AUTOMOVILISMO Y MOTORES › SUCEDIó EN LA CARRERA DE TC, EN EL AUTóDROMO OSCAR CABALéN
El Ford de Mariano Werner siguió de largo en una curva a 200 km/h, y después de impactar una barrera de gomas y un talud de tierra, terminó contra el alambrado, a centímetros del público. No hubo heridos, pero sí mucha angustia.
Pudo haber sido tragedia. A escasos centímetros del público que veía la novena carrera del año de Turismo Carretera en el autódromo Oscar Cabalén de Alta Gracia, en Córdoba, terminó el Ford del entrerriano Mariano Werner, quien afortunadamente, al igual que los espectadores, no sufrió consecuencias físicas graves.
Con 19 vueltas cumplidas, el paranaense no pudo frenar a tiempo su coche al final de la nueva recta en bajada del trazado, cuando viajaba a más de 200 km/h. El Ford salió del asfalto, rebotó sobre la tierra arada, golpeó contra las gomas de contención a aproximadamente 160 km/h, superó un pequeño talud de tierra y quedó prácticamente apoyado sobre el alambrado perimetral del circuito. Del otro lado, el público, sus asados, sus carpas, sus vehículos.
Werner salió por sus propios medios del vehículo, asistido por el cuerpo médico de la categoría y por el campeón del TC, Diego Aventín, retirado pocas carreras atrás. El piloto fue aplaudido por un público que estuvo a poco de ser embestido por el Ford. “Por suerte no hay heridos entre el público, yo estoy bien”, declaró el entrerriano. “Me salí de pista muy rápido, y hasta que pude controlar al auto, llegué hasta ahí.” La sensación que quedó fue la de la fragilidad de las barreras de contención.
El año pasado había sucedido un accidente similar en Neuquén, cuando el Ford de Lionel Ugalde también embistió un talud y estuvo a punto de zambullirse entre el público adyacente. Esta era la primera vez en 26 años que el TC corría en el autódromo cordobés, y para el efecto se estrenó un nuevo trazado.
Para la ACTC sólo hubo dos heridos: una persona del público “presentaba síntomas de indisposición estomacal”, presuntamente a causa de la mezcla del asado y la impresión por el accidente, y la restante acusaba “un golpe en su espalda”. Demasiado escueto para algo que rozó la tragedia.
La carrera se neutralizó con el pace-car cuando a todas luces debió haberse detenido con bandera roja. La reparación del sector se realizó para permitir que las últimas dos vueltas fueran a acelerador pleno, con una sensación angustiosa nunca del todo disipada.
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