Se equivocaron todos. La cátedra mundial que, en la previa, dio por abrumador favorito a Manny Pacquiao. Y los jurados que, tras el combate en el MGM Grand Hotel de Las Vegas, le concedieron al filipino una victoria por puntos en fallo dividido ante el mexicano Juan Manuel Márquez, que sólo existió en su imaginación. Pacquiao retuvo su título welter de la Organización y sumó su 15ª victoria consecutiva. Pero no eran esos sus objetivos cuando trepó al ring. Debía demostrar que era mejor que Márquez como no lo había hecho en los dos duelos anteriores de 2004 y 2008. Y no lo pudo lograr casi en ninguno de los 36 minutos que duró el pleito.

Pacquiao (64,863 kg) nunca alcanzó a imponerse a Márquez (64,410 kg). Jamás encontró su pelea, ni pudo ser tan mandante, veloz y contundente como viene siéndolo desde que domina la escena del boxeo mundial. Casi no aplicó golpes claros y en lo estratégico fue dominado por el sabio peleador mexicano (bicampeón welter junior AMB y OMB), quien, serenamente conducido en su rincón por su técnico Ignacio Beristain, caminó el cuadrilátero con maestría, anuló la condición de zurdo de Pacquiao, trabajó de la media distancia hacia fuera y conectó algunas buenas derechas cruzadas. Al cabo de 12 asaltos tensos, había ventajas para Márquez. Lo suficientemente nítidas como para reconocerle la victoria. Pero los jurados decidieron ver otra cosa. Como si sus tarjetas hubieran sido confeccionadas de antemano.

Robert Hoyle fue más discreto y dio un empate en 114-114. Dave Moretti arribó a un 115-113 para Pacquiao y Glenn Trowbridge también se inclinó por el filipino 116-112. Niño mimado de Bob Arum y su empresa Top Rank, Pacquiao halló protección en las tarjetas ante una segura derrota que hubiera estropeado futuros grandes negocios. Ya se habla de una cuarta edición del duelo para mayo del año venidero. Pero habrá que ver si para esa época Márquez está activo. “No sé si voy a seguir después de esto”, avisó el mexicano tras el atraco.