Lun 10.06.2002
libero

EN TODOS LOS ORDENES, NUNCA HA SIDO FACIL CON ESTA GENTE

Siempre los suecos nos hicieron doler los pies

La cuenta regresiva del partido contra Suecia ya comenzó. Y mientras los analistas observan hacia el futuro inmediato, Líbero echó una ojeada al pasado, a los enfrentamientos deportivos (o no tanto) entre suecos y argentinos. ¿La verdad? Los libros no nos hacen ningún favor. Ojalá que el resultado del miércoles ayude a emparejar el recuento.

› Por Pablo Vignone

La frase, con variantes, se repite con trágica letanía. Desde hace seis meses venimos escuchando la advertencia: “Si no firmamos con el Fondo, nos caemos del mundo”. Desde el viernes, el aviso encontró duplicado: “Si no le ganamos a Suecia, nos caemos del Mundial”. Mientras el primero conserva cierto de grado de subjetividad ideológica, el segundo es inapelable. O casi: los nigerianos podrían tener algo que decir al respecto.
Lo cierto es que, de pronto, la gran tarea nacional es derrotar a Suecia. Ni reconstruir el país, ni reformular el sistema financiero, ni bajar el precio del dólar, ni convocar a elecciones anticipadas, ni achicar los desbordes de la pobreza. La cita del miércoles a las 3.30 se ha transformado, de repente, en una gesta. Lástima los antecedentes.
Dejemos de lado el único enfrentamiento que registran la Argentina y Suecia en la historia de los Mundiales, no ya por traumático sino porque se consigna en profundidad en estas mismas páginas. Pero cualquier otro rubro al que nos asomemos para bucear precedentes de disputas contra los suecos resulta deficitario para el ideal argentino. No hablemos ya del desastre de Suecia, registrado en Helsingborg y Malmoe en 1958, en territorio ajeno, pero sin rivalidad directa con los propietarios. No tendrá nada que ver, seguramente, con lo que vaya a suceder el miércoles, pero pueden serles útiles a los explicadores con resultado puesto, de los que abundan últimamente, si la hazaña no se alcanza y el avión de regreso empieza a calentar los motores.
Borg-Vilas
Fue uno de los grandes enfrentamientos del tenis de los años ‘70 y, sin duda, un hito en la historia del tenis moderno. Con escuelas diferentes, el pupilo de Lennart Bergelin y el marplatense, hijo deportivo de Felipe Locícero, horneados en los Orange Bowl de fines de los ‘60 y consagrados una vez que el profesionalismo sentó reales en la ATP, dieron cátedra y despertaron emociones en sus enfrentamientos. Enfrentamientos que, mayoritariamente, ganó el sueco. Se recuerda una victoria de Vilas en el Buenos Aires, un Abierto de la República en la que el Hombre de Hielo venía ganando, pero se tropezó con la silla de un juez de línea, para caer de espaldas, lastimarse seriamente, y tener que abandonar. Björn Borg fue varios años uno indiscutido del mundo; Guillermo Vilas brilló especialmente en 1977, hace un cuarto de siglo, pero jamás fue ungido como tal.
Peterson-Reutemann
El sueco y el argentino se midieron cara a cara en el Europeo de Fórmula 2 de 1971; Peterson era primer piloto de la March; el Lole manejaba para el equipo de mayores recursos, el del ACA, auspiciado por YPF (todavía argentina). El sueco era mucho más veloz, mientras que a Reutemann lo favorecía más una táctica conservadora, un poco por voluntad propia, otro poco por decisión del equipo, que prefería ir a los puntos que arriesgar. Peterson se fue adelante en el torneo, y llegaron a la última carrera, en Vallelunga, Roma, con posibilidades. Pero la pista estaba húmeda y el equipo argentino, para no arriesgar, hizo correr a Reutemann con gomas de lluvia. Lógico: Ronnie Peterson salió campeón. Siete años más tarde, al sueco lo echaron de la Lotus, en Fórmula 1, para permitir el ingreso de Reutemann. Pero se murió antes de que lo humillaran. Hoy, en Santa Fe, el ex piloto hace gimnasia sueca para reducir el déficit en un 60 por ciento...
