EL SUB-21 DEL BASQUETBOL TERMINO SEXTO EN EL MUNDIAL DE ARGENTINA
No fueron pichones de Ginóbili
Los especialistas del básquetbol analizan para Líbero la actuación de los pibes de Gonzalo García, una tarea que encontró diferentes posiciones. “No se les puede pedir que logren los mismos resultados que nosotros”, reflexionó el oro olímpico Juan Ignacio Sánchez. “Los pibes deben entender que, antes de irse a Europa, tienen que aprender a jugar al básquet”, opina Esteban de la Fuente.
Por Ariel Greco
Desde Mar del Plata
Con su derrota 111-85 ante Estados Unidos, la Selección Argentina U-21 de Básquetbol finalizó en la sexta posición la cuarta edición del Mundial de la categoría, que se desarrolló en Mar del Plata y Córdoba. Lo que hace unos años hubiese sido tomado como una actuación correcta, a partir de los éxitos de la selección mayor en el Mundial de Indianápolis y en los Juegos Olímpicos, ahora deja un gusto cercano a la frustración. ¿Es lógico suponer que las camadas que vendrán pueden repetir lo logrado por la generación dorada? ¿La verdadera realidad del básquetbol argentino es más cercana a esta labor que al poderío del equipo de Atenas? ¿Hay recambio de cara al futuro? Líbero consultó a diferentes protagonistas y especialistas para tratar de encontrar esas respuestas.
“Se sintió la presión. Este era un torneo de juveniles con jugadores juveniles. Acá no estaban Magnano ni Ginóbili. La evaluación que hay que hacer es que esta camada finalizó décima en su categoría hace dos años y ahora terminó sexta”, señaló el entrenador Gonzalo García, dejando en claro la mochila con la que cargaron sus jugadores y que no le gustaron demasiado las críticas que recibió el equipo. “Estamos mal acostumbrados. No se les puede pedir a los que vengan lograr los mismos resultados que a nosotros –reflexionó Juan Ignacio Sánchez, base del campeón olímpico–. Son jóvenes y tienen que adquirir experiencia internacional.” Fernando Duró, entrenador del conjunto que finalizó tercero en el Mundial de Saitama 2001, también pidió mesura. “Es una categoría formativa, no se puede ser tan riguroso por un mal torneo”, expresó el ex ayudante de Rubén Magnano en la Selección olímpica.
Un dato llamativo de este equipo es que cinco de sus integrantes ya se desempeñan en España, al igual que varios de los que pasaron por la preselección. Lo que en un principio podría ser un dato positivo, teniendo en cuenta cómo potenciaron su juego en Europa los campeones olímpicos, termina siendo contraproducente. Con poco tiempo en cancha en conjuntos importantes o en torneos de tercera categoría, la evolución no resulta la lógica que hubiese tenido ese buen proyecto si maduraba en algún equipo de la Liga Nacional y, ya consolidado, pegaba el salto hacia Europa. Uno de los que avalan esa teoría es el puertorriqueño Flor Meléndez, ex técnico de la Selección y un viejo conocedor del básquetbol argentino. “Un basquetbolista tiene que jugar en la alta competencia todos los minutos que pueda. Les hace daño a los jugadores entrenar todo el año y no jugar. Es el mismo problema que tenemos en Puerto Rico. Por eso creo que los jugadores deben jugar en la liga nacional de su país, que es donde más minutos van a disputar en una alta competencia”, le aseguró a Líbero.
Esteban de la Fuente, durante muchos años referente de la Selección, también tiene una mirada muy crítica sobre esta situación. “Los pibes deben entender que antes de irse tienen que aprender a jugar al básquetbol. Nocioni, Ginóbili y el resto se fueron consolidados, con un bagaje mucho mayor al de estos chicos. La realidad económica determina eso, pero no es bueno en lo deportivo. En Europa no les van a enseñar nada”, comentó De la Fuente. Carlos Romano, otro jugador histórico, se pronunció de la misma manera, aunque también apuntó a la dirigencia. “Hay que entender que a los chicos hay que apoyarlos más, para que no se vayan tan jóvenes”, estimó Romano, que igualmente no se mostró tan preocupado por el nivel del conjunto argentino. “Si crecen, varios de estos chicos pueden ser jugadores importantes.”
Precisamente, otra de las cuestiones centrales de la discusión es la referida al talento individual que mostró este equipo. Como se especulaba antes del inicio del certamen, quedó claro que no contaba con piezas determinantes, pese a la proyección de jugadores como Sandes o Schattmann. Sin embargo, la coincidencia general es que no se trata de una mala camada, dada la gran cantidad de jugadores que pasaron a lo largo de la preselección –casi cincuenta–, sólo que no cuenta con fueras de serie como pasó en el ’97 (Oberto, Ginóbili) o en 2001 (Scola, Delfino). “La base de la pirámide se puede considerar buena, incluso mejor que otras”, afirmó el periodista especializado Juan Carlos Meschini. Para De la Fuente, “no hay ningún fenómeno, pero no hay que olvidarse de que Ginóbili a esta edad no pintaba para lo que es”.
La falta de recambio aparece como una señal de alerta, aunque no para alarmarse en lo inmediato. La base de la Selección tiene al menos cuatro años más en el primer nivel. “No va a ser difícil volver a juntarnos. Además de gran equipo, es un gran grupo, lo que hace más fácil que nos podamos reunir”, comentó Sánchez. Para De la Fuente, no hay que preocuparse. “El recambio llega solo. Si bien son necesarios, todo tiene un tiempo de depuración. Lo importante es que tengan competencia y nada más”, remarcó.