Lunes, 20 de julio de 2015 | Hoy
CONTRATAPA › A PROPóSITO DEL REGRESO DE CARLOS TEVEZ
El equipo comenzó a exhibir algunos destellos de lo que puede ser con la inclusión del ex Juventus. Pero sin duda estará obligado a buscar el título local si pretende que el final de año sea tranquilo y en paz.
Por Juan José Panno
En la primera fase de la Copa Libertadores Boca ganó seis partidos sobre seis, metió 19 goles y solo recibió dos. Generaba un entusiasmo desbordante e iba por todo. Pero después llegó River: el cero-uno de visitante, el cero-cero de local, el gas pimienta en el medio, y la eliminación que hizo que todo pasara a ser nada. En el campeonato, Boca iba puntero, antes de la Copa América se bajó de la punta y después la recuperó. Hoy es nuevamente líder y encima celebra la llegada de Carlos Tevez. Pero si no sale campeón todo esto va a volver a ser nada, y mucho más nada si –como se ve venir– River se consagra campeón de la Copa Libertadores.
Por todo esto es que Rodolfo Arruabarrena ya adelantó que si no hay campeonato, no hay más Arruabarrena. La realidad, triste realidad resultadista que impera, es la que obliga a poner la vara muy alta.
Boca tiene con qué salir campeón, pero seguramente habrá aprendido la lección y tratará de enfriar un poco la fiesta del sábado ante el modesto Quilmes. El triunfo matizado con la maravillosa rabona de Calleri, el tiro de Carlitos que se reventó en el palo, la chilena del Cata Díaz en el travesaño y un lujoso túnel del pibe Bentancur, generó otra vez una enorme ilusión. Es que además de los tres puntos, los chiches que valen, la búsqueda de brillo, se vio que el ídolo que volvía a casa está entero, en un gran momento, en muy buenas condiciones físicas y técnicamente refinado. Tevez no pudo meterle la frutilla de un gol al postre, pero hizo degustar algunos sabores que parecían perdidos. Un sombrero en el arranque del partido, una pisada doble en el final del primer tiempo, tres o cuatro pelotas magistralmente bajadas en el aire, un par de pases en cortada a los laterales dignos de un buen armador, redondearon un trabajo de por lo menos 7 puntos. Se movió por detrás de los dos de punta, como un delantero más.
Un poco más volcado a la izquierda en el primer tiempo, menos estático en el segundo, y eso le hizo aparecer con espacios más de una vez. Palacios y Calleri le pueden abrir callejones y él, a su vez, se los abre a sus compañeros. Fue muy evidente en una jugada que Calleri se metió por el medio y quedó mano a mano con el arquero Benítez, cuando Tevez arrastró a dos marcadores.
¿Este que presentó Arruabarrena es el mejor equipo que puede formar Boca? Posiblemente, y no cambiará mucho si Rolín le deja su lugar a Tobio y Monzón a Colazo. Del medio para arriba no se vislumbran variantes. Seguramente Palacios tendrá que trabajar mucho en la recuperación, si no se quiere perder el duelo de la mitad de la cancha ante rivales que exijan un poco más que Quilmes.
El domingo que viene Boca va a tener su primer examen riguroso, contra el encumbrado Belgrano, en Córdoba. Arsenal, Gimnasia, Unión, Godoy Cruz, Argentinos, Banfield y Crucero del Norte son en teoría más accesibles. Pero en el medio se cruzarán en el camino San Lorenzo (en la Bombonera), River, Racing y Central (todos de visitante).
Boca celebra la fiesta del regreso de Carlitos y la punta en soledad, pero no tiene ninguna posibilidad de relajarse porque la cosa es a todo o nada.
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