Lunes, 9 de mayo de 2011 | Hoy
CONTRATAPA › EL MASTERS DE MADRID ARROJó UNA CERTEZA
El serbio volvió a vencer a Rafael Nadal en una final, como lo había hecho en Indian Wells y Miami, y le quebró una racha de 37 victorias sobre polvo de ladrillo. El español, al tope del ranking, ya aceptó que se baja a corto plazo.
Por Sebastián Fest
Desde Madrid
El serbio Novak Djokovic continuó con su imparable marcha en la temporada 2011 al derrotar al español Rafael Nadal 7-5, 6-4 para conquistar el Masters 1000 de Madrid. Así, el número dos del mundo sumó su sexto título del año, amplió a 33 su serie de victorias consecutivas y frenó a Nadal, que llevaba 37 triunfos al hilo sobre polvo de ladrillo, una superficie en la que no perdía desde mayo de 2009.
“Entré a la cancha pensando que podía ganar, estoy muy contento con la manera en que jugué. Esta cancha era rápida hoy, y la aproveché”, dijo el serbio, cuyo el triunfo de ayer fue fundamental.
Tras diez enfrentamientos en polvo de ladrillo, Djokovic logró derrotar a Nadal por primera vez en la superficie. Dos años atrás había perdido 7-6 en el tercer set en las semifinales de Madrid tras disponer de tres match point. Entonces ganó Nadal en cuatro horas y tres minutos de lucha.
“Mala suerte hoy, es siempre un placer jugar contigo, eres un gran campeón”, le dijo Djokovic a su rival. “Pensé que a la tercera iba la vencida, pero continuaré entrenando y trabajando para batirte”, respondió Nadal a un Djokovic que, tras Indian Wells y Miami, lo batió por tercera final consecutiva este año.
El español felicitó a su rival “por el increíble comienzo de temporada” que está teniendo. Casi tan increíble como el comienzo del partido. El inicio de Djokovic en la final estuvo muy cerca de lo que debe ser el sueño más enloquecido de un tenista. Al iniciarse el partido, el rectángulo naranja de la Caja Mágica estaba bañado ya en sombras, sólo un pequeño sector brillaba al sol, y allí estaba Nadal esperando a devolver el saque de su rival.
Pero el que comenzó a brillar de inmediato fue Djokovic, quien hundió a Nadal en un cono de sombras que tardaría un rato largo en abandonar. En pocos minutos, con un revés de fulminante precisión y autoridad en la derecha, Djokovic se adelantó 4-0. Nadal parecía perdido, sus tiros no tenían profundidad ni velocidad. A su tenis le faltaba pimienta.
Pero el serbio se distrajo levemente, perdió su servicio cuando sacaba 5-3 para el set y Nadal, que al fin y al cabo es dueño de la mentalidad más poderosa del circuito, comenzó a remar, a buscar soluciones, pese a no estar en su mejor día.
Nadal quebró con una derecha invertida para quedar 4-5 y celebró el punto como si hubiese ganado su sexto Roland Garros. El serbio, al que se le había achicado el brazo y sentía la presión, tuvo sin embargo tres set point para llevarse el set por 6-4.
No fue así, pero un rato después quebró el servicio de Nadal con una pelota que merodeó por la faja para caer muerta del otro lado. Era 7-5 para el serbio tras 69 minutos de lucha, y Nadal estaba furioso con el desarrollo y el resultado del parcial.
El inicio del segundo set, con Djokovic sirviendo, ofreció el que fue probablemente el punto del torneo, un intenso intercambio de golpes desde el fondo seguido de un drop al que Nadal llegó para ser superado por un globo. El español, de espaldas a la red, metió de zurda y entre sus piernas un contraglobo perfecto que encontró clavado y sorprendido a su rival.
Pero no era el día de Nadal. Djokovic recuperó pronto la confianza, la intensidad y la precisión del inicio, y encontró el resquicio para quebrar y llevarse el set y el partido.
Con el triunfo, el serbio tiene ya en sus manos el segundo mejor arranque de temporada de la era abierta del tenis, con 32 victorias consecutivas, superando las 31 del sueco Björn Borg. El estadounidense John McEnroe, con 42, es el líder absoluto en esa lista.
Djokovic sorprendió a Nadal. Con 27 errores no forzados cada uno, el desequilibrio llegó por la capacidad ofensiva del serbio, que sumó 26 tiros ganadores contra 17 del español. Si algo llamó la atención fue ver cómo Nadal perdía los largos intercambios desde el fondo con Djokovic, algo inusual para el español, que siempre se impone a sus rivales en esa faceta.
Los 590 mil euros (unos 900 mil dólares) que se lleva el serbio de Madrid son menos importantes que la certeza que comparte todo el mundo del tenis: es el jugador del momento, todo un obstáculo para un Nadal que, de vez en cuando, demuestra ser humano.
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