LA RACHA DE 52 AÑOS SIN LOGRARLO PUEDE CORTARSE EN ATENAS
Esquivo oro olímpico
Aquella medalla lograda en Helsinki 1952 por Eduardo Guerrero y Tranquilo Capozzo es la última en las vitrinas nacionales, aunque el COI no reconoce como disciplinas olímpicas algunas como el pato, el hóckey sobre patines o la pelota paleta en las que la Argentina podría ganar. Pero esta vez hay más candidatos en los deportes tradicionales.
Por Gustavo Veiga
El oro esquivo puede que explique todo o no explique nada. Cincuenta y dos años sin un atleta en el sitio más alto del podio son producto de cincuenta y dos años de turbulencias deportivas. Desinterés oficial, presupuestos raquíticos, desorganización, en fin, la ausencia de una decisión política que pusiera las cosas en un lugar adecuado, elevaron el esfuerzo de nuestros representantes a la categoría celestial de milagro argentino. Ahora, y pese a todo, con los Juegos Olímpicos a la vuelta de la esquina, incubamos la ilusión de que un futuro mejor es posible. Siempre puede serlo, aunque, ¿en rigor es así?
El advenimiento de una exitosa generación de deportistas que de modo transversal cruza a varias disciplinas permite especular que, esta vez sí, los remeros del ‘52, Tranquilo Capozzo y Eduardo Guerrero, no volverán a ser citados porque ganaron la última medalla dorada. Cuatro campeones mundiales vigentes, las Leonas del hóckey femenino, los ciclistas Juan Curuchet y Walter Pérez, la dupla del yachting integrada por Carlos Espínola y Santiago Lange, más la yudoca Daniela Krukower, sugieren que el estigma del oro podría finalizar en Atenas. El sueño también está respaldado por la legión de tenistas, las brazadas de José Meolans, la camada que guía Emanuel Ginóbili en el básquetbol y el afán de revancha del seleccionado de fútbol que conduce Marcelo Bielsa.
De Perfumo a Morresi
Mientras los atletas atienden su juego, una bocanada de aire fresco recorre el Cenard desde el 15 de julio, cuando Claudio Morresi juró como nuevo secretario de Deporte. El ex jugador de Huracán, River y Vélez, entre otros equipos, ya venía desempeñándose como subsecretario de Desarrollo y Fomento Deportivo con dedicación y voluntad para cambiar lo que está mal. Durante los once meses que trabajó en su área, hizo evidentes las diferencias de vocación y procedimiento que lo separaban de Roberto Perfumo, el secretario anterior.
El Mariscal, como bien lo destacaban las crónicas futboleras por su juego señorial, resultó en la función pública todo lo contrario. O sea, lo más semejante a un aprendiz de marinero. Su gestión continuó en la misma sintonía que otras anteriores, caracterizadas por sus nombres de relieve, pero sin una actitud emprendedora para el cargo. Podrían mencionarse desde Hugo Porta hasta Marcelo Garraffo, sin olvidar al actual vicepresidente, Daniel Scioli.
La elección de Morresi ha sido providencial. Desde que ingresó a la Secretaría para acompañar en principio al periodista Gonzalo Bonadeo –quien declinó la propuesta del Gobierno– y no a Perfumo, supo ganarse el respeto de atletas, entrenadores, funcionarios y empleados por igual. Por la misma razón que él sostiene (“yo creo en los grupos y en el trabajo colectivo”), resulta evidente que un hombre solo no puede modificar ni torcer el rumbo de cincuenta y dos años de fracasos deportivos.
Ese medio siglo y pico sin el oro, guarda relación con las políticas de Estado para el área, pero además con la responsabilidad que les cupo a las distintas federaciones deportivas y, por supuesto, al Comité Olímpico Argentino (COA). Este organismo, acaso movido por el tradicional exitismo que domina todo, acaba de imprimir una lujosa y completa edición de la Guía de los Juegos, por primera vez en su historia. Y repartirá 10.000 ejemplares en Grecia como carta de presentación del deporte olímpiconacional. Porque, se sabe, hay disciplinas olímpicas y otras que no lo son.
