BOXEO › MARCOS MAIDANA, MONARCA DE LOS WELTERS VERSION AMB
El santafesino mandó al hospital al estadounidense Adrien Broner, quitándole el cinturón y también el invicto. Ahora quiere 5 millones de dólares por la revancha.
› Por Daniel Guiñazú
La mano salvadora llegó pronto, muy pronto. A los 21 segundos apenas del primer round, Marcos René Maidana (66,330 kg) bajó una derecha aterradora que sacudió a Adrien Broner (65,540 kg) como si un rayo se le hubiera precipitado sobre la cabeza. El hasta entonces campeón de los welters de la Asociación Mundial zapateó de lo lindo y quedó a merced de una mano más del santafesino, que para su suerte no llegó. Ese golpe cambió la pelea y la mente de los dos. Convenció a Maidana de que enfrente no tenía ningún fenómeno, sino un rival de carne y hueso. Y le demostró a Broner que con muecas, burlas y altanerías su único destino era la derrota por nocaut.
Tuvo que pelear Broner, no le quedó más remedio. Y allí estuvo la razón de la sensacional victoria que Maidana obtuvo en la medianoche del domingo sobre el ring del Alamodome de San Antonio, Texas, y que lo consagró como nuevo campeón de las 147 libras (66,678 kg) para la AMB. Con su estilo fiero y determinado, con una convicción de triunfo a prueba de balas, con un corazón que sólo bombea sangre ganadora y con ajustes en su técnica que, sin mermarle agresividad, lo transformaron en un mejor peleador y no en otro boxeador, Maidana le dio vuelta los papeles a Broner. Lo acorraló, lo obligó a prenderse y le anuló la velocidad de sus piernas. Sin piernas para entrar y salir y para abrir el ring, Broner fue uno más. Y Maidana lo pasó por arriba.
En el 2º asalto lo volteó con una izquierda abierta. Y después lo fue desgastando con una izquierda que partió y llegó en jab y en cross a la cabeza y en gancho a los planos bajos y con una derecha cruzada imparable. Ese fue otro de los grandes méritos de Maidana: no se obsesionó con ganar rápido. No se dejó llevar por la ansiedad. En las largas sesiones de entrenamiento en Oxnard, California, Robert García, su técnico, lo convenció de que era posible ganar en una pelea larga. Y que si no podía noquear, no debía deprimirse o bloquearse, porque no estaba mal demoler. Y así lo hizo. Implacable, inexorablemente.
Como a esa topadora que se le venía encima, Broner no podía pararla con su boxeo (su admirable defensa no sirvió de nada), entonces quiso detenerla con trampas. Amparado por la tolerancia cómplice del árbitro localista Lawrence Cole, el estadounidense echó mano a su nutrido catálogo de incorrecciones. Amarró cada vez que pudo, le puso a Maidana el antebrazo en el cuello, lo empujó y lo palanqueó. Pero Maidana se mantuvo en lo suyo, inconmovible. Le respondió maña por maña, golpe por golpe. Y después de un bajón de tres rounds, del 5º al 7º, reapareció en la pelea en el 8º para volver a derribar a Broner con dos zurdazos a la cabeza y un gancho de derecha al cuerpo. Cuando se abalanzó para definir la pelea, en un clinch, sin querer Maidana alzó la cabeza, le pegó en el mentón a Broner y éste se tiró a la lona con un objetivo claro: conseguir tiempo para recuperarse y capear el vendaval. Lo logró con un plus: el árbitro le descontó un punto al santafesino por su infracción involuntaria.
Tantas manos lanzó Maidana, y tantas pegó, que llegó fundido al final. Y ese quedo alentó temores de que pudiera ser atracado en las tarjetas de los jurados. Pero no fue así. Broner ya no era un pelele arrogante y ególatra, sino apenas un boxeador preocupado sólo por subsistir. Y los jueces hicieron honestamente su trabajo. Todos fallaron a favor de Maidana: Stanley Christodoulou, el sudafricano históricamente ligado a los grandes éxitos del boxeo argentino, dio 115-110 en paralelo con la tarjeta de Líbero. El estadounidense Levi Martínez, 117-109 y el puertorriqueño Nelson Vázquez, 116-109.
Mientras Maidana celebraba con pocas palabras y gestos cortos la noche más grande de su vida como boxeador, Broner bajó rápido del ring y, por orden de la Comisión Atlética del estado de Texas, se metió en una ambulancia que lo llevó a un hospital cercano. Le habían dado una paliza y algunos médicos temían que su mandíbula estuviese fracturada. Del que subió al ring rapeando y haciendo caritas, como si en vez de un combate por un título del mundo fuera a cumplir un compromiso, ya no quedaban rastros.
Salió tan buena la pelea, vibraron tanto los 11.312 espectadores que pagaron su entrada en el gigantesco estadio de fútbol americano que, rápidos de reflejos, los verdaderos dueños del negocio, Richard Schaefer por Golden Boy Promotions y Stephen Espinoza por la cadena televisiva Showtime, se pusieron allí mismo a trabajar para la revancha. Hoy está más cerca un desquite inmediato Maidana-Broner para 2014 que eventuales enfrentamientos contra Danny García o Lucas Matthysse, otros rivales que sonaban en la previa. Broner ya lo pidió y Maidana no tiene problemas en dárselo.
Eso sí: deberán poner no menos de 5 millones de dólares sobre la mesa para que el Chino tome la lapicera y firme. Las acciones de Maidana como boxeador excitante y comercial, garantía de espectáculo, están por las nubes después de semejante triunfazo. ¿El más grande del deporte argentino a nivel internacional de 2013? Saque los signos de interrogación y tendrá la respuesta correcta.
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