AUTOMOVILISMO Y MOTORES › EL AÑO DE PECHITO LOPEZ
Pechazo en rodeo ajeno
En las pistas de Italia y Europa, José María López logró el único título del automovilismo argentino en el exterior durante la temporada.
Por Pablo Vignone
Chee, caaaaaaampeón...
José María López es “Pechito” porque su papá José es “Pecho”: en alguna carrera se armó quilombo y José anduvo a los pechazos o gritando “¡pechos fríos!” según quien te cuente la anécdota. Pechito, cordobés de Río Tercero, 20 años en abril próximo, jamás corrió automóviles en la Argentina; después de muchas temporadas de karting, debutó directamente en Italia, fajándose en la escuela de la mañosa Fórmula Renault. Eso fue en el 2000; este año, en la anteúltima carrera del año, en Misano –cerca de la Rímini de Federico Fellini– había ganado de sobra el título italiano de la especialidad.
–...¿sabí que iá no sos má’caaaaaaampeón?
Un enjuague, vea. Resulta que uno de los rivales de Pechito, el polaco Robert Kubica, corría con la bendición de la Renault. No le sirvió para evitarse el pesto. Pero el polaquito fue “milagrosamente” resucitado. En la primera carrera del año, en abril, había sido desclasificado por una anomalía técnica en su coche. Seis meses más tarde, en octubre, se descubrió misteriosamente una “falla procesal” en la desclasificación del polaco, se le devolvieron los puntos perdidos y, ¡presto!, a pelear la última carrera. Cinco días después.
–¡Hijo, te dejaron solo! –bramaba Pecho en Río Tercero.
Los managers del cordobés sacaban fotos desde Buenos Aires, incapaces de influir políticamente en la cuestión. ¿Hubieran podido? Kubica nadaba en la pecera del Renault Driver Development, una firma de promoción de corredores que es propiedad, nada menos, que de Flavio Briatore, el director deportivo del equipo Renault de Fórmula 1.
Mugello, cerca de Florencia, primer fin de semana de octubre. Pechito salió a jugársela. Y se despistó en el entrenamiento.
–Ni siquiera los mecánicos son de confianza.
Los tiempos de la clasificación repartieron una miga de justicia. Primero Pechito, segundo Kubica. Bruno Michel, el segundo de Briatore, ya miraba tanto a su protegido como al cordobés.
Pero la tabla no calmaba la desconfianza de Pechito.
–Me van a mandar a alguno a que me choque, así Kubica sale campeón.
La tensión era tan formidable que Pechito se quedó patinando en la largada. Pero también el Tatuus del polaco quemó sus gomas. Di Benedetto y Vilander se adelantaron.
Eran dos de los sospechados.
–Si me tiro a pasarlos, por ahí me liquidan.
La justicia ya era un pan, de esos que vienen bajo el brazo de los elegidos. Se liquidaron entre ellos. Y Pechito, entonces, tomó coraje, respiró hondo, volvió a doblegar a Kubica, y no tuvo más dudas.
Acaso al Italiano podría haberse sumado el título europeo, si “ese magnífico prospecto que es el argentino José María López –como lo elogió Autosport, la más prestigiosa revista de automovilismo del mundo entero– hubiera corrido todo el torneo”. Pese a participar en seis de las 9 carreras, Pechito quedó cuarto en la tabla final.
–A mí me gusta mucho este chico –le dijo entonces Michel a su jefe.
–Perfecto. ¿Con quién hay que hablar? –preguntó Briatore.
–Con nosotros –dijeron los representantes del cordobés, que quisieron recuperar el dinero invertido.
–Conmigo –dijo Pecho.
–No –reaccionó Briatore–. Representantes, no. Para representantes, estoy yo.
Así que ahora, José María “Pechito” López tiene un contrato de diez años para ser piloto de Renault, que decidirá cómo y cuándo lo lleva a la Fórmula 1. Si es que no le pasa lo mismo que a Kubica, el polaquito que encontró a alguien que puso más fuerte el pecho.