TENIS › CAÑAS CAYO EN LA FINAL DE MIAMI
El físico terminó pasándole factura al argentino que había vencido en 10 días a cinco de los mejores 20 tenistas.
› Por Sebastian Fest
desde Miami
Guillermo Cañas jugó sin una uña y con un tirón muscular la final del torneo de tenis de Miami, que perdió 6-3, 6-2, 6-4 ante el serbio Novak Djokovic. “Ayer a la tarde le sacaron una uña”, dijo Miguel Ducoté, representante del argentino. Cañas, cuya carrera siempre se vio afectada por problemas en los pies, debió ser atendido ayer ante el agravamiento del estado de una uña del pie derecho. Un allegado al tenista describió el cuadro como “un desastre, con pus, muy feo”. El tenista fue atendido a las cinco de la tarde por el doctor James Losito, podólogo del equipo de básquetbol de la NBA Miami Heat.
Cañas prefirió no hablar del tema, aunque reconoció el tirón, que su preparador físico describió como un “pinchazo en el isquiotibial”, mientras Gastón Etlis, entrenador del argentino, definía el cuadro como “molestia como tantas, nada”. “¡Estoy viejo, estoy viejo!”, bromeó Cañas, de 29 años, ante los periodistas. “Quiero jugar la Copa Davis, y voy a tratar de recuperarme lo antes posible para poder estar listo el viernes”, dijo Cañas, que volará hoy desde Miami a Goteborg. “Me molestó un poco la pierna, pero no fue la razón por la que perdí. Quizá me molestó un poco para sacar”, agregó el argentino, que describió el momento en que sintió el pinchazo, promediando el primer set.
“Corrí para el revés y me pinchó en la pierna izquierda, atrás. Me molestó todo el tiempo. Pero hoy di el ciento por ciento para intentar ganar, y me encontré con un gran jugador. No se pudo, no alcanzó”, dijo.
Djokovic, que hace dos semanas cayó en la final de Indian Wells ante el español Rafael Nadal, se tumbó de espaldas sobre el ardiente cemento de Miami, incapaz de contener su felicidad. Luego se abrazó en la red con Cañas, con quien intercambió sinceras sonrisas y amables comentarios. Se quitó su camiseta amarilla, la arrojó a la tribuna y luego entregó también su raqueta.
El serbio comenzó fiel a sí mismo, ganando su servicio sin ceder un punto, pero Cañas tuvo una oportunidad dos juegos después que no pudo aprovechar, y que en parte marcó el rumbo del partido.
Con el serbio sirviendo 30-40, el argentino enganchó una derecha aparentemente sencilla. Djokovic se recuperó y se adelantó 2-1 para un par de minutos después quebrar el saque de Cañas –que protestó por un foot fault que lo dejó 0-40– con un gran revés paralelo y situarse 3-1 arriba. Un rato más tarde sellaba el 6-3 con un derechazo y tras sólo 32 minutos de juego.
Mientras un grupo de aficionados era silbado al mostrar un cartel que decía “te extrañamos, Roger”, Djokovic seguía adelante con su tenis potente, suelto, de impresionante factura técnica, mientras Cañas jugaba probablemente su partido más impreciso del torneo.
Así fue como el serbio volvió a quebrar el servicio de Cañas con una gran derecha paralela desde el fondo. Puño apretado, grito, y 3-2. Entonces llegó el juego clave del partido, el momento más importante de la final.
Cañas había logrado resistir la avalancha ofensiva de Djokovic y contaba con una ventaja para quebrarle el servicio al serbio. Y por unos instantes creyó haberlo hecho, porque una derecha cruzada de su rival fue cantada fuera por el juez de línea.
Pero entró en acción el hawkeye, que mostró cómo la pelota había tocado por los pelos –literalmente– la línea. A partir de entonces se jugaron 16 emocionantes minutos en los que Cañas dispuso de otros dos break points, Djokovic se defendió con uñas y dientes y al final se llevó el juego. Era 4-2, y Cañas había dejado pasar una gran oportunidad.
La cosa se agravó para el argentino en el siguiente juego. Evidentemente golpeado por lo sucedido, Cañas entregó en cero su servicio, y un rato después, tras recuperarse de otro break point, Djokovic lograba el 6-2.
Cañas fue ayer un jugador muy diferente al que en la noche del viernes aprovechó el más mínimo resquicio para vencer al croata Ivan Ljubicic. Aquella vez fue su rival el que no aprovechó ninguno de los break points de que dispuso, y esta vez fue Cañas: tuvo cinco posibilidades –una en el primer set, cuatro en el segundo–, y todas se le escaparon.
Además, su primer servicio –clave en todo el torneo– no funcionó. El problema para el argentino era doble: sufría para defender su saque y no podía aprovechar las escasas oportunidades de quebrar el de su rival, que demostró por qué es considerado una de las grandes figuras del tenis para el mediano plazo.
Así se llegó al final: tras ocho juegos saque a saque, Djokovic volvió a quebrar el servicio de Cañas. Dos sets a cero y 5-4 arriba: todo indicaba que el título no se le podía escapar.
No se le escapó. Con su enésima derecha paralela implacable, Djokovic se llevó el partido e instaló en su rostro la interminable sonrisa que Cañas soñaba llevar en el suyo.
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