BOXEO › LE PONE SAL AL BOXEO ARGENTINO
› Por Daniel Guiñazú
Marcos Maidana resolvió la pelea a su manera. Cuando el desarrollo se le había hecho cuesta arriba y la velocidad de piernas y brazos del dominicano Víctor Manuel Cayó se le había transformado en un enigma, el santafesino recurrió a su esencia de noqueador insaciable. Y al minuto y 38 segundos del 6º round clavó un gancho de derecha al plexo que fue como una puñalada para su rival. Ahogado sin remedio, Cayó se vino abajo por toda la cuenta sin alcanzar a ver la forma en la que Maidana (foto) celebraba la segunda retención de su título interino de los welter juniors de la AMB y se afirmaba como una figura cada vez más seductora para quienes manejan las tajadas más sabrosas del negocio pugilístico mundial.
Además del poder demoledor de sus puños, Maidana ratificó en la madrugada del domingo, y sobre el ring montado en el teatro del Hard Rock Hotel y Casino de Las Vegas, su condición de boxeador eminentemente comercial. Puesto a pelear, el Chino garantiza que la adrenalina habrá de correr a pleno por los cuerpos de los espectadores que paguen una entrada para verlo y de los televidentes que en el mundo entero se sienten a contemplar sus combates. Maidana propone cruces excitantes, cambios de golpes rabiosos, el nocaut sobrevolando a cada momento. La sal del boxeo, en suma. Y eso se paga muy bien.
Ni siquiera lo amilana la mayor calidad que puedan evidenciar sus adversarios. Mermelada Cayó (63,503 kg) demostró a cada paso que era un retador más que calificado. Más suelto y creativo, desde el mismo comienzo marcó diferencias a partir del buen manejo de su izquierda tirada en jab a la cabeza y en gancho a los planos bajos y de una derecha ascendente que perforaba la guardia de Maidana (63,503 kg). Y las acentuó con la movilidad de sus piernas para abrir el ring y manejar la distancia. A Maidana le costó encontrarlo. Cuando lo hizo sobre la campanada final del 2º asalto, lo mandó a la lona con una izquierda detrás del oído y le recordó que con él y su pegada no se embroma.
Sin embargo, esa caída no tuvo incidencia en el trámite posterior. Cayó siguió imponiendo su boxeo rápido, elegante y, de a ratos, sobrador. Y hasta se prendió a pelear pese a que su rincón argentino (lo atendieron los hermanos Pablo y Gabriel Sarmiento y el campeón mundial superwelter Sergio Maravilla Martínez) le recomendaba lo contrario. Tuvo un mérito Maidana en esas tres vueltas, de la 3ª a la 5ª, que le resultaron desfavorables: no se desbocó para poner una mano. Esperó su oportunidad, convencido de que su potencia iba a poder arreglarle las cosas. Y esa oportunidad fatalmente llegó. En el 6º round, un cañonazo de derecha estalló en la frente de Mermelada y preparó el terreno para aquel estiletazo a la boca del estómago que lo dejó al dominicano retorciéndose de dolor en el tapiz por más de tres minutos y sin invicto, tras 24 peleas sin perder.
No debe pedírsele a Maidana que sea lo que nunca habrá de ser. Pretender que sea un boxeador hábil y con variantes, veloz y vistoso, es una irrealidad. Porque en su ADN pugilístico hay otra carga genética. Maidana es explosión, excitación, nocaut en estado de máxima pureza. Con esas armas va en busca de unificar la corona antes de fin de año ante el inglés Amir Khan. Si alguien esgrime alguna queja, ahí están sus 28 triunfos y sus 27 victorias categóricas para acallarla.
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