Johansson-Grondona
Como titular de la Federación Sueca, Lennart Johansson se convirtió en el personaje más poderoso del fútbol europeo. Cabeza de la UEFA, representante de los intereses de los clubes más fuertes de Europa, cuando el sueco embistió contra la FIFA encontró en Julio Grondona,vicepresidente de la entidad y adláter de su enemigo Joseph Blatter, un muñeco al que tirarle golpes. Durante la campaña electoral de 1998, Johansson no ahorró munición contra el dirigente de Sarandí. El sueco, haciéndose eco de las quejas de los clubes del G-14, arremetía contra el poder sudamericano, que le quitaba para las largas eliminatorias los jugadores que habían comprado a precio de oro. Grondona habría sido una de las primeras víctimas en caer si Johansson hubiera ganado la presidencia de la FIFA. Pero ya hace dos elecciones que Don Julio mira al colorado sueco con sorna mal disimulada.
Rosqwist-Menditeguy
Las Mercedes-Benz vino a la Argentina en 1962, a correr el Gran Premio Internacional de Turismo (4421 kilómetros por caminos de Buenos aires, Córdoba, Mendoza, San Juan, La Rioja, Catamarca, Tucumán y regreso a Arrecifes), con una sorpresa. Además de darle un coche a Carlos Menditeguy, el argentino con mayores probabilidades de ganar, trajo a una joven pareja de suecas, Ewy Rosqwist y Ursula Wirth, como parte del equipo, con un modelo 220SE, menos potente que el 300SE de Menditeguy. En el camino a Carlos Paz, Menditeguy se coloca primero, pero al momento del arribo, las suecas llegan a 300 metros del argentino. Los relojes marcan sólo un segundo de diferencia. Menditeguy rezonga: “Deben ser por lo menos cuatro o cinco”. Pierde tiempo discutiendo, y sólo tiene 10 minutos para llevar su coche al parque cerrado. Sucede lo que tenía que suceder: entrega tarde y queda desclasificado. Rosqwist y Wirth siguen imperturbables. Cuando caiga la bandera a cuadros, le habrán sacado tres horas de ventaja al segundo... un Volvo de fabricación sueca.
Bergman-Puenzo y Cía.
Excedidos de los márgenes meramente deportivos, se encuentran el celuloide y el éxito. En los registros de la Asociación de Cronistas de Hollywood, los suecos también marchan adelante. Desde la creación de los Premios Oscar, Suecia obtuvo tres estatuillas a la mejor película extranjera. Las tres, dirigidas por Ingmar Bergman: La fuente de la doncella (1960), Detrás de un vidrio oscuro (1962) y Fanny y Alexander (1983). La Argentina sólo cuenta con un premio similar, el que recibió La historia oficial, dirigida por Luis Puenzo, en 1986: en las gateras se quedaron La tregua (1974), Camila (1984) y El hijo de la novia, este año. Además, otras cinco películas de Bergman recibieron al menos una estatuilla por algún otro rubro, llevando a ocho la cantidad de Oscar logrados por el genial cineasta.
Como se ve, la cuenta no nos resulta muy favorable. Algunos otros enfrentamientos no son tan directos. ¿Gardel vendió más discos que Abba? ¿Anita Ekberg lucía más pechuga que Isabel Sarli? ¿Los Scania son mejores que el Rastrojero Diesel? Si Boca tomó los colores de una bandera de Suecia, y la camiseta argentina usa los mismos colores que Racing, ¿influirá el hecho de que, en el profesionalismo, Boca aliente cierta paternidad sobre el equipo de Avellaneda?
Como sea, en el afiebramiento de la cuenta regresiva o en la serenidad del razonamiento deportivo, será de esperar que el peso de la historia no recaiga sobre los hombros de los jugadores argentinos. Por lo menos, esperamos que no les lean esta nota...

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