Del COA al COI
El Comité Olímpico Internacional (COI) les ha llevado muy poco el apunte al polo, al hóckey sobre patines y a la pelota paleta, deportes en los que Argentina podría aspirar a la presea dorada por poderío y por historia. Los dos últimos apenas han competido como deportes de exhibición en Barcelona ‘92, donde en esa condición ganaron tres oros que no computa la estadística oficial. Y es tan curioso lo que sucede con el arbitrario manejo del COI que, por ejemplo, el único atleta argentino que consiguió dos medallas doradas es Juan Nelson, un polista que integró los cuartetos campeones en París (1924) y Berlín (1936), los Juegos que le permitieron a Hitler difundir su ideario de superioridad racial.
Esa política que el COI justifica por el número de continentes en que debe practicarse un deporte, tropieza ahora con una realidad muy diferente. Se trata del dinero y no de otra cosa, si se especula que el béisbol sería sacado de los próximos Juegos porque sus principales jugadores no asistieron a las últimas ediciones, ni lo harán en ésta. Como también ha trascendido que el golf se agregaría en Beijing 2008, justamente un deporte que se encuentra entre los que más flujo de divisas mueven en el mundo y, que se sepa, no es practicado con asiduidad en Africa o en los países más pobres de Asia.
Sea como fuere, que el polo o el hóckey sobre ruedas no posean jerarquía olímpica, de ningún modo disimula la escasa atención que le presta nuestra clase dirigente al deporte. Esto se sintetiza en lo que sucedió el año pasado, cuando se confirmaba la tendencia de que la Argentina no podría sostener durante los Juegos Panamericanos de Santo Domingo, el cuarto puesto obtenido en el medallero de Winnipeg ‘99.
Por entonces, la Dirección Nacional Técnico-Deportiva que encabezaba el profesor Luis Erdociain, señalaba entre las causas del declive:
1) el importante avance de Brasil, México y Venezuela,
2) no haber alcanzado el oro en deportes con expectativas para conseguirlo como el handball y
3) un importante incremento en los presupuestos de México (80 millones de dólares) y Venezuela (68 millones) que, en el primer caso, superó en un mil por ciento al que había asignado nuestro país: 8 millones.
De Scioli a Fernández
La Secretaría que controlaba Scioli, quien delegaba la autoridad formal en Germán Pérez, un hombre del turismo y no del deporte, también informaba que el financiamiento del plan 2004-2008, debía dejar de “pagar un costo de oportunidad” (por no subsidiar deportes para incrementar el rendimiento de otros) y que el organismo debía agotar “las estrategias para incrementar el presupuesto”. Se mencionaban como vías de recaudación el cobro de cánones, el producido del Casino flotante y el vapuleado Prode. Fuentes de ingresos que han tenido una más que módica incidencia.
Hoy, el flujo de recursos es administrado por la Jefatura de Gabinete que ejecuta las partidas a través del Ministerio de Economía. Por lo tanto, así como Turismo determinaba qué pagar en la época que el Deporte estaba en las manos del binomio Scioli.Pérez, ahora la Secretaría que encabeza Morresi debe sujetarse al manejo de los fondos que establece Alberto Fernández. Puede que si se instrumenta un nuevo organigrama interno, una de las subsecretarías –la de Planeamiento– quizá pase a ser el área de control y fiscalización de las partidas.
Con vistas a los Juegos de Atenas, los deportes olímpicos recibieron hasta ahora, 4.903.379,47 pesos y esa suma debería trepar hasta fin de este año a 7.528.067,18. Los datos actualizados de cómo se repartió el dinero para apoyar a los deportistas que ya viajaron a competir por el oro, cualquier otra medalla, un diploma olímpico o mejorar sus marcas, se distribuyen así: a las federaciones se les pagaron 3.695.479,47 pesos, los atletas recibieron 711.900 en concepto de becas y los entrenadores 496.000 por honorarios, lo que da el total de los casi 5 millones liquidados a la fecha.
Un costo importante, el de los pasajes aéreos para viajar hasta Grecia, corrió en buena medida por parte del Comité Organizador de Atenas 2004; el resto salió de fondos asignados a la Secretaría de Deporte. Cuando esta ciudad se postuló como sede para los Juegos, ofreció pagar 1000 dólares por cada ticket, con lo que el Estado nacional se ahorró 154.000 dólares, si se considera que 154 atletas nos representarán desde el 11 de este mes en la cuna del movimiento olímpico. Y restarían contar los viajes de entrenadores y, sobre todo, de dirigentes. Una comitiva que siempre engorda cualquier delegación argentina.
Por lo pronto, Morresi ya anticipó que viajará en clase económica, se alojará en un hotel categoría tres estrellas y estará en Atenas apenas una semana. Una conducta que merecería tener imitadores.
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