Mancha venenosa
Los hinchas del Manchester United están que vuelan: no quieren que un millonario estadounidense –que no sabe nada de fútbol, pero que tiene el 75 por ciento de las acciones– se quede con el club,
el más popular de Inglaterra y el más rico del mundo. El gobierno de Tony Blair
no reacciona, pero estudia medidas.
El gobierno británico quiere evitar futuras compras hostiles sobre los clubes de fútbol, después de que el magnate estadounidense Malcolm Glazer obtuviera el viernes el control sobre el Manchester United, el equipo de fútbol más popular de Inglaterra, contra la voluntad de sus propios hinchas, que preparan acciones de fuerza. Mientras el Ejecutivo de Tony Blair se ha mantenido al margen de la operación de Glazer y las protestas de los hinchas, la prensa británica comentó ayer que la realidad es que está “muy preocupado” por la situación y pretende cambiar la ley para evitar situaciones parecidas.
El gobierno no puede impedir que el multimillonario tome el control total del Manchester United, tras adquirir el 74,8 por ciento de las acciones, pero al menos espera prevenir “futuras explotaciones” de los clubes de la Premier League por parte de magnates extranjeros, según fuentes citadas por The Sunday Telegraph.
Así, Londres espera recuperar el sistema legal que le permitió frenar las intenciones de compra del estadounidense Rupert Murdoch sobre el Manchester United en 1999, en nombre del “interés público”.
“Una de las mejores ligas del mundo está siendo utilizada para un propósito que no le toca. Necesitamos volver a pensar en el interés público de las cosas”, aseguran las mismas fuentes.
Glazer, que ya tenía el 27 por ciento, controla casi el 57 por ciento del Manchester United, equipo en el que juega el argentino Gabriel Heinze. A las 74,1 millones de acciones que Glazer ya poseía, ahora controla casi 150 millones de acciones: se cree que Glazer adquirió el jueves las acciones que poseía el empresario escocés Harry Dobson, con lo que controlaría ya el 63 por ciento del capital.
Ahora lanzará una oferta de compra al resto de accionistas en las mismas condiciones: tres libras por acción (4,4 euros). La operación sitúa el precio total del club en 790 millones de libras (1160 millones de euros). Se espera que hoy mismo anuncie la adquisición del 75 por ciento de la entidad, por lo que tendrá carta blanca para dirigir el United a sus anchas. Si el capital que acumula tras la oferta de compra supera la cota del 90 por ciento, podrá forzar la compra de las acciones incluso a los accionistas que no quieran vender.
El control de Glazer ha provocado un enorme disgusto a los seguidores del Manchester United, que ven en este multimillonario a un tiburón sin conocimientos de fútbol, que jamás ha pisado Old Trafford y que, en lugar de comprar nuevos jugadores, va a subir el precio de las entradas para aumentar los beneficios y rentabilizar su inversión.
El hecho de que gran parte de la operación se haga con préstamos y no con dinero fresco es uno de los motivos por los que el actual consejo del United se ha opuesto hasta ahora a la entrada de Glazer.
Los hinchas que se oponen a la compra amenazaron con perturbar la final de la Copa de Inglaterra de fútbol, el 21 de mayo en Cardiff, entre el Manchester y el Arsenal. “No haremos nada que ponga en peligro la seguridad, pero será necesario llevar el ejército y la policía al partido”, explicó Oliver Houston, vicepresidente de Shareholders United, la asociación de fanáticos que posee aproximadamente un 18 por ciento del capital.
Houston planea “un verdadero circo”, lanzando miles de pelotas playeras o una manifestación pacífica, con gente descendiendo a sentarse en el césped”, dijo al Sunday Times. El porcentaje de acciones que controla Shareholders United le permitiría impedir que el magnate superara el 90 por ciento, pero difícilmente podrá impedir que logre el derecho a convocar la junta de accionistas y manejar el club a su antojo.
El United pasa por ser un club muy bien gestionado y, precisamente por eso, con poco margen para aumentar sus beneficios. De los casi 250 millones de euros que ingresó el año pasado, el 37 por ciento procedía de la venta de derechos de televisión y otros medios, el 36 por ciento por la venta de entradas y competiciones, y el 27 por ciento de patrocinio y publicidad.
Glazer entró de forma semejante en 1995 en el capital del equipo de fútbol americano de los Tampa Bay Buccaneers. Primero sacó de quicio a los hinchas al subir de manera desorbitada el precio de las entradas y luego chocó con las autoridades locales, a las que obligó a invertir millones en un nuevo estadio, chantajeándolas con la amenaza de llevarse el club a otra ciudad. Pero los Buccaneers consiguieron ganar este año el Super Bowl.