CONTRATAPA › GANó POR SEXTA VEZ EL ABIERTO DE AUSTRALIA
El serbio necesitó sólo tres sets para dar cuenta de Andy Murray, a quien derrotó por 6-1,7-5 y 7-6. La de ayer fue la quinta final consecutiva del número uno del mundo, que viene manteniendo un dominio aplastante.
› Por Ignacio Encabo
Desde Melbourne
El serbio Novak Djokovic derrotó ayer al británico Andy Murray por 6-1, 7-5 y 7-6 (7-3) para ganar por sexta vez el Abierto de Tenis de Australia y conquistar su undécimo Grand Slam, un título que lo iguala con los legendarios Rod Laver y Björn Borg. El número uno del mundo dio así un nuevo golpe en el tablero del tenis y puso la semilla de lo que en septiembre puede ser el primer Grand Slam masculino desde el de Laver en 1969. Visto su dominio aplastante de los últimos tiempos, él mismo parece su único rival.
A sus 28 años, Djokovic se colocó hoy en el cuarto escalón de la lista histórica de campeones de Grand Slam. Con 11 coronas, las mismas que Laver y Borg, ya sólo tiene por delante los 12 de Roy Emerson, los 14 de Rafael Nadal y Pete Sampras y los 17 de Roger Federer. Además, igualó los seis títulos de Australia de Emerson, que logró el hito antes de que el tenis se convirtiera en deporte profesional con la Era Abierta en 1968.
Pese a que al otro lado de la red estaba el segundo del ranking, el balcánico llegaba como indiscutible favorito a la final. No sólo por sus últimos méritos –hoy ganó su séptimo torneo consecutivo tras dos horas y 53 minutos de duelo–, sino porque ya había derrotado a Murray en tres partidos por el título en Melbourne, 2011, 2013 y 2015. El británico cedió una vez más, otra más ante Nole.
Djokovic empató además con Andre Agassi como campeón de 46 títulos sobre cancha dura –por detrás únicamente de los 60 de Federer– y cerró un enero que podría marcar un antes y un después en la historia del Big Four: en veintidós días arrolló a Nadal en la final de Doha, apabulló a Federer en las semifinales de Australia y sometió a Murray en el duelo siguiente. A los tres les endosó un 6-1 en algún set.
El partido ante Murray dejó claro que el hambre del serbio aún es voraz. No se cansa de llegar a finales de Grand Slam y ganarlas. La de hoy fue su quinta final consecutiva y la decimoséptima de las últimas veintidós.
Aunque después del primer set bajó su nivel, Djokovic volvió a mostrar ayer un tenis rocoso que cambia direcciones al ritmo que quiere, moviendo de lado a lado a Murray, desesperándolo. El escocés suele gritar un “¡Uaaa!” cuando llega apurado a una pelota. Hoy lo usó prácticamente en cada punto.
Nada más empezar el encuentro, Murray desaprovechó una pelota de break en el primer juego y lo pagó caro. Porque el serbio sacó el rodillo, iba a dos o tres marchas más que su rival, y en apenas 19 minutos se sentó en la silla con un 5-0 a favor en el marcador. Djokovic abrumó en el inicio a Murray. Estuvo acertado en todas las facetas del juego y además su superioridad llenó de dudas la cabeza de Murray, como ya ocurrió con Federer en semifinales. Si no, no se explica los errores que cometieron ambos en los primeros juegos.
El británico tardó 21 minutos en hacer su primer winner (acabó con 40 por 65 errores no forzados) y despertó del letargo. Pero era tarde para poder pelear por el primer set, cerrado en 30 minutos por Djokovic con 6-1. Era la primera final de Grand Slam desde Roland Garros 2009, con Rafael Nadal sometiendo a Robin Söderling, que comenzaba con semejante paliza.
La mejoría que Murray insinuó en el final del primer set tuvo su continuidad en el arranque del segundo, con su equipo, con la francesa Amelie Mauresmo a la cabeza, arengándolo en cada punto. Con un passing shot de derecha cruzada se adelantó 3-2 y falló una volea sencilla que le habría dado una oportunidad de break en el juego siguiente. Tardó en carburar, pero para entonces su motor diesel ya había igualado las revoluciones del de Djokovic.
Tras ceder su saque con 3-3, lo recuperó inmediatamente para conseguir su primer break del encuentro. Y el Rod Laver Arena estalló a favor del escocés. Llegó a estar a dos puntos de igualar la final, con 5-4 y restando con 30-15 a favor, pero cometió dos errores no forzados seguidos y entregó su servicio en el siguiente juego pese a disponer de un 40-0.
Djokovic no dejó pasar la oportunidad, se apuntó el segundo set y arrancó el tercero con un nuevo quiebre. Poco, cinco juegos, lo separaban de la copa. Murray le dio emoción al encuentro con otro break y forzó el tie break. Fue un manojo de nervios el británico en el juego definitivo: dos dobles faltas y un error no forzado le dieron una ventaja de 5-1 a Nole. Y con un ace cerró el encuentro, abrochó otro título y estiró su hegemonía.
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