Lunes, 13 de agosto de 2012 | Hoy
CONTRATAPA › VICTORIA DE JOSé MARíA LóPEZ EN EL óVALO DE RAFAELA
El cordobés logró su tercer triunfo consecutivo en el TC 2000 andando a casi 300 km/h y doblando en los peraltes a 250 km/h, en una demostración de coraje de la que no estuvo exento el temor. Las roturas de neumáticos, el drama.
Por Pablo Vignone
Desde Rafaela
“Estas son carreras diferentes. Esta fue una auténtica carrera de autos.” El concepto de José María López, ganador serial, resume el concepto de lo vivido en el óvalo vertiginoso de Rafaela. Pelotones apretados viajando a casi 220 km/h de promedio, arañando los 300 km/h finales en un sprint de poco más de media hora en el que el perfume de la velocidad embriagó los sentidos. “Veníamos tan rápido que en mi auto se empezaron a volar los burletes, y parecía que las puertas se iban a abrir”, confirmó la sensación Néstor Girolami, el escolta de López y nuevo puntero del campeonato de Súper TC 2000. Para Facundo Ardusso, el último habitante del podio, la sensación fue lindera con la aprehensión: “Mi Peugeot se iba tanto de cola que doblaba en los curvones sin tocar el volante...”.
Carreras como éstas son las que separan a los choferes de los héroes. “¿Y por qué no voy a admitirlo? Por momentos te cagás, porque vas doblando a 250 km/h y mirás el paredón y pensás que si algo se te rompe en un segundo estás estampado allí”, comenta López, que en Rafaela logró su tercer triunfo consecutivo en el 2012, sumándose a la lucha por un título que está mucho más peleado que lo que sugiere la pista. “Andar despacio en este circuito es doblar a 220 km/h en los curvones... y así te sacan un segundo por vuelta”, grafica.
En la jornada de cierre de los Juegos Olímpicos, estos pilotos se colgaron sus propias medallas. “Con estos coches, con motores V8 de 400 HP, doblamos por lo menos 20 km/h más rápido que con un auto de Turismo Carretera –apunta Emiliano Spataro–. A los curvones entramos a 235 km/h y salimos a 255 km/h. A la frenada de la primera chicana yo llegaba a 284 km/h.” Spataro lo corrió a López todo lo que pudo, durante once vueltas, unos 50 kilómetros frenéticos en los que el promedio superó los 215 km/h, hasta que rompió el neumático más exigido en este circuito, el delantero derecho.
Después de la brutal tormenta con granizo del sábado a la noche, cambió el viento y sopló de cola en la larga recta trasera, contribuyendo al incremento de velocidad. Los motores pudieron girar hasta las 10.800 rpm y por eso las marcas antes de la segunda chicana rozaron los 300 km/h, medidas superiores a las alcanzadas durante la clasificación. “Desde que volví de Europa que no anduve tan rápido en un auto de carreras –recuerda López, con pasado de probador en Fórmula 1–. En la recta opuesta íbamos a fondo todo el tramo. Arriba de los 280 vibraba todo, parecía que las puertas iban a estallar... La sensación era como cuando vas a 100 en un Fiat 600...”, bromea el cordobés, ya relajado tras la bandera a cuadros.
Cuando Spataro quedó en llanta, fue el campeón Matías Rossi el que se asomó al desafío de intentar vencer a López. “No sé qué pasa, el Toyota no tiene la velocidad necesaria. Es raro, porque nuestros autos siempre fueron de los más rápidos”, se confesaba con Líbero antes de la carrera. En la tercera vuelta ya estaba tercero, y, en la posterior, el problema de Spataro le descontó dos segundos al piloto del Focus. “Eso fue porque me avisaron del problema del neumático de Emiliano –explica López–. El auto vibraba y yo no sabía cuál era el límite. Me entró la preocupación.” A Rossi también lo traicionó una goma, a cinco vueltas del final. “A 110, la goma entra en estado crítico; acá llegaron a viajar a 140”, contaron los técnicos en la intimidad.
“Tenía para correrlo a Pechito”, cuenta Rossi, algo amargado. “El era más rápido en la recta, pero yo doblaba bien en las chicanas y no venía exigiendo a las gomas. Lástima, hace varias carreras que no puedo concretar un buen resultado.” Su compañero, Mariano Werner, que había llegado como líder del torneo, sufrió con la dirección (“era inmanejable”), terminó 13, un puesto por detrás de Rossi (12) y perdió la vanguardia del título.
“Pecho está imbatible”, afirma Ardusso, que cuenta de paso que el equipo le pidió que no atacara a su compañero Girolami para que pudiera consolidarse en la punta del torneo, metiendo dos autos en el podio. “Yo sentí un poco de temor” admite el de Las Parejas, que el viernes se quedó con un record inolvidable: el de la vuelta más rápida en circuito cerrado en la historia del automovilismo argentino, a 264,817 km/h. Ayer tomó parte del pelotón más brutal de la carrera, cuando en el arranque se apretaron los dos Peugeot, el Toyota de Rossi, el Honda de Ricardo Risatti y el Fiat de Franco Vivian.
Además de Spataro y Rossi, rompieron sus neumáticos Vivian (que también le pegó al paredón), Ledesma, Risatti y Riva. Sólo 15 de los 22 pilotos que largaron llegaron a la bandera a cuadros. Agustín Canapino, que en la primera vuelta hizo un trompo y quedó último, terminó quinto peleando contra la dirección de su Cruze. “Me quedé sin brazos” se quejó.
“Es una carrera para repetir”, pide Girolami, que cuenta que la corrió “como si fuera una de Fórmula 1, cuidando las gomas, especulando”. Fue su segundo podio consecutivo. Para López “hay que insistir con estas carreras. Porque con ingredientes como los que tuvo ésta, los triunfos se disfrutan más”.
Súper TC 2000.
Rafaela, 7ª fecha.
24 vueltas, 110,976 km/h
Pos. Piloto | Auto | Tiempos |
1º López | Focus | 35m33s537 |
2º Girolami | 408 | a 0s823 |
3º Ardusso | 408 | a 1s737 |
4º P. de León | Civic | a 1s934 |
5º Canapino | Cruze | a 2s145 |
6º Pernía | Fluence | a 2s446 |
Promedio del ganador: 188,793 km/h.
Record de vuelta: López, en la 20ª, 1m16s522, a 219,325 km/h.
Campeonato: Girolami, 121 puntos; Werner, 112; Rossi, 109; Rossi, 95; Spataro, 77; Pernía, 70; Ardusso, 66.
Próxima fecha: 9 de septiembre en San Martín (Mendoza).
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