (TSC), del Grupo Clarín, termina 2009 sin su preciado contrato y la AFA con la idea de un multimedio propio que anunciará probablemente cuando se cumpla el Bicentenario, el 25 de Mayo de 2010. En esta conclusión se funden la pérdida de un negocio cautivo y la proyección mediática de una asociación que ahora transmitirá los partidos que antes sólo organizaba o miraba desde afuera. Queda muy claro quién ganó y quién perdió. Como también que el gobierno nacional fue un actor insoslayable en este conflicto de intereses que marcará una línea de clivaje. Si los año ’90 permitieron exaltar el apogeo de la sociedad entre el fútbol y la TV, 2009 le abrió el camino a otra sociedad de envergadura, pero con el Estado como principal protagonista.
El contrato que mantuvo Julio Grondona durante 18 años con fe de cruzado y que se extendía hasta 2014 (19 de abril de 1991 - 11 de agosto de 2009 Q.E.P.D.) fue reemplazado por otro entre la AFA y la Jefatura de Gabinete con una vigencia que llega hasta el 19 de agosto de 2019. Es decir, por diez años y tan prolongado como los anteriores. Néstor Kirchner se entregó a la misma fe que el veterano dirigente de Sarandí, pero con el afán de que se rescindiera aquel acuerdo venerado por las partes desde que el empresario Carlos Avila había creado Torneos y Competencias (TyC). La disputa política del ex presidente con Clarín fue la polea de transmisión.
Interrumpida la sociedad con TSC, el anuncio corrió por cuenta del periodista Ernesto Cherquis Bialo, un vocero de indudables dotes histriónicas: “Vengo a comentarles en el nombre del Comité Ejecutivo de la AFA que el vínculo entre la Asociación del Fútbol Argentino y la empresa que hasta aquí ha comercializado los derechos acaba de finalizar”, les dijo a decenas de colegas que lo aguardaban expectantes.
A esas palabras le siguió la firma de un contrato que nadie hubiera imaginado unos meses antes, por el cual la AFA le cedió “en forma exclusiva a la Jefatura de Gabinete de Ministros los derechos primarios y secundarios, por sí o por terceros, por cualquier sistema o procedimiento audiovisual en distintos formatos, creados o por crearse, de las imágenes y/o sonidos obtenidos en ocasión y desarrollo de cada uno de los encuentros de los torneos de fútbol de primera categoría organizados por la Asociación del Fútbol Argentino, para su transmisión en vivo y en directo y/o diferido, en Capital Federal, el interior y el exterior del país, durante la vigencia de dicho acuerdo, a fin de permitir el acceso libre y gratuito por televisión abierta en todo el territorio de la República”. Una paradoja por lo que sigue.
El 22 de junio de 2007, Grondona, el tesorero y presidente de Banfield, Carlos Portell, y el secretario ejecutivo de la AFA, José Luis Meiszner, habían avalado con su firma, en la última renovación del convenio con TSC, que “no existen reclamos pendientes y que en consecuencia nada tiene que reclamar la AFA a TSC con relación a sus obligaciones de pago ni por ningún otro concepto...”. Dos años transcurrieron entre esta posición condescendiente y otra de ruptura, dos años y 600 millones de pesos. TSC había ofrecido con el propósito de renovar el vínculo que vencía en 2014 un aumento del contrato de 230 a 268 millones de pesos. La decisión del fútbol se veía venir.
También se ven venir los juicios contra la AFA. Pero sus problemas son en todo caso potenciales, muy distintos a los que tiene ahora el Estado para comercializar los derechos de TV. El programa Fútbol para Todos maneja un producto que por ahora no pudo vender para cubrir la inversión y que ya comenzó a pagar por adelantado con 100 millones depositados en una cuenta corriente de la AFA y otros 200 correspondientes a cuatro cuotas de 50 que vencieron el 15 de septiembre, octubre, noviembre y diciembre. Restan otros 300 millones que se completarán en seis cuotas desde enero hasta junio. El déficit publicitario momentáneo se aproximaría a los 180 millones de pesos, aunque todavía la Jefatura de Gabinete no difundió los pliegos que le permitirían licitar los derechos para canales abiertos.
Entre las cifras pesimistas (para el Estado, claro) que desparrama el sector privado marginado del negocio y la definición de “negocio altamente viable” de Horacio Alberto Gennari, el nuevo CEO de la AFA para el marketing y la comunicación audiovisual, hay un camino que recién comienza a desandarse.
Sucede algo semejante con las transmisiones de Canal 7, que por ahora causan cierta somnolencia gracias a los viejos clichés de relatores y comentaristas (a este periodista le pareció una sólida excepción la labor de Fernando Salceda). Se espera mucho más que algún comentario chistoso de Marcelo Araujo, como se espera que no siga el laissez faire, laissez passer en los clubes, y sobre todo ahora que recaudan más plata. Si continúan mal administrados y fundiéndose, tendremos Fútbol para Todos, pero también un pésimo ejemplo y una decisión tan trascendente como adulterada.
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