En España no se consiguen
El futbolista argentino, como producto autóctono, está teniendo un éxito fenomenal en los campos hispanos, según asegura el autor de esta nota, porque la argentina es “una nacionalidad que está más de moda que nunca” en ese país.
Por Sebastian Fest
Desde Madrid
“¿Argentino? ¡Vosotros sí que lucháis hasta el final!” La frase, con algunas variantes, pero siempre con admiración, se repite en cada ciudad o pueblo de España. Los principales responsables de que así sea son los futbolistas argentinos, que la justifican cada fin de semana con sus actuaciones en el fútbol español.
No son “galácticos” como algunos del Real Madrid, ni generan la atracción de Ronaldinho en el Barcelona, pero partiendo del gran momento de Pablo Aimar en el Valencia, al que muchos ven como estrella en un grande-grande en poco tiempo, hay una legión interminable de jugadores con una característica común: no se rinden.
Ya lo había dicho el alemán Franz Beckenbauer, que asiste satisfecho a la “invasión” de argentinos en la Bundesliga: “Los jugadores argentinos son los que mejor preparación futbolística tienen. Están entre los mejores del mundo por dos aspectos fundamentales: por carácter y por moral”. En España lo saben.
Alfredo Di Stefano y Diego Maradona son dos estrellas argentinas que dejaron recuerdos imborrables allí, pero desde Mario Kempes a Fernando Redondo, pasando por Oscar Ruggeri, Diego Simeone o Germán Burgos, siempre hubo razones para hablar de argentinos, una nacionalidad que está más de moda que nunca en España.
No sólo por el fútbol. Las más exitosas series de televisión españolas cuentan con un rol que se repite, el del argentino que llega expulsado por la debacle económica en su país. Simpáticos, habladores, un tanto pedantes, y muchas veces desconcertantes, esos personajes reflejan lo que se ve en las calles de Madrid, Barcelona, Málaga o Palma de Mallorca: decenas de miles –más de 200.000, dicen algunos– de argentinos buscando iniciar una nueva vida, pero sin renunciar a sus esencias.
Muchos lo hacen siguiendo a jugadores que, hasta hace poco, veían en River, Boca, Racing o Independiente. “De alguna manera, así te sentís más cerca de lo tuyo”, confiesan. Un ejemplo alcanza: Guillermo Pereyra, un centrocampista que apenas comienza su carrera en Argentina, es visto como una gran estrella en Mallorca, que luchó por quedarse con él en el mercado de pases invernales.
En la música, el cine, la literatura, la prensa... En todos lados hay un argentino. Si hasta José Antonio Camacho, ex entrenador de la selección española de fútbol, se divierte con la extraña fascinación que el acento del país sudamericano genera en España. “¡Fichalo, fichalo!”, bromea desde una publicidad de automóviles, remarcando el acento en la “a”.
Una reciente encuesta a nivel nacional reveló que los argentinos son los inmigrantes más queridos y admirados por los españoles. Y el fútbol no es ajeno a eso. Es cierto que en los últimos años las estrellas sudamericanas en España son los brasileños, y que ni en el premio de la FIFA, ni en el Balón de Oro, ni en las votaciones de las revistas Onze Mondiale y World Soccer aparece un argentino entre los diez mejores del año. La debacle en el Mundial 2002, sumada al adiós de un goleador implacable como Gabriel Batistuta, hacen que hoy se hable más de los clubes argentinos que de su Selección, que tiene en España, sin dudas, una buena “cantera” para resurgir.