TENIS › FEDERER LE GANO A BAGHDATIS Y FESTEJO EN AUSTRALIA
El suizo derrotó en cuatro sets al chipriota, obtuvo el séptimo Grand Slam de su carrera y se emocionó hasta las lágrimas cuando Rod Laver le entregó su trofeo. “Después de todo también soy humano”, dijo el número uno del mundo.
› Por Gonzalo Espariz
Desde Melbourne
Roger Federer ya tiene un cuarto de su camino al Olimpo del tenis andado. El suizo cumplió con los pronósticos y conquistó el Abierto de Australia al derrotar en la final al chipriota Marcos Baghdatis, con lo que ya tiene en su bolsillo el primero de los cuatro torneos “grandes” para conseguir la histórica hazaña que sería ganar el Grand Slam. El número uno del mundo se impuso 5-7, 7-5, 6-0 y 6-2 a la revelación del torneo, que hizo transpirar al suizo hasta mediado el segundo set, cuando el vértigo de un eventual triunfo se apoderó de él.
Presa de la emoción, Federer rompió a llorar en varias ocasiones en la ceremonia de premios, sobre todo cuando recibió el trofeo de manos de la leyenda australiana Rod Laver. “Quiero que sepan lo que significa esto para mí. Es muy emocionante ganar un Grand Slam, especialmente aquí en Australia”, afirmó en un discurso quebrado por las lágrimas y por momentos inentendible. “No puedo bloquear esas emociones. Después de todo también soy humano”, indicó después. El acto fue muy simbólico para Federer. Laver fue el último que conquistó el Grand Slam, en 1969, y da nombre al estadio central de Melbourne Park, donde se jugó la final.
Federer ya ganó en Australia en 2004, y suma el torneo logrado ayer a los de Wimbledon en 2003, 2004 y 2005 y del US Open en 2004 y 2005, con un ciento por ciento de efectividad en las finales de los “grandes”. Con su séptimo título del Grand Slam, Federer deja atrás en el historial de los torneos más importantes a astros como Boris Becker o Stefan Edberg (“mis ídolos”, dijo después) y empata a los 24 años con John Newcombe, John McEnroe, Rene Lacoste o Mats Wilander. Además, está justo a mitad de camino del record de 14 títulos del estadounidense Pete Sampras.
Pese a la derrota, Baghdatis dejó una huella en el torneo que ni él ni la mayoría de los espectadores que lo vieron en Melbourne podrán olvidar en mucho tiempo. El chipriota de 20 años llegó a Australia como 54 del mundo y saldrá en el puesto 26, después de eliminar en su camino hasta la final al estadounidense Andy Roddick, a David Nalbandian y al croata Ivan Ljubicic. “Es como un sueño del que me acabo de levantar al final. Es fantástico. Es un sueño hecho realidad. Jugué la final y la perdí, es increíble”, afirmó el simpático chipriota entre las carcajadas del público, que lo adoptó durante dos inolvidables semanas como un ídolo.
Por momentos pareció que el chipriota podría dar la última y gran sorpresa y hacerse con el título. Como a lo largo de todo el torneo, el suizo no jugó su mejor tenis, y eso estuvo a punto de costarle caro. Baghdatis entró muy cómodo a la cancha, como si el partido fuera uno más y no la final del primer Grand Slam del año. “Pensé varias veces que podía perder. La estaba pasando muy mal durante un set y medio para aguantar mi servicio. Estaba transpirando como un loco. Estuve un poco pasivo al principio, no estuve tan agresivo como debía. Pensé: ‘si esto sigue así, voy a perder, sólo un milagro me puede salvar’”, admitió Federer.
La tónica se acentuó en el arranque del segundo set. Baghdatis quebró en el primer juego y tuvo dos pelotas para romper una segunda vez y adelantarse 3-0. Y el “milagro” que Federer esperaba ocurrió. En ese momento, Baghdatis se vio por primera vez campeón y se asustó. Al mismo tiempo, el número uno del mundo se despertó y comprendió que para ganar tenía que trabajar. Salvó el game, quebró en el siguiente y comenzó, si no a brillar, sí por lo menos a batallar. “Empecé a pensar, me apoderó el estrés. Dejé de jugar mi tenis y le di la oportunidad a Roger de ser agresivo. Estuve centrado durante dos sets. Quizá le tenía un poco de miedo y no creía que podía derrotarlo”, afirmó Baghdatis, que embolsó 458.000 dólares. Federer estaba creciendo y la estrella de Baghdatis se apagaba. El final estaba anunciado, y se cumplió después de 2h46 minutos de juego con un nuevo break para el suizo gracias a una subida a la red y a una derecha que Baghdatis dejó en su campo.
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